Cuando se habla de ingeniería genética o biotecnología, 
						es común que la gente quede fascinada con las fantasías 
						que las empresas nos muestran. En medio de grandes 
						transformaciones sociales, económicas y políticas, la 
						prensa interesada presenta a la “Nueva biotecnología” 
						como la ciencia del mañana. El puente para alcanzar el 
						“Admirable Mundo Nuevo”.
						 
						
						
						Nuestra oposición no surge de un simple temor “a lo 
						nuevo”, sino de que las inversiones son tan enormes que 
						la necesidad de retorno es implacable. Por lo tanto, no 
						puede haber errores y, si los hay, todo será hecho para 
						que nadie se entere. La ley es la del mercado y como 
						sabemos muy bien, el mercado no tiene ética.
						
						
						 
						
						
						Nosotros tenemos una posición ética y queremos saber y 
						conocer los riesgos. En un momento donde quien debería 
						garantizar la ética social, el Estado, no tiene fuerza 
						ante las empresas planetarias.
						
						
						Esas mismas empresas que nos encandilan con sus 
						“inventos”, presionaron al gobierno de los Estados 
						Unidos para que certificara que los productos 
						transgénicos son naturales.
						
						
						En Europa, por su parte, se logró que los alimentos 
						transgénicos tuvieran un sello de advertencia al 
						consumidor.
						
						
						 
						
						
						No obstante, un emergente ejercito de científicos se 
						esfuerza en negar los peligros de esta tecnología, de la 
						misma forma que negaron, en su momento, los peligros de 
						los agrotóxicos. Tecnócratas alienados, analfabetos 
						políticos que no están al servicio de la sociedad sino 
						de las empresas que son quienes pagan sus salarios. Su 
						modelo de sociedad es el de las empresas, no otro.
						
						
						(“Transgénicos transnacionales y un gen llamado 
						Terminator” de Sebastián Pinheiro y Enildo Iglesias)
						
						
						
						 
						
						
						No es primera vez que en Nicaragua y Centroamérica se 
						descubre la presencia de Organismos Genéticamente 
						Modificados en alimentos para el consumo humano, pero el 
						impacto fue más preocupante cuando diferentes 
						organizaciones pudieron probar, con datos en las manos, 
						que los alimentos distribuidos a los sectores más 
						vulnerables por el Programa Mundial de Alimentos (PMA), 
						estaban contaminados con transgénicos.
						
						
						Hubo una reacción a nivel de países y un poco más tarde, 
						a nivel regional, que llevó a estas organizaciones a 
						formar una Alianza para estudiar, monitorear y denunciar 
						lo que estaba pasando.
						
						
						
						SIREL 
						conversó con Julio Sánchez, miembro del 
						Departamento de Biodiversidad del Centro Humboldt de 
						Nicaragua, para conocer el desarrollo de esta lucha y la 
						situación de Nicaragua y Centroamérica frente a la 
						invasión de transgénicos.
						
						
						 
						
						
						
						-¿Cuándo se comienza a hablar de transgénicos en 
						Nicaragua?
						
						
						-En 1998 surge en Nicaragua una inquietud sobre la Ley 
						318 “Derechos de Obtención”, un híbrido entre las 
						disposiciones del Acta de la Unión para la Protección de 
						las Obtenciones Vegetales (UPOV) del 1978 y la del 1991.
						
						
						En ese momento, Nicaragua tenía el compromiso de 
						ratificar ese Convenio de la UPOV como parte del Acuerdo 
						Bilateral con los Estados Unidos en materia de propiedad 
						intelectual.
						
						
						Otro de los compromisos del Acuerdo Bilateral era la 
						creación de una ley específica que cubriera este 
						Convenio. En el marco de este Acuerdo se comenzó a 
						trabajar para aprovar la Ley 318.
						
						
						El problema se presentó cuando en el Art.1 de la Ley 318 
						surge un término que jamás se había visto en la 
						legislación nicaragüense, que era “genéticamente 
						modificado”.
						
						
						Su pudo haber mencionado el término “híbrido” o 
						“mejorado”, mientras que cuando se mencionó esta palabra 
						en la ley, que era sobre patentes, sobre seres vivos y 
						sobre obtenciones vegetales, el término “genéticamente 
						modificado” llamó la atención de muchas personas.
						
