-¿Para quién trabaja usted?
-Para el contratista Antonio
Texeira. El recibe pedidos de personal de los propietarios
de las plantaciones y contrata la gente.
-¿Cómo es su jornada?
-El ómnibus nos pasa a buscar a
las 10 de la mañana. Mientras llegamos a las chacras y
entramos, recién empezamos a las 12 y terminamos a las 18
horas. Actualmente estamos trabajando sólo seis horas.
-¿Hacen una pausa para
almorzar?
-No, no. Si nos da el tiempo
almorzamos en la chacra antes de empezar el trabajo, y si no
almorzamos en el ómnibus.
-¿Cuántas personas tiene cada
cuadrilla?
-Unas 25 personas. Y trabajan
dos cuadrillas juntas.
-¿Cuánto carga en la bolsa
naranjera?
-Unos 15 kilos. Tenemos que ir
cargando una escalerita y subir por ella hasta alcanzar la
fruta. Hay escaleras de dos escalones y hasta de 15
escalones. De hecho, pasamos la mayor parte del tiempo sobre
la escalera, y uno muchas veces está con chinelas, o
descalzo, entonces los pies duelen mucho.
-¿Cuánto se cosecha en seis
horas de trabajo?
-Una persona muy experiente
puede cosechar hasta 30 cajones, pero no todos llegan a eso.
-¿Cuánto le pagan?
-En este momento pagan 2,20
pesos por cajón.
-Quiere decir que si en
promedio cosecha 25 cajones por jornada de seis horas, usted
gana apenas 9 pesos por hora.
-En realidad es menos, porque
subimos al ómnibus a las 10 de la mañana y en la noche
bajamos a las 19. Ahí da 6 pesos por hora. Y eso cuando
estamos cerca de las chacras, porque una vez hicimos más de
100 kilómetros para ir y otro tanto para volver. Fueron 14
horas y no nos dan ni un peso para viáticos.
-¿En ningún momento paran
para descansar?
-No. No paramos nada. Es sin
descanso.
-¿Cada cual tiene que llevar
el agua?
-No, ellos proporcionan un bidón
de 20 litros. Pero siempre llevan el mismo, desde hace años.
Nunca lo limpian. Adentro tiene algas y mucosidades. A veces
alguno de nosotros lo lleva a su casa para limpiarlo.
-¿Les dan ropa de trabajo?
-Ninguna ropa. No nos dan nada
para protegernos.
-¿Les fumigan la bolsa donde
colocan las naranjas cosechadas?
-En algunas chacras fumigan las
escaleras y las bolsas, pero es la minoría. En unas chacras
de El Espinillar ahora nos hacen pisar unas alfombras
mojadas con un químico. Algunos tienen calzados sanos, pero
otros los tienen rotos y nos quedan los pies mojados.
Después una persona con una mochila fumigadora nos moja las
manos. Después tenemos que subir al ómnibus para ir hasta e
lugar de trabajo. Como nadie nos advierte nada nosotros
comemos, fumamos, tomamos mate con las manos llenas de ese
producto.
-¿Ha estado expuesto muchas
veces a productos químicos?
-Muchas veces. Recientemente
estábamos trabajando en una chacra en Constitución y vimos
venir la avioneta desparramando un líquido marrón con un
olor dulzón. Paso tres o cuatro veces, y en ese momento
éramos unas 200 personas trabajando. En otra oportunidad los
tractores fumigadores no se dieron cuenta de que estábamos
nosotros y se acercaron mucho. Cuando se fueron, enseguida
nos hicieron entrar a ese sector para cosechar la fruta
todavía mojada. Quiere decir que estoy permanentemente
expuesto a los químicos.
-¿Sucede a menudo que
trabajen con los árboles recién fumigados?
-Muy a menudo. Hace poco fuimos
a una quinta donde la fruta que cosechábamos estaba
completamente blanca, impregnada en un producto químico. Le
dije al capataz, pero me contestó que no había ningún
peligro. Uno quedaba blanco de la cabeza a los pies (Probablemente se trataba de
ácido giberélico –una hormona- y caolinita, que es una
materia arcillosa).
