Las enseñanzas de Don
Sebastián |
Estas son las
enseñanzas actuales de un trashumante brasileño que
nos visitó para descorrer el velo que cubre nuestras
mentes en una época en la que hemos extraviado el
rumbo para timonear nuestra propia existencia.
Ciudadanos a la deriva a merced de las fuerzas del
capitalismo financiero.
Desde México a Brasil, pasando por La Plata y Buenos
Aires, un recorrido por la América Profunda en un
encuentro con muchas enseñanzas. Sebastián Pinheiro
vino de Porto Alegre, Brasil, en representación de
la Fundación Juquira Candirú, un grupo
interdisciplinario de investigación y acción en
agricultura y salud.
Don Sebastián comenzó contando, para sorpresa de los
presentes, lo común que era cuando recorría las
comunidades campesinas de México, que empezara
disculpándose por su idioma, que él era brasileño y
que no sabía hablar muy bien el castellano, pidiendo
disculpas por su tono rioplatense, que lo había
aprendido en La Plata, en la Universidad Nacional de
esa ciudad.
Estas son las voces de Don Sebastián, "señalando
modernas sendas para retomar el camino del
guerrero":
Nosotros no nos damos cuenta, somos inconscientes de
cómo ellos lo han planeado y se organizan. A veces,
es necesario ir a una sierra en México a hablar con
campesinos indígenas para poder alcanzar por medio
de ellos la comprensión de lo que significa la soja
dentro de la realidad de la Pampa húmeda, del
Cerrado brasileño o de la Amazonia. Si no tenemos
capacidad para decodificar eso, es muy difícil
conseguir explicar las cosas.
Vimos en el Foro Social de Porto Alegre, en el
inicio del año, una situación muy extraña, “sui
generis”, teníamos algunos grupos de ambientalistas
interesados en hablar de la sustentabilidad de la
soja dentro del Amazonas. No es necesario contar a
nadie en el mundo el problema de la Amazonia con su
suelo, un sistema extremadamente frágil. Y ellos
decían que era necesario que nosotros tuviéramos la
competencia de llevar la soja al Amazonia. ¿Por
qué?, ¿Para qué?
Yo creo que nuestra
soberanía sanitaria, nuestra
soberanía alimentaria, la
leche materna, nuestra
soberanía intelectual, tiene
que continuar siendo como
aquel negro que no va a
recibir eucaliptos en su
tierra y dice: “yo quiero la
mata igualita como ustedes
la recibieron cuando a mí me
expulsaron”. Yo creo que el
indígena va a decir la misma
cosa: “no, eso no lo
quiero”. Yo quiero mis
árboles, mis animales, mis
ambientes y ahí sí nosotros
estaremos consiguiendo
rescatar una ciudadanía que
hoy en nosotros está
ausente. |
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Hace 30 años, sembramos soja. Nunca pudimos en la
realidad anterior hacer una crítica anticipada, una
crítica en el tiempo real sobre sus impactos, no
sólo en la economía, en la agricultura y en la
realidad nacional. Entonces, tuvimos concentración
de la tierra, éxodo rural, impactos ambientales
increíbles en todo el Brasil que fueron socializados
con la comunidad y el ambiente. En esa situación, la
soja pasó a ser la economía nacional. Tuvimos,
entonces, que cuestionarla porque nos había cercado
el espacio y nos la traían para el Amazonia.
Entonces fuimos allá, a las sierras de los
campesinos de Latinoamérica, a percibir algunas
cosas que fueron imposibles percibir en Porto Alegre
que es muy bueno que se puedan decir acá, a ustedes.
Me acuerdo de mi infancia, era una familia muy
pobre; no es un caso ejemplar, no es mi historia, es
la historia latinoamericana, donde en el puesto de
salud o en el hospital gubernamental, las mamás
llevaban a sus bebés para revisar y pesar, y
recibían una lata de leche en polvo. Y recibían una
instrucción para no utilizar la leche materna. Yo
como un muchacho de siete años que acompañaba a mi
tía, que cargaba a su chiquito en los brazos, miraba
aquello con fascinación. Yo tenía la estupefacción
de percibir: "ganamos algo”. Yo no tenía la
"lectura", la lectura la tuve 15 o 18 años después
en la Universidad, en Sociología Rural, donde
percibí que se sustituía la leche materna por un
producto.
A nosotros se nos acusa de ser anti tecnología, de
estar en contra del progreso, contra el avance de la
ciencia, de la tecnología y de la economía y su
crecimiento, pero yo no había percibido que para
obtener la leche en polvo, necesitaría poner la mano
en el bolsillo y tener plata para poder comprar esa
leche. Porque solamente la primera lata fue gratis,
las otras hubo que comprarlas de contado. Pero yo
era sólo un niño de siete años.