						
						A partir de eso, diferentes organizaciones comenzaron un 
						proceso de investigación sobre el vínculo que tenía ese 
						término y la Ley 318.
						
						
						Lo que identificamos fue que evidentemente esta ley era 
						una ley de avanzada hacia un tema que todavía era más 
						difícil, que eran los Transgénicos.
						
						
						Se perdió la batalla porque la ley fue presentada y 
						aprobada en menos de una semana, con presiones directas 
						del Presidente de la República, Dr. Arnoldo Alemán y del 
						Gobierno norteamericano.
						
						
						A partir de ese momento, comenzamos intentar generar 
						capacidades, divulgar, sensibilizar, informar, 
						investigar sobre qué eran los transgénicos.
						
						
						Alrededor de eso, el Centro Humboldt inició una 
						investigación para identificar si existían transgénicos 
						en Nicaragua. Recibimos el apoyo de Amigos de la Tierra 
						Internacional.
						
						
						 
						
						
						
						-¿Qué resultados dio esta investigación?
						
						
						-Se analizó el maíz que el Programa Mundial de Alimentos 
						(PMA) introducía en el país para ayuda alimentaria y los 
						resultados fueron dramáticos. El 100 por ciento de la 
						muestra resultó contaminada por transgénicos Mon GA21.
						
						
						 
						
						
						
						-¿Cuál fue la reacción de la sociedad civil frente a los 
						resultados?
						
						
						-Alrededor de esto, el Centro Humboldt realizó una 
						convocatoria a diferentes organizaciones de la sociedad 
						civil, que trabajaban en diferentes sectores como 
						derechos humanos, producción, salud entre otros, para 
						concertar la idea de constituir una Alianza, que en Mayo 
						del 2002 tomó el nombre de “Alianza para una Nicaragua 
						Libre de Transgénicos”.
						
						
						La primera acción fue denunciar la presencia de 
						transgénicos en la ayuda alimentaria introducida por el 
						gobierno norteamericano a través del PMA y esto provocó 
						muchas reacciones a nivel nacional.
						
						
						El Presidente Enrique Bolaños les solicitó a los 
						Ministerios de Ambiente, Salud y Comercio de que 
						consideraran todos los aportes hechos por la Alianza 
						para incorporarlos en sus planes de trabajo.
						
						
						Paralelamente comenzamos un plan de denuncias a nivel 
						internacional. Se presentó la denuncia en el Congreso 
						norteamericano en Washington, en la Cumbre Mundial de la 
						Alimentación en Roma, en la Cumbre para el Desarrollo en 
						Johannesburgo y en todas las instancias nacionales.
						
						
						Lo que queríamos era levantar el tema para que comenzara 
						un debate fuerte que contribuyera a la elaboración de 
						leyes, a la divulgación y sensibilización.
						
						
						Gracias a eso se logró que en Nicaragua se incorporara 
						en la agenda nacional el tema de transgénicos.
						
						
						Hubo también ministerios, como lo de Agricultura, que 
						alegaron que no tenían nada que ver con el tema porque 
						ellos se encargaban solamente de semillas y no de 
						granos.
						
						
						Posteriormente ese ministerio se convertió en uno de los 
						referentes principales sobre tema de transgénicos.
						
						
						 
						
						
						
						-¿Cuál fue la reacción del PMA a la denuncia?
						
						
						-Hubo dos reacciones. La primera fue el envió de una 
						carta estándar que el PMA envía en cualquier país donde 
						se denuncie la presencia de transgénicos, en la cual 
						garantizaba que su alimento cumplía todos los requisitos 
						sanitarios y nutricionales. Evidentemente es cierto que 
						los cumple, sin embargo no era esta la pregunta que le 
						estábamos haciendo, porque lo que nosotros preguntábamos 
						era si el alimento contenía transgénicos.
						
						
						Es muy probable que el PMA no aplique análisis sobre 
						transgénicos a sus alimentos. Al no aplicar estos 
						análisis, está evadiendo un dato muy importante sobre el 
						contenido del alimento.
						
						
						La segunda reacción que hubo y que fue muy fuerte, fue 
						la del Gobierno norteamericano.
						
						
						El mismo Embajador en Nicaragua, Oliver Garza, dio 
						declaraciones públicas a los medios de comunicación y en 
						la página Web de la Embajada, en que censuró los 
						resultados de los análisis, alegando que éramos 
						escépticos, alarmistas y de que no teníamos fundamentos.
						
