La 
                    utilización descontrolada y desmedida de agroquímicos en la 
                    fumigación de plantaciones de soja sigue causando estragos 
                    en las comunidades rurales e indígenas del país. Por esta 
                    razón, la Coordinadora Nacional de Organizaciones de Mujeres 
                    Trabajadoras Rurales e Indígenas (CONAMURI) denunció ante la 
                    opinión pública nacional e internacional que, una vez más, 
                    se está cometiendo un  atropello a los derechos humanos de 
                    los pueblos indígenas, específicamente de la etnia Ava, 
                    Guaraní, localizados en los alrededores de la colonia Ka’aty 
                    Mirî, distrito de Capiibary, en el departamento de San 
                    Pedro, debido a que están siendo acechados por la fumigación 
                    indiscriminada de las plantaciones de soja transgénica que 
                    se encuentran en las cercanías de esta comunidad nativa.
                    
                    
                    La denuncia 
                    de CONAMURI destaca que desde el mes de noviembre del año 
                    2003, la comunidad de Ka’aty Mirî viene sufriendo las 
                    consecuencias dañinas de las fumigaciones efectuadas en la 
                    propiedad vendida por el propietario Peter Kennedy a un 
                    empresario brasileño. Señalan que esas pulverizaciones 
                    realizadas sin ningún tipo de control ya ocasionaron durante 
                    el año 2004 la muerte de tres niños. 
                    
                    “Como es 
                    habitual en nuestro país, las normas de utilización de 
                    agrotóxicos no son tenidas en cuenta ni en los aspectos 
                    fundamentales: horario, velocidad del viento, barreras 
                    vivas. Los cultivos llegan hasta la vera del camino y las 
                    orillas del arroyo donde lavan las ropa y toman baño niños y 
                    adultos”, señala la denuncia. 
                    
                    
                    CONAMURI 
                    indica que las pulverizaciones de las plantaciones de soja 
                    transgénica que se reanudaron en noviembre del año pasado 
                    están causando severos perjuicios en la salud de la 
                    población local, campesina e indígena, como problemas 
                    estomacales y pulmonares, dolor de cabeza y de garganta, 
                    diarrea y excoriaciones (granos) en adultos y niños. También 
                    expresa el comunicado de denuncia de la organización de 
                    mujeres que desde el viernes 28 de enero, el niño Evelio 
                    Barreto, de apenas 7 años, está internado en el Hospital 
                    Materno Infantil con una afección renal, en tanto que siete 
                    menores más, residentes en  Ka’aty Mirî, están con los 
                    mismos síntomas, sin posibilidad de acceder a ningún 
                    tratamiento médico, a pesar de que los funcionarios de Salud 
                    Pública de Capiibary tienen conocimiento de la situación.
                    
                    
                    
                    En tanto 
                    que los líderes indígenas denunciaron que sus mujeres tienen 
                    constantes problemas en los embarazos con nacimientos 
                    prematuros, mientras que los niños nacen con diferentes 
                    patologías, algo que no sucedía en condiciones normales. 
                    
                    
                    “Esto no es 
                    de extrañar, en Paraguay las leyes que protegen a los 
                    pueblos indígenas nunca fueron cumplidas. CONAMURI en 
                    reiteradas ocasiones ha solicitado a las autoridades 
                    nacionales que velen por el cumplimiento de dichas leyes, 
                    controlando el funcionamiento de las instituciones 
                    competentes, por lo que apelamos a la conciencia ciudadana 
                    para que nos manifestemos en contra de la injusta 
                    discriminación que sufren las comunidades nativas, exigiendo 
                    a las autoridades el cumplimiento de sus funciones”, 
                    finaliza diciendo el comunicado firmado por Julia Franco, 
                    secretaria de Relaciones y Aída Martínez, secretaria de 
                    Salud de esta organización de mujeres. 
                     
                     
                    
                                
                    Sojales “acorralan” a nativos
                     
                    
                    Informaciones 
                    recabadas al respecto indican que los sojales prácticamente 
                    tienen “acorralados” a los nativos de Ka’aty Mirî, pues 
                    están rodeados de cultivos pertenecientes a ciudadanos 
                    brasileños y sienten que están en el centro de las 
                    actividades de fumigación, sin poder escapar a los efectos 
                    nocivos de los agroquímicos. 
                    