-Usted sufrió recientemente
una fuerte contaminación. ¿Cómo sucedió?
-En abril de este año estaba en
una chacra de la empresa Caputto. Era el cuarto día que
trabajábamos allí, siempre recién fumigado, blanco. Ahí
empecé a sentir una picazón fuerte, como siempre, calor.
Normalmente llegó a casa, me baño y se me va casi todo. En
verano me salen ampollitas en las manos y los brazos. Como
los cítricos tiene espinas, siempre tenemos heridas y duelen
mucho porque se irritan y se infectan. Y desde entonces,
abril, mayo, empecé a notar que en la cabeza tenía como unas
pelotitas blancas que fueron creciendo y, al final, eran
como escamas de las cuales salía pus. Después me salió
detrás de la oreja izquierda, en el pecho –creí que me había
quemado con un cigarrillo-, pero no me quedé tranquilo.
-¿Qué otros síntomas tuvo?
-Flojera en las piernas,
decaimiento, dolores en las piernas. Pero yo no soy de
aflojar, así que seguí trabajando como estaba, que parecía
quemado y todavía parezco.
-¿Fue al médico?
-Sí, me dijo que era una
infección. Las escamas fueron avanzando hasta que me tomaron
toda la espalda, los brazos y el pecho, y en las piernas me
salieron una ronchas grandes. Regresé tres veces al médico
hasta que me dijo que era por los agrotóxicos. Y eso fue lo
que escribió en mi historia clínica. Un compañero del
sindicato me dijo que hablaría con la gente de la UITA, y al
día siguiente ellos me trajeron para Montevideo y desde
entonces estoy viendo doctores y empecé un tratamiento
-¿Cuánto hace de eso?
-Ahora hace casi un mes. Me
están atendiendo en el Banco de Seguros. Primero me vieron
otros médicos dermatólogos y dijeron que había que tratarme
como a un quemado. Estuve 24 días internado. Me hicieron
análisis de sangre y biopsias, y los resultados confirman
que mi problema es por los productos químicos.
-¿Quién es el médico
responsable de su caso en el sanatorio del BSE?
-El médico internista es Vieri
Martínez. Me trataron siempre muy bien.
-¿Cuál es ahora su situación?
-Tengo que seguir el tratamiento
y estoy esperando que el BSE declare esto como una
enfermedad laboral.
-¿Usted sabe si hay otros
recolectores de naranja con sus mismos problemas de salud?
-Sí, sé que hay muchos que
tienen las mismas ronchas, ampollas, picazón. Según lo que
cuentan, creo que debe ser la mayoría. En el sanatorio me
contaron que hay un muchacho que trabaja en los invernáculos
que está completamente quemado, que le sale pus de las
heridas. A otros les ataca la vista, como a mi hijo, que
enseguida le arden los ojos, y a veces tiene mareos y dolor
de cabeza.
-¿Qué edad tiene su hijo?
-El tiene 23 años, pero empezó a
los 20. Hay muchos jóvenes de 18 años trabajando en la
naranja. Antes contrataban muchachos más jóvenes, pero
después salió una ley que lo prohíbe.
-¿Cuántas personas trabajan
en la recolección de naranjas en Salto?
-En el trabajo en las chacras
debemos ser unos 3 mil, y en el packing deben ser unas mil
personas.
-¿Cómo se siente de ánimo?
¿No está a veces deprimido, triste?
-A veces, sí, pero trato de que
no se me note, por la patrona, para que ella no se preocupe
más, porque está muy enferma. Pero cuando me siento así me
voy, salgo a caminar, a veces lloro, hasta que se me pasa.
Pero nunca se me pasa del todo.
-¿Qué papel ha jugado el
sindicato en su caso?