						
						 Es importante mencionar que todos los análisis se 
						realizaron en el laboratorio GENETIC-ID en Iowa - 
						Estados Unidos - , reconocido por la FDA norteamericana 
						y en los cinco continentes.
						
						
						 
						
						
						
						-¿Ustedes creen que hay algo detrás de la introducción 
						de alimentos con transgénicos por parte del PMA o 
						simplemente es desinterés?
						
						
						-Hay dos cosas muy claras. La primera es que la ayuda 
						alimentaria no es ayuda, sino comercio. Desde ese punto 
						de vista, el Gobierno de Estados Unidos y el PMA compran 
						la mayor parte de los alimentos en Estados Unidos. El 
						Gobierno de EU envía el alimento que les compra a las 
						empresas que no logran exportarlo a otros países, como 
						productos comerciales, porque se los rechazan por 
						contener transgénicos.
						
						
						Evidentemente, lo que es rechazado por otros países, lo 
						compra el Gobierno norteamericano y lo dona. Es una 
						industria completa y hay intereses económicos.
						
						
						El PMA sabe perfectamente que hay presencia de 
						transgénicos. No lo quiere decir de frente, no quiere 
						asumir la responsabilidad y lo que indigna más, es que 
						te está casi obligando a tomar estos productos.
						
						
						He escuchado muchas veces al PMA decir “Acepte ese 
						alimento o te lo quitamos” y esta no debería ser su 
						posición. El PMA, como parte de Naciones Unidas, debería 
						poner el ejemplo y si hay presencia de transgénicos, 
						debería notificarlo, solicitar el consentimiento del 
						Gobierno o de la persona que va a utilizar ese alimento 
						y si éstos solicitan el cambio del alimento, el PMA 
						debería acceder a ese cambio, comprándolo en la región.
						
						
						 
						
						
						
						-¿Dónde adquiere los alimentos el PMA?
						
						
						-El PMA recibe granos o dinero en efectivo. La OMC ha 
						solicitado de que sea en efectivo, porque al ingresar 
						grandes cantidades de un grano que se produce en el 
						país, se distorsiona el mercado y se considera “comercio 
						desleal”, provocando una alteración en el precio del 
						mercado nacional. Al contrario, un funcionario del PMA 
						me dijo que adquirir los granos en el mercado local 
						afectaría al comercio nicaragüense, mientras que es 
						exactamente al revés, porque contribuiría al desarrollo 
						nacional y municipal, garantizando a las personas una 
						alimentación libre de transgénicos y acorde con su 
						cultura y su dieta. A veces el PMA distribuye alimentos 
						que nada tienen que ver con las costumbres locales, 
						distorsionando los hábitos alimenticios y aprovechando 
						para abrir el mercado a estos productos.
						
						
						  
						
						
						
						-¿Qué pasó después de la denuncia y de las reacciones?
						
						
						-En Junio de 2002 se ratificó el Protocolo de Cartagena, 
						el primer instrumento internacional que rige, controla y 
						regula los Organismos Genéticamente Modificados. 
						Establece algo muy claro que es que los organismos 
						transgénicos son organismos diferentes, que ameritan un 
						trato diferenciado y que, evidentemente, estos 
						organismos no pueden ser regulados por leyes comunes.
						
						
						Nicaragua firmó y ratificó el Protocolo de Cartagena 
						entre 2001 y 2002, convirtiéndose en Ley de Estado.
						
						
						A parte de eso, en Nicaragua no existía nada más que 
						regulara el tema de transgénico.
						
						
						El Protocolo de Cartagena surgió de Naciones Unidas y el 
						PMA debería ser una de las instancias más apegadas al 
						Protocolo. 
						
						
						Sucesivamente, la Alianza continuó investigando y se 
						propuso algo más grande: investigar en toda 
						Centroamérica y en el Caribe la presencia de 
						transgénicos.
						
						
						 
						
						
						
						-¿Cómo se realizó esta nueva Alianza?
						