                    
                               
                    
                    
                    La pequeña 
                    comunidad indígena, asentada en 692 hectáreas, cuenta con 16 
                    familias, con 85 miembros en total, de los cuales 52 son 
                    niños, la mitad de los cuales se encuentra con problemas de 
                    salud a causa de la constante exposición a los potentes 
                    herbicidas. 
                    
                               
                    
                    
                    Los afectados 
                    indicaron que la situación se torna cada vez peor debido a 
                    la ausencia de agua potable en la zona, por lo que deben 
                    beber el líquido vital del arroyo cercano, que con cada 
                    lluvia recibe el caudal de agua proveniente de los cultivos 
                    que confluye en el cauce y lo contaminan.
                    
                               
                    
                    
                    El segundo 
                    cacique del asentamiento nativo, Mario Rivarola, expresó que 
                    la comunidad se encuentra totalmente abandonada por las 
                    autoridades. “Ese es el problema que venimos atravesando 
                    desde el 2003. El año pasado fallecieron dos criaturas a 
                    causa de las fumigaciones y ahora nuestro cacique, Benito 
                    Barreto, se encuentra en Asunción con un hijo de cuatro años 
                    en grave estado”, explicó.
                    
                               
                    
                    
                    Señaló además 
                    que el año pasado otro de los hijos del cacique Barreto 
                    falleció a causa de los agrotóxicos, razón por la cual 
                    recurrieron a las instancias correspondientes para impedir 
                    la utilización  indiscriminada de los químicos. Sin embargo 
                    tampoco recibieron ningún tipo de respuesta de las 
                    autoridades y ahora nuevamente deben enfrentar el mismo 
                    problema.
                    
                               
                    
                    
                    Una denuncia 
                    realizada indica que los productores no respetan la ley 
                    ambiental pues se pudo constatar que el cultivo comienza a 
                    diez metros de un cauce hídrico, cuya agua es consumida por 
                    los indígenas. 
                    
                               
                    
                    
                    “Pareciera que 
                    nuestras vidas no valen nada para estos extranjeros, que de 
                    a poco van acabando con nuestra comunidad. Antes estábamos 
                    23 familias, pero después de la muerte de dos niños y la 
                    imposibilidad de encontrar una solución al problema de la 
                    fumigación, muchas abandonaron esta comunidad. Este año es 
                    peor porque quedamos en medio del sojal de los brasileños”, 
                    expresó Daniel Benítez, otro de los habitantes de la 
                    comunidad afectada. También los poblados rurales de esta 
                    zona del país realizan reiteradas denuncias sobre la 
                    problemática que deben afrontan a causa de las fumigaciones 
                    descontroladas de las plantaciones de soja transgénica, pero 
                    el gobierno no se deciden a tomar medidas contra los 
                    productores que violan constantemente las leyes ambientales  
                    vigentes.  
                    
                    
                     
                    
                    Ka’aty Mirî 
                     cuenta con 692 hectáreas con suficientes bosques en donde 
                    aún se encuentran animales silvestres para la caza de 
                    subsistencia, aunque el problema más acuciante es la falta 
                    de agua, debido a que el único cauce hídrico de al zona, un 
                    arroyo, se encuentra totalmente contaminado. El afluente 
                    está muy cerca de la comunidad, desemboca en el río 
                    Corriente, y ahora sus aguas presentan un color oscuro por 
                    la cantidad de desechos tóxicos que recibe del sojal. 
                    
                    
                     
                    
                    En tanto que a 
                    la vera de la ruta Capiibary están levantando un silo que 
                    servirá para el almacenamiento de la oleaginosa, desde donde 
                    luego será conducida al Brasil. Algunos vecinos de la zona 
                    se quejaron de que están rodeados de sojales y brasileños. 
                    Un morador de la zona denunció que una plantación cercana de 
                    soja a punto de ser cosechada, ya está siendo custodiada por 
                    efectivos de la Policía Nacional, mientras que la población 
                    se encuentra totalmente desprotegida de los daños causados 
                    por las fumigaciones constantes de los cultivos sin siquiera 
                    recibir atención médica primaria.
                     
                    
                                 
                                            
                                                                              
                    En Paraguay, Rosalía Ciciolli 
                    
                    
                    © Rel-UITA
                    
                    4 de febrero de 2005
                     
                    
                    Fotos 
                    Gentileza de Última Hora