AGROCOMBUSTIBLES
Voces del
Norte y del Sur |
Mientras continúa en aumento la promoción de los
agrocombustibles -mal llamados biocombustibles- y la
instalación de más y más plantaciones en países del Sur para
producirlos, muchas son las voces de representantes del
Norte y del Sur que denuncian sus impactos y tratan de
influenciar a quienes toman decisiones para promoverlos
Una de las decisiones, que ya está generando un considerable
aumento de la producción de agrocombustibles, es la adoptada
por la Unión Europea que establece como objetivo para
el 2020 que el 10% del combustible usado para transporte sea
agrocombustible.
Es importante señalar que esa decisión fue tomada a pesar de
la gran cantidad de documentación que se hizo llegar a la
Unión Europea fundamentando que esta decisión
perjudicará a la gran mayoría de la población del mundo, que
se encuentra en los países del Sur.
A fines de junio de este año, más de 15 representantes de
ONGs, organizaciones de Pueblos Indígenas y otros
movimientos sociales mantuvieron reuniones en el Parlamento
Europeo en Bruselas, en el Parlamento holandés en La Haya y
con representantes de gobierno y organizaciones europeas y
participaron de la XII reunión del Órgano Subsidiario de
Asesoramiento Científico, Técnico y Tecnológico del Convenio
de la ONU sobre Diversidad Biológica que tuvo lugar
en París. Muchos fueron los testimonios sobre los impactos
directos e indirectos de los monocultivos a gran escala para
la producción de agrocombustibles en países del Sur.
Entre otros, representantes de Asia afirmaron que las
plantaciones de palma aceitera constituyen un tremendo
desastre para las comunidades locales y pueblos indígenas en
Indonesia y Papúa Nueva Guinea.
Representantes de América Latina describieron cómo los
monocultivos de soja, caña de azúcar y eucalipto han causado
migración masiva, expulsión de pequeños productores y han
aumentado la pobreza rural y urbana en Brasil; cómo
en Colombia los agrocombustibles están exacerbando
problemas de soberanía y tenencia de la tierra, que son
causa fundamental de conflicto en el país; y cómo
plantaciones de árboles -incluso certificadas por el FSC-
están teniendo impactos negativos sobre la gente y el
ambiente en Uruguay.
Los representantes africanos señalaron que los recursos
hídricos, la biodiversidad, la seguridad, la salud y las
economías de las comunidades locales están siendo afectadas
en aquellos países del continente donde los monocultivos de
árboles son ya una realidad.
Durante esos mismos días, organizaciones de la sociedad civil
del Norte y del Sur solicitaron a la Unión Europea
una moratoria en las importaciones de agrocombustibles
provenientes de monocultivos a gran escala, así como su
promoción a través de objetivos e incentivos, incluyendo
exoneraciones impositivas, subsidios y financiación a través
de mecanismos de comercio de carbono, ayuda internacional
para el desarrollo o préstamos de las instituciones
financieras como el Banco Mundial. Dicha moratoria podría
dar tiempo para que se hiciera un estudio en profundidad
acerca de los tremendos impactos ya constatados por la
expansión de monocultivos en gran escala orientados a
abastecer a otras industrias como la de celulosa y papel.
En París, durante la reunión de Naciones Unidas del órgano
científico asesor en biodiversidad, una gran mayoría de los
delegados de gobierno expresaron serias preocupaciones sobre
los riesgos que podría causar la producción de
agrocombustibles a bosques, ecosistemas, pueblos indígenas y
comunidades locales. Un número importante de ONGs y
organizaciones de Pueblos Indígenas de todo el mundo
presentes en esa reunión también expresaron su preocupación
por los riesgos e hicieron un llamado para que éstos fueran
evaluados antes de continuar con la promoción de los
agrocombustibles.
Mientras todo eso ocurría en Europa, representantes de
organizaciones presentes en el Encuentro Internacional de
Agrocombustibles y Soberanía Alimentaria, reunidos en Quito
del 27 al 29 de junio entregaban personalmente una carta al
Ministro de Energía, conteniendo un duro mensaje para su
gobierno:
“El gobierno actual tiene frente a sí dos alternativas:
apoyar un modelo de producción diverso, sostenible, que
garantice la soberanía alimentaria, que asegure la
continuidad de la forma de vida de los pueblos indígenas,
afro-descendientes y campesinos y la conservación de la
biodiversidad, o a los agro-negocios. Esperamos que la
decisión del gobierno sea a favor de los pueblos”.
Esa misma carta es válida para todos los gobiernos, tanto del
Norte como del Sur, que hoy están tomando decisiones en
torno al tema de los agrocombustibles. Por ellas se podrá
determinar si están a favor o en contra de los pueblos.
Ana
Filippini
WRM
10 de
agosto de 2007
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