						
						-Comenzamos a buscar aliados en Centroamérica con el 
						objetivo de hacer un monitoreo muy amplio que abarcara 
						toda la región. En 2003 se conformó la “Alianza 
						Centroamericana de Protección a la Biodiversidad” con la 
						participación de diferentes organizaciones de Guatemala, 
						El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica en 
						coordinación con República Dominicana, por un total de 
						por lo menos 75 organizaciones trabajando solamente el 
						tema de transgénicos.
						
						
						 
						
						
						
						-¿Qué tipo de investigación se desarrolló?
						
						
						-Investigamos ayudas alimentarias e importaciones. 
						Decidimos también investigar las importaciones porque, 
						en el caso de Costa Rica y República Dominicana, ellos 
						son más receptores de importaciones que de ayuda 
						alimentaria. En el caso de Nicaragua investigamos 
						también productos procesados como el maíz de MASECA y 
						COMAL.
						
						
						Los resultados fueron los siguientes: el 100 por ciento 
						de todas las ayudas alimentarias en todos estos países 
						salieron contaminadas con transgénicos y la sorpresa fue 
						aún más grande cuando nos dimos cuenta que, en la zona 
						de Chiquimula en Guatemala, se encontró “Star Link”, una 
						semilla transgénica prohibida a nivel mundial y retirada 
						del mercado norteamericano ya desde el 2001.
						
						
						Para los productos ya procesados, descubrimos que las 
						importaciones de productos que provenían de Estados 
						Unidos y que entraban a Costa Rica estaban contaminados 
						con transgénicos y lo mismo pasó en Nicaragua con el 
						maíz de MASECA y COMAL y en República Dominicana.
						
						
						Esta investigación fue muy importante, porque por 
						primera vez en el 2005 se posicionó el tema de 
						transgénicos a nivel centroamericano y el Parlamento 
						Centroamericano y el Consejo Centroamericano de 
						Procuradores de Derechos Humanos se declararon, por 
						primera vez, con resoluciones contra la presencia de 
						transgénicos en Centroamérica y le solicitaron al PMA 
						que desistiera de distribuir ayuda alimentaria con 
						transgénicos, mientras los países no tuvieran 
						legislaciones para esto. Fue un avance muy importante.
						
						
						Esto sentó la base para que en cada país se presentaran 
						proyectos de ley que todavía esperan ser aprobados. En 
						el caso de Costa Rica, se utilizó una estrategia 
						diferente, declarando municipios libres de transgénicos, 
						privilegiando ir de lo local a lo nacional.
						
						
						 
						
						
						
						-¿A que punto están las leyes en Nicaragua?
						
						
						-Presentamos un proyecto de Ley de Prevención de Riesgo 
						de Organismos Genéticamente Modificados y uno para la 
						Ley de Diversidad Biológica y actualmente están en la 
						Asamblea Nacional. Lo que más nos preocupa es que la 
						agenda política, la agenda legislativa no se interesan 
						de las preocupaciones de la población. Hay un proyecto 
						de Ley de Seguridad Alimentaria que nunca fue aprobado y 
						lo mismo pasó con la Ley de Acceso a la Información y 
						esto demuestra que no hay ideas claras sobre el 
						desarrollo.
						
						
						Nicaragua y Centroamérica pasaron todos estos años 
						intentando aprobar el Tratado de Libre Comercio con 
						Estados Unidos (CAFTA), sin cubrir los vacíos 
						legislativos y las capacidades técnico-científicas para 
						poner un control suficiente sobre las importaciones.
						
						
						 
						
						
						
						-El hecho de haber firmado el CAFTA y sus capítulos 
						relacionados con patentes, ¿De qué -manera va a afectar 
						a Nicaragua?
						
						
						No se trata de un simple Tratado comercial, sino que es 
						mucho más y hemos entregado la Región centroamericana al 
						Gobierno norteamericano. Así de fácil. Evidentemente no 
						hemos podido todavía percibir los impactos del CAFTA en 
						el ambiente, en la salud alimentar. Es seguro que las 
						oligarquías y los empresarios norteamericanos y 
						centroamericanos van a aprovechar de ese ambiente para 
						hacer diferentes cosas.
						
						
						Una serà sustituir el campo por zonas industriales. 
						Estamos hablando de la era de la extinción de los 
						pequeños y medianos productores locales, sustituidos por 
						grandes terratenientes y monocultivos, que ya es un 
						proceso en marcha y que se va a intensificar.
						
