Los agrocombustibles están recibiendo crecientes
advertencias, protestas y denuncias provenientes de filas tan dispares como
personalidades oficiales de las Naciones Unidas -el Director General de la
FAO Jacques Diouf y el relator de la ONU para el Derecho a la
Alimentación, Jean Ziegler-, primeros ministros y organizaciones sociales
del Norte y del Sur Pero a pesar de eso, las plantaciones para combustible
avanzan.
En América Latina, Brasil lleva sin duda la
delantera, Los acuerdos energéticos con Estados Unidos y Chile del
año pasado y recientemente con Alemania, consolidan la posición de
Brasil como productor de etanol.
Las plantaciones de caña de azúcar para combustible ocupan en
el país unos seis millones de hectáreas, distribuidas principalmente en el
sudeste en los estados de São Paulo, Minas Gerais y Goiás, y también en la
región central, en los estados de Mato Grosso y Mato Grosso do Sul.
La mayor presión del monocultivo de caña se ejerce sobre la
región que se conoce como “cerrado”. El Cerrado es un bioma de gran diversidad,
un tipo de bosque abierto de dos millones de kilómetros cuadrados que hace
conexión con la Amazonia, la Mata Atlántica y el Pantanal. Tradicionalmente fue
destinado a la producción extensiva de ganado, pero en las últimas décadas la
expansión de las plantaciones de caña han avanzado convirtiendo superficies
importantes del cerrado en cañaverales. Según datos manejados por ISPN
(Instituto, Sociedad, Población y Naturaleza) en una investigación que será
publicada en junio, 162 mil hectáreas del cerrado que hoy el gobierno señala
como zonas de conservación son ahora monocultivos de caña.
Nilo D'Avila,
coordinador del estudio, afirma que: "Cualquier monocultivo provoca pérdida de
biodiversidad. La plantación de caña trastorna el medio bioquímico del Cerrado,
principalmente la acidez del suelo, que es muy alta en esa región”. Además de la
deforestación que provocan para ocupar tierras, las técnicas de monocultivo de
caña procuran “corregir” con cal esa acidez, lo cual ha provocado la
desaparición de numerosas frutas del Cerrado que crecían adaptadas a ese medio.
La gran tragedia del Cerrado es que su acelerada devastación
tiene poca visibilidad. Es el segundo bioma más amenazado después de la
Amazonia, pero es el primero en cuanto a la amenaza de las plantaciones de caña.
Según un informe publicado por la UITA, en los últimos
40 años el Cerrado ha perdido la mitad de su superficie, como consecuencia de la
expansión, entre otras actividades, de la caña de azúcar. De continuar esta
tendencia, se calcula que para el año 2030 habrá desaparecido.
El pretendido cariz “ecológico” (bio) con que los
agronegociantes intentan disfrazar el commodity de la caña de azúcar se
cae a pedazos. Ya hay quienes proponen denominarlos como lo que son: “necrocombustibles”,
los combustibles de la muerte.
Tomado de
Biodiversidadla
2 de junio de 2008
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