Después aprendí en el campo, trabajando en la
realidad, que el problema no era la leche en polvo.
Relevé la cuestión de los anticuerpos pasados de la
madre al hijo, que le dan salud, le dan fuerza, no
dejé de lado eso. Pero, miraba y veía que aquella
leche no era el problema, el problema para aquella
mamá era la calidad del agua con que ella batía la
leche para hacer la mamadera: el niño que iba a
morir de diarrea, por una contaminación del agua.
Entonces empecé a entrar y conseguí comprender, no
allá en la sierra mexicana, donde no llegó la leche
en polvo, gracias a Dios. Empecé a comprender lo que
significa la monocultura. No es sencillamente un
discurso ecologista, es un discurso más complejo, es
un discurso económico, político y social. Y
comprender lo que significa, hoy en día, cuando
nosotros no podemos discutir la soja, ¿por qué?:
Porque en Latinoamérica ella paga los servicios de
la deuda.
Y qué significa pagar regalías, indemnizaciones,
para transnacionales que tienen una escala de
producción tan gigantesca que impide que los
pequeños puedan competir en igualdad de condiciones.
Es eso lo que está en juego. Y ahora, cuando se
habla de llevar la soja a la Amazonia, tenemos
poblaciones perseguidas, sus tierras ocupadas; o
subocupadas, porque no son compradas.
¿Cuál es la lectura que vamos a tener dentro de
treinta años? Hoy se dice que fuimos incompetentes
con la soja por la contaminación ambiental por los
plaguicidas, los fertilizantes, por la erosión del
suelo, por todo. Y dentro de 20 o 30 años, ¿vamos a
ser incompetentes nuevamente?
¿Cuál es nuestra dieta?, que nunca comimos soja. Hoy
pasamos a comerla. Este es el sencillo ejemplo de
una leche materna que fue cambiada, de una
agricultura que fue cambiada y de una soja que se
transformó, entonces, en un producto de mercado.
¿Qué cambia?: cambia la ciudadanía por el consumo,
pierdo mi ciudadanía y paso a ser objeto del mercado
para consumir. Fue eso lo que ocurrió con mi tía
cuando dijeron que tenía que cambiar la sagrada
leche de su pecho por una lata de leche en polvo.
Creo, con ese ejemplo, que es importante percibir,
que hoy en día la palabra no es agricultura, la
agricultura cambió de nombre, hoy el nombre correcto
es "agrobusiness"; y todos hablan de "agrobusiness".
Cambió la vida del campesino, cambió la ropa, cambió
la comida. La verdad que cambió, cambió porque
nosotros no conocemos lo que significa la “ley de
bioterrorismo alimentario”, pocas personas conocen
la “ley de inocuidad alimentaria”. Donde el
campesino mexicano no puede tener en su casa un
canario, un gato, un perro, un caballo, si tiene
producción para exportar a los Estados Unidos. Un
campesino mexicano, por ejemplo, no podrá tener
ningún otro cultivo a no ser aquel cultivo que está
habilitado a exportar a los Estados Unidos.
¿Por qué esto no sale todos los días en la
televisión, en los medios, en la prensa? ¿Qué
significa obligar a esto a los campesinos?, ¿que no
existan campesinos? ¿Cuál es la opinión de las
grandes corporaciones?: Terminar con la economía
campesina en el mundo. ¿Por qué?: Porque ella no
hace mercancía”. Y nosotros quedamos, ya no más
fascinados sino estupefactos, si conseguimos
percibir lo que ello significa.
Cuando la Organización Mundial de Comercio (OMC)
determinó que con el nuevo orden internacional viene
la cuestión de la agricultura, dijo: “Ninguna
población tradicional podrá ser expuesta a las
medidas de libre comercio internacional”. No podrán
los indígenas, no podrán los negros de aquellos
países que aún tienen los reductos africanos, los
“quilombos” en la expresión popular nuestra, no
podrán ser impactados. Pero, ¿qué ocurrió en
Brasil?, los negros brasileños de Espíritu Santo
tuvieron su tierra tomada por una empresa de
celulosa gigantesca denominada
Aracruz,
que es la mayor del mundo, pero no es brasileña,
pertenece a la corona inglesa y noruega.