						
						Pero también Nicaragua subordinó su legislación a la 
						legislación norteamericana y ahora se va a firmar otro 
						tratado con la Unión Europea y ojalá que el CAFTA sea el 
						techo y no el piso de la negociación con la UE, porque 
						no podemos entregar más de los que ya se entregó.
						
						
						 
						
						
						
						-¿Por qué ese interés por Centroamérica?
						
						
						-Es muy sencillo. El 5 por ciento de la Biodiversidad 
						mundial está en Centroamérica. El patrimonio genético 
						que puede servir para fármacos, alimentos, vacunas se 
						encuentra aquí y en la zona de Amazonia. La diversidad 
						biológica y el agua, que ya no tienen estos países, las 
						tenemos nosotros. 
						
						
						 
						
						
						
						-¿Cómo se llegó a la situación que algunas Alcaldías del 
						país denunciaron en estos días?
						
						
						-Fue una situación diferente, porque en este caso fueron 
						los Gobiernos Municipales de Jinotega y Siuna a 
						solicitarnos el apoyo para hacer un estudio sobre las 
						donaciones que recibían del PMA.
						
						
						Ya habían escuchado hablar de los transgénicos y habían 
						detectado problemas en la salud de niños y niñas que se 
						estaban alimentado con esta ayuda y querían averiguar si 
						los transgénicos estaban involucrados en esta situación, 
						que se estaba presentando en los Colegios.
						
						
						Nosotros les explicamos que podíamos ayudarles en 
						identificar la presencia de transgénicos, pero que para 
						los efectos en la salud se necesitaba de otro tipo de 
						estudio.
						
						
						Sin embargo, estamos seguros de que era el consumo de 
						estos alimentos lo que estaba afectando la salud. 
						
						
						
						Cuando hicimos el estudio, salió una vez más la 
						presencia de transgénicos en el 100 por ciento de la 
						muestra. Esto preocupó enormemente a los Consejos 
						Municipales y comenzaron a empoderarse más del tema y 
						ahora están convencidos de que tienen que legislar a 
						nivel municipal sobre el tema de Bioseguridad, aunque no 
						exista una ley a nivel nacional.
						
						
						 
						
						
						
						-¿Qué es lo que están proponiendo?
						
						
						-Por el momento están proponiendo al PMA sustituir la 
						ayuda con transgénicos con productos locales o 
						nacionales.
						
						
						Hasta el momento el PMA no ha dado respuesta.
						
						
						Esperamos que tenga la responsabilidad de escuchar y no 
						desestime y menosprecie las preocupaciones de estas 
						personas, porque estamos hablando del derecho a una 
						alimentación sana y adecuada.
						
						
						Para nosotros no es una tercia y no estamos midiendo 
						fuerza con el PMA, ni con ningún gobierno, sino que 
						estamos defendiendo nuestros derechos.
						
						
						Independientemente de las posiciones y de los estudios 
						que existen, hay verdades que no se pueden ocultar. Los 
						transgénicos son organismos diferentes y los estamos 
						comiendo. Tienen riesgos inaceptables y no vienen a 
						cubrir las necesidades de nuestros países, sino que se 
						ponen como otra opción.
						
						
						 
						
						
						
						-¿De qué forma la Alianza va a acompañar a los 
						Municipios que fueron afectados?
						
						
						-La Alianza va a comenzar un proceso de fortalecimiento 
						de la producción y distribución de semilla criolla, 
						dando alternativas a los productores y posiblemente, 
						desarrollando un Banco de Semillas para consumo local.
						
						
						
						Vamos a trabajar en la investigación en Salud con 
						institutos internacionales, porque no podemos permitir 
						que exista otro oprobio como el Nemagón dentro de 
						diez-quince años.
						
						
						Vamos además a trabajar el Marco Legislativo. Una Ley de 
						Bioseguridad no es todo el Marco legislativo, porque es 
						mucho más complejo. Ya sabemos que la Embajada 
						norteamericana está monitoreando todo lo que estamos 
						haciendo a nivel legislativo y estamos seguros que 
						pronto van a salir presiones muy fuertes. También 
						tenemos que trabajar en divulgación y capacitación, 
						porque queremos que la gente se siga informando.
    
    					
                    
							
						
						
							
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														En Managua, 
														
														Giorgio Trucchi 
														
														
														© Rel-UITA 
														 
														21 de abril de 2006 | 
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