Chiquita es una
de las transnacionales bananeras más grandes del
mundo. Los trabajadores de sus plantaciones en
Costa Rica organizados en el Sindicato de
Trabajadores Agrícolas, Ganaderos y Anexos de
Heredia (SITAGAH) denuncian que son fumigados
con agrotóxicos mientras trabajan, y que cuando
se quejan son despedidos por falta grave. Por si
fuese poco, los trabajadores alertan también
sobre la existencia de persecución sindical y la
presencia de una guardia privada que sustituye a
la Policía y hasta a la propia Justicia
Apenas comenzaba la mañana del pasado 16 de
marzo cuando Miguel Sánchez y otro
supervisor -conocido por los trabajadores como “Emilio”-
de la finca Coyol, propiedad de la Compañía
Bananera Atlántica Limitada (COBAL-CHIQUITA),
ubicada en la zona de Sarapaquí, Costa Rica,
ordenaron a una cuadrilla que ingresara en una
zona de la plantación para aplicar el nematicida
Furadán. Allí estaban realizando diversas
labores varios trabajadores y parceleros, pero
su presencia no impidió la aplicación del
potente agrotóxico.
La cuadrilla que venía aplicando el nematicida
invadió el área de cosecha por la
irresponsabilidad de Sánchez y “Emilio”,
como lo reconoció el representante patronal
durante la audiencia conciliación que se llevo a
cabo el pasado 3 de mayo en el Ministerio de
Trabajo, cuando admitió que había ocurrido una
descoordinación que resultó en la exposición de
los trabajadores al nematicida.
Qué es el Furadán
También conocido como Carbofurán (N-Metil
Carbamato) y otros nombres comerciales, es un
producto clasificado como “altamente tóxico”, y
toda la literatura toxicológica internacional
recomienda que en casos de exposición aguda se
consulte a un médico de manera inmediata. Los
principales síntomas de intoxicación con Furadán
son “malestar generalizado, debilidad muscular,
mareos y sudoración, dolor de cabeza,
hipersalivación, náuseas, vómitos, diarreas,
visión borrosa, descoordinación, espasmos
musculares, incoherencia. En casos severos,
depresión del sistema nervioso central, coma,
hipotonía, hipertensión y depresión
cardiorrespiratoria. Disnea, broncoespasmo,
bronquitis y eventual edema pulmonar”.*
Asimismo, se advierte enfáticamente que los
contaminados no deben regresar a sus casas con
la ropa de trabajo para evitar la intoxicación
de sus familias, y se recomienda un seguimiento
médico durante varias semanas.
COBAL-CHIQUITA
no sólo expuso a los trabajadores a este
peligroso agrotóxico, sino que sustituyó todos
sus deberes por una caja de leche, y envió al
personal a sus casas con la misma vestimenta
contaminada.
Las consecuencias
Todos los trabajadores que se encontraban en el
área donde estaban aplicando Furadán sintieron
los efectos del nematicida. Alexander Reyes
Zúñiga y Jaime Blanco Juárez
padecieron fuertes mareos, vómitos y fatiga.
Blanco Juárez fue trasladado a un
dispensario mientras que a Reyes Zúñiga
el supervisor le suministró agua azucarada y una
caja de leche, y luego lo envió de regreso a su
casa.
Al día siguiente, Reyes se presentó al
trabajo pero le comunicó al supervisor que
continuaba experimentando los mismos síntomas de
intoxicación. Esa mañana había más trabajo que
brazos, así que Reyes fue enviado a la
plantación como cualquier otro día.
La denuncia y la
represalia
Reyes
es representante en la zona del Sindicato de
Trabajadores Agrícolas, Ganaderos y Anexos de
Heredia (SITAGAH), afiliado a la
Coordinadora de Sindicatos Bananeros de Costa
Rica (COSIBACR). Junto a Marco
Gonzáles Borges, otro de los afectados,
Reyes decidió denunciar ante la empresa la
temeridad de los responsables de que se hubiese
efectuado una aplicación de Furadán con el
personal dentro del área de riesgo. COBAL-CHIQUITA,
sin embargo, no sólo desestimó investigar lo
ocurrido, sino que acusó a los denunciantes de
haber ingresado a trabajar de forma
irresponsable en un área restringida. Un mes
después del incidente, ambos trabajadores fueron
despedidos sin indemnización.