¿Qué significa en agricultura la ocupación de tierra
con eucaliptos?. El único país del mundo que tiene
un estudio hidro-geo-biológico sobre el eucalipto es
Sudáfrica, que determina dónde se puede plantar y
sus impactos, ningún otro lo tiene. En Espíritu
Santo los negros pierden su tierra, pero la OMC
dice: “usted no puede perder sus tierras”, entonces
Aracruz
viene y dice: “acá está su tierra de vuelta”, y
entonces el negro de los quilombos dice: “acá sólo
tenemos eucaliptos”. “No, no, usted va a plantar el
eucaliptos y nosotros vamos a comprar el
eucaliptos”, dice
Aracruz.
La pregunta es volviendo a mi tía, que cambió la
leche materna por la leche “Nido” de la
Nestlé,
¿se cambió la jungla, la mata atlántica, la
floresta, la selva, por una plantación de
eucaliptos? ¿Qué perdió aquel negro africano?:
Perdió su capacidad de resistencia, su razón de
lucha, porque ahora tendrá un eucalipto. “No es lo
mismo, pero quédate con eso, no tenías nada”. Dejó
de ser aquel que lucha por la ciudadanía y pasó a
tener una capacidad de consumo.
Yo creo que ustedes están entendiendo, yo no cambié
el tema, yo continúo en la agricultura en las
Pampas, estoy muy próximo a la Pampa húmeda. Es ésta
la realidad del eucalipto que ocupa gigantescas
áreas para saciar un mercado de materia prima. Pero
lo peor, para terminar viene lo peor, es diabólico,
porque
Aracruz
planta el eucalipto
con dinero del Protocolo de Kyoto para evitar el
cambio climático, el efecto invernadero. Plata
internacional de un fondo que utiliza esa plata para
producir materia prima más barata dentro de un
contexto de competitividad, de expansionismo, en
escala de gigantismo de las grandes transnacionales.
¿Qué locura es esa?
Nadie puede, no está permitido en la prensa, en los
medios, percibirse que la tierra ocupada por el
eucalipto quita disponibilidad de alimentos para una
soberanía alimentaria, nadie puede percibir eso.
¿Por qué eso no está en la gran prensa, no está en
los medios, no está en las casas? Y, nosotros no
tenemos comprensión. Nosotros, como mi tía y ese
niño que era yo cuando tenía siete años, no podíamos
percibir eso.
Entonces, es necesario discutir la cuestión de
eucalipto, su ocupación, no sólo por el agua, sino
en un contexto mayor, no sólo de la monocultura,
como la soja, en un contexto mayor. ¿Por qué?:
Porque ahora el negro aquel del quilombo, el
indígena que ahora también es obligado a plantar
eucalipto pasará a tener en todos los paquetes de
celulosa que caminarán por el mundo la inscripción:
“nosotros protegemos las poblaciones tradicionales
de indígenas y negros de Brasil”. Y el negro pasó a
ser un ítem, o mejor, un ícono del mercado de
calidad ambiental.
Yo creo que nuestra soberanía sanitaria, nuestra
soberanía alimentaria, la leche materna, nuestra
soberanía intelectual, tiene que continuar siendo
como aquel negro que no va a recibir eucaliptos en
su tierra y dice: “yo quiero la mata igualita como
ustedes la recibieron cuando a mí me expulsaron”. Yo
creo que el indígena va a decir la misma cosa: “no,
eso no lo quiero”. Yo quiero mis árboles, mis
animales, mis ambientes y ahí sí nosotros estaremos
consiguiendo rescatar una ciudadanía que hoy en
nosotros está ausente.
Fernando Glenza | Desde Buenos Aires,
Argentina, Publicado en APM
Publicado en
www.ecoportal.net
3
de febrero de 2006
Nota de Rel-UITA:
Sebastián Pinheiro es ingeniero
agrónomo, recibido en la Universidad de
La Plata, Argentina. Desde la década del
70 participa en los movimientos de
denuncia y combate a los agrotóxicos
ocupando en todos ellos un papel
protagónico. Hizo punta en Brasil y
América Latina en la denuncia y difusión
popular del sentido socioeconómico y los
riesgos biológicos de los transgénicos.
Es fundador de Coolmeia, una cooperativa
que reúne a productores orgánicos y
consumidores desde hace 25 años en Porto
Alegre, y que cuenta con miles de
asociados. Es autor de numerosas obras
-varias de ellas coeditadas con la Rel-UITA-,
entre otras La mafia de los
Agrotóxicos en Brasil y de varias
"cartillas" concebidas con la
metodología de la "educación popular"
sobre temas como "El agua", "Los
agrotóxicos", "Los transgénicos", etc.
Su más reciente trabajo publicada es el
libro La mafia de los alimentos
Brasil. Desde 1996 integra el staff
de colaboradores y asesores de la
Secretaría Regional Latinoamericana de
la UITA |
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