El actual sistema
agrícola impone una agricultura en la cual los
campesinos no tienen cabida, y las empresas
transnacionales -con el apoyo activo de las elites
gubernamentales- pretenden controlar la totalidad
de la cadena alimentaria, desde los insumos
agrícolas y la siembra de cultivos hasta la
distribución, el procesamiento y la venta de los
alimentos en todo el mundo. El concepto de
“soberanía alimentaria” busca contrarrestar esa
visión industrial y empresarial de la agricultura.
El
concepto de soberanía alimentaria fue creado como
reacción al (mal) uso creciente de la expresión
“seguridad alimentaria” cuya definición oficial,
acuñada por la FAO y avalada en las cumbres
de la alimentación y otras “conferencias de alto
nivel”, establece que todos y todas deben disponer
de una cantidad suficiente de buenos alimentos para
comer todos los días,
pero no marca pautas acerca del origen de ese
alimento, de quién lo produce y en qué condiciones
se ha cultivado o criado.
Esto
permite que los países y las empresas que hoy
quieren controlar la producción y distribución de
alimentos argumenten que la mejor manera de que los
países pobres logren la “seguridad alimentaria” es
importando los alimentos baratos en lugar de
producirlos por sí mismos, lo que ha provocado que
esos países se vuelvan cada vez más dependientes del
mercado internacional, expulsando a los campesinos
de sus tierras ya que no pueden competir con las
importaciones subsidiadas y terminan en las ciudades
en búsqueda de empleos que no existen.
La seguridad alimentaria entendida de esa
forma, tan sólo contribuye a crear más pobreza,
marginación y hambre.
En
el contexto actual se debe reorientar el desarrollo
agrícola en el sentido de la
soberanía alimentaria.
Para eso la agricultura debe recibir
un tratamiento especial en el debate sobre la
globalización. Es necesario respetar las tradiciones
locales teniendo en cuenta el grado de desarrollo de
cada país, lo que significa apoyar una agricultura
que evite el uso de insumos externos y de
agrotóxicos, utilice una base de semillas locales y,
por encima de todo, que tome en cuenta que
el cultivo de alimentos es una parte integral de
la cultura, independencia y soberanía de las
comunidades y pueblos locales.
La
autonomía local es un concepto central de la
soberanía alimentaria. Los pueblos indígenas y
campesinos están convencidos de que la pérdida de
semillas en sus hogares significa también la pérdida
de poder de sus comunidades;
la dependencia del mercado externo para la
obtención de las semillas les quita trabajo, poder y
los desplaza del control del corazón del sistema
agrícola, lo que afecta a la supervivencia de la
agricultura indígena y campesina en general.
Una
alternativa es la creación de redes comunitarias de
semillas, en las cuales campesinos y campesinas de
diversas comunidades, mediante encuentros periódicos
en los cuales se recrea una sofisticada red de
intercambios entre agricultores, se pueda asegurar
que en todo momento se estén cultivando y así
manteniendo vivas cientos de variedades de semillas.
Estas redes tradicionales que aún sobreviven en
muchas regiones, deben ser creadas y consolidadas
donde no existan como forma de sustentar la
posibilidad concreta de un desarrollo agrícola
integral, con base en el campesinado, cerrándole el
paso al “modelo bancario” de crecimiento meramente
productivo e incremento del lucro a toda costa.
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