Los antecedentes
La situación no es verdaderamente nueva, aunque
esta vez la impunidad de que goza COBAL-CHIQUITA
alcanza ribetes extraordinarios. Más aún si se
toman en cuenta las denuncias que desde hace
varios meses vienen realizando SITAGAH y
COSIBACR y que se refieren esencialmente
a:
Persecución sindical
Los trabajadores que se afilian al sindicato son
amenazados con el despido, con incluir sus
nombres y los de sus familiares en listas
negras; los discriminan ordenándoles realizar
las labores más sacrificadas y peor remuneradas.
De esta manera, los trabajadores afiliados al
sindicato están bajo una permanente presión
psicológica ejercida por los llamados “técnicos
laborales”, cuya verdadera tarea dentro de la
empresa es ejecutar una política de persecución
sindical.
Despidos como represalia
Por medio de los “técnicos de relaciones
laborales”, la empresa ha inventado procesos
disciplinarios a los que denomina “debido
proceso”. Lo curioso es que ella es juez y
parte, pues dirige “las investigaciones” y
resuelve los despidos; y lo que es peor: a los
trabajadores que involucra en estos mal llamados
debidos procesos les niega copia de la
documentación que supuestamente genera la
investigación, lo que significa la imposibilidad
de ejercer el derecho a la defensa y a tener un
verdadero debido proceso. Obviamente, estos
procedimientos no están contemplados en la
legislación costarricense, por lo que carecen de
cualquier legalidad.
No obstante, mediante la aplicación de
esta metodología sui generis, en lo que va del
año COBAL-CHIQUITA ha despedido a más de
30 trabajadores sin indemnización por el
“delito” de ser sindicalizados, y a más de 50
trabajadores con indemnización por la misma
causa.
Persecución laboral y
salarial
Los trabajadores sindicalizados son sometidos a
duras pruebas: se les cambia de trabajo para
afectar su salario, a pesar de que realizan sus
tareas con igual o mayor cuidado que los demás
trabajadores, a ellos se les exige más que a
nadie y hasta el más mínimo detalle; se les
somete al aislamiento con el único fin de
ejemplarizar a los demás trabajadores y evitar
el crecimiento de la organización sindical.
Guardia privada
COBAL-CHIQUITA
imprime un carácter policial, agresivo y
prepotente a las relaciones laborales con sus
trabajadores, especialmente a los afiliados al
sindicato. Por ejemplo, la guardia privada que
mantiene la empresa ha participado en el
decomiso de documentos a trabajadores
inmigrantes, al mismo tiempo que los amenaza con
deportarlos. También amedrenta a los afiliados
al sindicato allanando sus viviendas, y en al
menos un caso la guardia de la empresa practicó
revisaciones corporales a hijos de trabajadores.
Indiferencia ante las
denuncias del Sindicato
Existe un documento suscrito por el Sindicato y
la empresa llamado “Reglas de procedimiento para
la conciliación” según el cual COBAL-CHIQUITA
tiene la obligación de atender las requisitorias
presentadas por los trabajadores, pero la
empresa ignora sus obligaciones ya que existen
graves denuncias que llevan hasta un año sin ser
respondidas.
Como consecuencia de todo esto, los trabajadores
han presentado una denuncia ante la Inspección
del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
En diálogo con Sirel, Ramón Barrantes,
coordinador general de COSIBACR, expresó
que reclaman “la inmediata apertura de una
instancia de diálogo para analizar las
condiciones de reintegro de los despedidos
Reyes y Gonzáles, y a continuación el
inicio de una relación seria, responsable por
parte de la empresa con el Sindicato, para que
los trabajadores de COBAL-CHIQUITA sean
respetados en sus derechos constitucionales,
humanos y laborales”.
Gerardo Iglesias
y
Carlos Amorín
© Rel-UITA
18 de mayo de 2007
* Fuente:
http://www.epa.gov/pesticides/safety/healthcare/handbook/Chap05.pdf