-Me ha apoyado desde el primer
momento. Me he sentido totalmente respaldado, así como mi
familia. Tanto en la parte médica como psicológicamente. La
verdad, no tengo palabras para agradecer todo lo que están
haciendo.
El ingeniero agrónomo "gaúcho" Sebastião Pinheiro
participó en la entrevista con Hugo López, e hizo algunos
comentarios
|
Carlos Amorón y Sebastião Pinheiro |
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-Recuerdo que hace unos años
estuvimos en Salto donde había ocurrido un incidente muy
serio en un campo de esta misma empresa, Caputto. Fue una
fumigación aérea sobre los trabajadores. Esto no es un
accidente de trabajo, sino una acción continuada de agresión
a las personas. En este caso López es impedido de poder
trabajar por agresión reiterada. Los daños que esta
exposición causa puede variar según cada persona, según su
contexto alimentario, psicosocial, etc. Lo peor es que
después de tantos años de pelear contra los plaguicidas
fabricados en el primes mundo, hoy me veo obligado a
extrañarlos, porque donde se fabrican ahora –China, Brasil,
México, Indonesia, Argentina- la calidad no tiene control.
Los plaguicidas que se usan en la actualidad contienen mucha
cantidad de impurezas que son más contaminantes y peligrosas
que el propio producto, como son los nitrofenoles, los HCB y
otros. Nadie lo sabe. Se piensa que se está usando aquel
Malathión alemán, contra el cual ya peleábamos, pero ahora
la situación es mucho peor. Nuestros toxicólogos fueron
formados con la información del producto alemán, no del
chino o del argentino. Hay muy poca información acerca de
esto. Pero la relación actual entre capital y trabajo instala
la impotencia, la derrota anticipada, y quedamos impotentes
viendo que la situación es mucho peor que hace 20 años.
Deberíamos decir ¡basta!, porque la cantidad de víctimas
aumenta día a día.
Con respecto a la depresión de
los intoxicados con agroquímicos, está estudiado que se debe
a que el calcio es bloqueado y no puede llegar al cerebro,
lo que genera problemas serios de depresión, en general
causados por los fosforados y los piretroides.
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Leonardo de León, responsable
del departamento de Agroecología de la Rel-UITA, también
presente en la entrevista, expresó:
-Esto no es sólo un problema de
Hugo, sino de todos nosotros, Los uruguayos nos enteramos en
estos meses que crece el PBI agropecuario, aumentan las
exportaciones agrícolas, datos que se festejan. Pero la
situación de Hugo también es un dato, y muy fuerte, de otra
realidad que no se tiene en cuenta cuando se manejan esas
cifras, una realidad oculta. El avance del agronegocio, la
sojización y la forestación contrasta con la desaparición de
35 mil productores del campo uruguayo en los últimos 40
años. Por otro lado, estamos asistiendo a que se empiezan a
conocer bolsones de miseria, de desnutrición infantil
similares a algunas zonas africanas, y se trata de hijos de
asalariados rurales, algunos sin trabajo, pero otros con
empleo. Entonces, nos preocupa que ese crecimiento agrícola
no se refleja en desarrollo social, productivo ni en
seguridad alimentaria para los uruguayos.
El caso de López es uno de
tantos en los cuales no se tiene en cuenta la vida de los
trabaja-dores, ya no hablemos de sala-rio, de condicio-nes
dignas de trabajo. Hay gente viviendo en las plantaciones de
árboles en condicio-nes similares a las de la esclavitud. No
tiene alimento suficiente ni adecuado, techo bajo el cual
protegerse, ropa de trabajo... Hoy vemos lo que pasa en los
naranjales, pero los trabajadores más agredidos por los agrotóxicos son los que están dentro de los invernáculos. No
hay información oficial sobre esto, y hay en la actualidad
equipos médicos, pluridisciplinarios que están intentando
hacer un relevamiento sobre esta situación.
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Hugo
López, Carlos Amorín, Sebastião Pinheiro y
Leonardo de León |
|
Carlos Amorín
© Rel-UITA
7 de setiembre de 2004