La Asociación Nicaragüense de Afectados por
Insuficiencia Renal Crónica (ANAIRC) y el Comité
“Rescatando los recursos naturales de Nicaragua”
invitaron a los medios de comunicación
nacionales e internacionales a una conferencia
de prensa, en que dieron a conocer una carta
pública enviada al Presidente de la República
electo, Daniel Ortega Saavedra
También se entregó a los medios la resolución a
favor de los cañeros y bananeros nicaragüenses
afectados por agrotóxicos, emitida por la
Rel-UITA durante la
13 Conferencia Regional Latinoame-ricana
que se
desarrolló en República Dominicana, el pasado
mes de octubre de 2006.
La Presidenta de ANAIRC, Carmen Ríos, dio
lectura a la carta dirigida a Ortega en la que
se pide al nuevo gobernante tomar en serio el
drama que están sufriendo miles de afectados por
Insuficiencia Renal Crónica (IRC), para buscar
soluciones a los problemas que a diario tienen
que enfrentar.
“Estamos apelando a Usted porque según nuestras
estadísticas el número de fallecidos por esta
enfermedad va en aumento: entre el año 2000 y el
2005 murieron 1007 personas por IRC y de enero
al 31 diciembre del 2006 han muerto 1396
personas, para un total de 2043 fallecidos,
todos ellos ex trabajadores de la agroindustria
azucarera. Según estos datos, se evidencia que
en el último año ha muerto un promedio de 4
personas por día en la ciudad de Chichigalpa, a
consecuencia del uso de pesticidas e ingesta de
agua contaminada, ya que los productos
agroquímicos alcanzaron los mantos acuíferos”.
“Esta enfermedad profesional –continúa la carta– merece toda la atención de las
autoridades de Salud y del Instituto de
Seguridad Social y les demandamos que giren en
lo inmediato las instrucciones pertinentes
para la atención de estos casos”.
La carta termina con dos demandas muy puntuales
que tienen que ver con la asistencia
especializada para los casos de IRC y la entrega
de las pensiones que todavía están pendientes.
Durante la actividad se presentó el video “Cinco
minutos de tu tiempo”, de los cineastas
Jorge Torres, Daniel Alegría, Ernesto Pinheiro y
Martha Clarissa Hernández, en el cual se relata
la historia de un ex trabajador del azúcar del
Ingenio San Antonio, Carlos Emilio Rico,
afectado IRC,
quien falleció el pasado 30 de diciembre
mientras se estaban grabando las imágenes y
recogiendo sus declaraciones.
Imágenes impactantes de una realidad aún muy
poco conocida en Nicaragua que, de forma cada
día más acelerada, se está transformando en una
verdadera masacre silenciosa, un exterminio
“legalizado”, fruto de un sistema económico de
sobreexplotación de la mano de obra local.
¿Cuántos muertos más se necesitan para que las
instituciones declaren este caso como emergencia nacional?
¿Cuándo tendrán el valor de apoyar
a los afectados en sus demandas
contra las poderosas empresas responsables de
esta masacre?
“Esta historia que vieron en el video – declaró
Carmen Ríos – es algo que a nosotros nos toca
vivir todos los días. Todos los días vemos el
llanto de los familiares en los hogares de
Chichigalpa. Vemos a nuestros hijos deambulando
por las calles, cuyos padres, quienes un día le
trabajaron a esta gran transnacional
agroindustrial, ya se murieron. Estamos hoy aquí
para denunciar, no solamente los fallecidos por
IRC, sino también los más de 7 mil enfermos.
Teníamos el anhelo de trabajar y llevar adelante
nuestras familias, pero encontramos la muerte,
esa muerte que todos los día nos acecha, como
vieron en el video. Nos acostumbramos a la
muerte, algo que para las demás personas es
incomprensible y es algo que pasa en todas las
comunidades aledañas a Chichigalpa y al Ingenio
San Antonio.
La gente salió contaminada por la
irresponsabilidad del empleador y por la ingesta
de agua, contaminada por les pesticidas que
riegan en el Ingenio San Antonio. Los ingenieros
y los administradores toman agua purificada,
pero los obreros y sus familias tomamos agua del
grifo. Tenemos una comunidad que se llama
Trojilo, donde todos fueron trabajadores del
ingenio y todos están afectados. A otro lugar le
decimos “La isla de las mujeres solas”, porque
allí residen sólo las viudas con sus hijos
huérfanos.
Luchamos – continuó Ríos – para que estas viudas
y los enfermos tengan sus pensiones, porque es
un derecho constitucional y para que se les dé
atención médica. Esto es un problema de nación y
con el gobierno saliente firmamos acuerdos para
que se nos brinde atención médica, para que se
nos entreguen las pensiones, para que nos
apoyara para pedir justicia a estos grandes
empleadores, para que nos indemnizaran por los
daños y perjuicios a nuestra salud. Hasta la
fecha se ha cumplido sólo una mínima parte de
estos acuerdos”.
Los miembros de la Junta Directiva de ANAIRC
pidieron al presidente electo que cumpla
con las promesas hechas a lo largo de la
campaña a favor de los sectores afectados por
agrotóxicos y que esta denuncia salga de las
fronteras de Nicaragua y llegue al mundo entero.
Agregaron además que hay suficientes pruebas
para comenzar la lucha en contra del Ingenio San
Antonio, propiedad de la Nicaragua Sugar
Estates Limited, para que les indemnice por
los daños ocasionados a miles de ex trabajadores
y sus familias.
Días atrás, los miembros del Comité
“Rescatando los recursos naturales de Nicaragua”
comenzaron una serie de actividades para dar a
conocer el drama de estos sectores afectados por
agrotóxicos.
Según Nancy Raquel Amaya “nuestro Comité
está conformado por jóvenes de diferentes
ciudades de Nicaragua. Estamos desarrollando
diferentes actividades como esta conferencia de
prensa y una recolección de firmas para que las
autoridades tomen una posición firme frente a la
gravedad del uso de agrotóxicos y a las
enfermedades que se están originando. Hasta la
fecha hemos recolectado unas 6 mil firmas
válidas y tenemos el objetivo de alcanzar las 10
mil, para después entregarlas a ANAIRC”. Este
comité realizó también una concentración en una
zona céntrica de la capital, en que se
desplegaron mantas y rótulos en contra del uso
de agrotóxicos y de la implicación de la empresa
dueña del Ingenio San Antonio.
Según datos de ANAIRC, en este Ingenio se
estarían utilizando aproximadamente 17
agrotóxicos, muchos de ellos pertenecientes a la
“docena sucia”.