CARTA ABIERTA
Los/as asistentes e instituciones organizadoras
del II
Foro Sobre Contaminantes Químicos Ambientales y
Participación Social tomaron el
compromiso de promover una iniciativa ciudadana
que, en sus fundamentos, retome lo esencial de
los aportes recibidos en ese encuentro,
provenientes de los/as diversos panelistas y de
las intervenciones y propuestas del público.
El compromiso común, además, incluyó la producción de un
llamado a las autoridades locales y nacionales
concernidas por este tema para volver a reunirse
con la sociedad organizada, pero esta vez ya no
para hacer un diagnóstico sino para establecer,
en conjunto, un campo de cooperación,
participación y acción coordinadas, así como
mecanismos y procedimientos de comunicación e
intercambio de información e ideas.
Quienes participamos en el Foro estamos convencidos/as de que
cualquier acción efectiva y eficaz para
controlar el uso y los efectos de los
contaminantes químicos ambientales exige la
participación de una diversidad de actores; los
gobiernos, los técnicos oficiales y
universitarios, sin duda, como hasta ahora
ocurre en la mayoría de los casos, pero también
de la comunidad informada y organizada en torno
a este tema. Nuestra experiencia como
organizaciones sociales nos demuestra que los/as
vecinos/as y trabajadores/as, son casi siempre
los mejor informados de lo que sucede en su zona
y lugares de trabajo, y a veces también los más
dispuestos a aportar soluciones tempranas,
simples, sensatas y siempre económicamente
accesibles. Por eso su participación activa es
imprescindible. De la misma manera, ellos/as son
los/as más indicados/as para ejercer un
contralor de la ejecución de las decisiones y
políticas que se adopten desde las instituciones
oficiales que, en este caso, corren con la
ventaja de no tener que incluir los costos de
estas estructuras sociales de base en sus
presupuestos.
La comunidad es, pues, inspiración de leyes y reglamentos,
instituciones y entidades que protegen sus
derechos; las organizaciones comunitarias y
sociales, por tanto, deben participar en las
instancias que originan las normas y en el
sistema que garantiza su aplicación en la
práctica, en el espacio comunitario real, de
carne y hueso.
Esto no puede hacerse sin un espíritu colectivo, general, de
cooperación mutua, de responsabilidad compartida
con sensatez e inteligencia, pero sin
claudicaciones ni ambages.
Es claro que todos los actores concernidos debemos hacer un
aprendizaje para hallar los instrumentos más
eficaces y realistas de esa cooperación. Si bien
el país tiene una larga historia de divorcio, de
aislamiento de sus estructuras oficiales
vinculadas a este tema en relación con la
comunidad, también es justo reconocer que,
muchas veces, las organizaciones sociales no
enfocaron acertadamente sus reclamos, o no
duraron lo suficiente como para acumular la
experiencia vivida y transformarla en reflexión
y propuestas colectivas. En otros casos, recién
se empieza a percibir la importancia de los
temas ambientales para la salud, el empleo, la
seguridad y la calidad de vida de la sociedad.
Hoy parece llegada la hora de animarse a instrumentar
cambios, a abrir nuevos espacios a partir de una
expectativa creada por la historia, por los
antecedentes de quienes desde los gobiernos
locales y nacionales, y desde las organizaciones
sociales, pugnan por un mundo mejor, pero no
sólo en las estadísticas, entre las gráficas de
barras y columnas, sino sobre todo en las
veredas y calles de nuestras ciudades y
poblados, en las chacras y los cultivos de
nuestro campo, en policlínicas, centros de salud
y hospitales del Uruguay.
Para eso hay que juntarse, aunque no entreverarse. Tal vez
una de las condiciones sine qua non de la
cooperación es que cada agente conserve su
identidad, defienda y difunda su enfoque con la
misma convicción con la que escucha el de los
demás. La importancia y complejidad del tema
llaman a la integración antes que a la
prevalencia de unos u otros, a la articulación
de los aportes y al diseño dinámico de políticas
e instrumentos.
No es una novedad, pero sí una acción imprescindible: la
participación es la garantía de un buen
gobierno, o por lo menos de evitar los errores
más graves.
Por todo esto, y cumpliendo con los aprobado al cierre del
Foro:
La comunidad organizada presente en el II Foro sobre
Contaminantes Químicos Ambientales y
Participación Social realizado el 3 y 4 de
noviembre de 2005, llama por medio de esta carta
abierta a la creación de un espacio de
cooperación y participación amplio y diverso,
junto a las autoridades de los gobiernos
nacional y locales concernidas, así como a
representantes de las Facultades que entiendan
en el tema para definir en conjunto los
mecanismos de participación social en el
diseño de las políticas específicas y en el
contralor de su correcta aplicación.
Comisión Vivir sin
Plomo
Rel-UITA
Montevideo, XXI de noviembre
de 2005