Científicos de la Universidad de Florida han llevado a cabo
una investigación relacionada con el Desorden del Colapso de
las Colmenas (CCD por su sigla en inglés), que ha
significado la desaparición de más de un tercio de las
abejas productoras de miel en los Estados Unidos. La causa
se debería a la exposición de las larvas a un cóctel de
agrotóxicos usados frecuentemente.
La
investigación en curso, conducida por el especialista en
apicultura Jamie Ellis del “Institute of Food and
Agricultural Sciences”, ha dado a conocer la evaluación de
larvas expuestas a los agrotóxicos más frecuentemente
hallados en las colmenas y sobre cómo reaccionan frente a la
combinación de los mismos.
Las mezclas
químicas plantean un dilema para la apicultura. Tal como la
combinación errónea de medicamentos puede causar resultados
imprevisibles e incluso mortales para los seres humanos,
también puede causar estos mismos efectos en las abejas. Las
abejas están expuestas a una mezcla de agrotóxicos que son
aplicados a las propias colmenas o en la cercanía de las
mismas.
La cera de
abejas, la miel y el polen pueden contener mezclas bajas de
fungicidas, de insecticidas y de herbicidas. Las larvas se
desarrollan en ese ambiente y consumen tales mezclas. De
acuerdo con el Dr. Ellis, “Cualquiera de estos
agrotóxicos pueden no ser tan dañinos para el desarrollo de
las larvas. Sin embargo, es posible que las combinaciones de
los agrotóxicos pueden interactuar entre si.”
Este es el
primer trabajo que estudia la combinación de estos productos
químicos introducidos en la etapa larval. El estudio examina
los efectos individuales de los herbicidas, de los
fungicidas y de los insecticidas encontrados comúnmente en
las colmenas (clorotalonil, mycobutanil, simazina, glifosato,
clorpirifos, coumaphos, fluvanlinate, imidacloprid y amitraz).
Para
realizar el estudio los investigadores transfirieron larvas
individuales a envases especiales donde les dieron una dieta
típica que contenía una dosis de agrotóxicos.
Algunos de
los agrotóxicos revelaron resultados sorprendentes. Por
ejemplo, las abejas parecían demostrar una respuesta
errática frente al coumaphos y al fluvalinate, sustancias
usadas generalmente para matar el ácaro de la Varroa. Esto
podría significar que algunas abejas han llegado a ser
resistentes a dichos plaguicidas mientras que otras no.
El Dr.
Mike Scharf, entomólogo de la Universidad de Florida e
investigador del proyecto dijo que “Existe una interacción
muy compleja e imprevisible entre los productos químicos y
la genética”, y más aún “cuando las abejas han estado
expuestas en la etapa larval. La exposición a agrotóxicos en
esta etapa de desarrollo puede tener efectos significativos
sobre las abejas adultas.
En los
pasos siguientes de la investigación, se reintroducirán
estas abejas adultas en la colmena para observar su reacción
frente al ácaros de la Varroa e infecciones bacterianas.” El
Dr.Ellis declaró que implicará bastante trabajo
recorrer todos los escenarios, pero que a fin de cuentas,
esa será la única manera de descubrir realmente cómo todos
estos factores interactúan”, y termina diciendo que “el
trabajo vale la pena, ya que las abejas son una parte
fundamental de nuestro ecosistema y de nuestra cadena
alimentaria.”
La
investigación continúa en busca de la causa del fenómeno del
CCD. Sin embargo, ya se tiene conocimiento de la
implicancia de los agrotóxicos, especialmente los
Nicotinoides, tales como imidacloprid. CCD puede ser
devastador puesto que las abejas son esenciales para la
polinización de los cultivos.
El cóctel en Uruguay
El modelo
de producción imperante en nuestro país (monocultivos de
soja transgénica, trigo, arroz, cebada, maíz, sorgo,
girasol), está acompañado de la aplicación constante de un
paquete de agrotóxicos, que incluye la combinación de
funguicidas, insecticidas y herbicidas.
Todos los
agrotóxicos mencionados en el estudio arriba reseñado son
usados en nuestro país, con la única excepción del
funguicida mycobutanil. Por lo tanto, bien se podría pensar
que la actual mortandad de abejas que afecta a nuestros
apicultores se relacione directamente con el cóctel de
agrotóxicos identificado en la Universidad de Florida como
causante del Desorden del Colapso de las Colmenas.
Los insecticidas
Nicotinoides, dentro de los que se encuentran el imidaclopid
y el fipronil (ambos usados en nuestro país), son
mundialmente conocidos por su toxicidad para las abejas, lo cual ha sido comprobado científicamente. Con respecto al fipronil, si
bien es cierto no se menciona en el estudio realizado en
Estados Unidos, el Ministerio de Ganadería, Agricultura
y Pesca ha restringido su uso a partir de reiteradas
denuncias por parte del sector apícola. Sin embargo, tal
restricción está lejos de solucionar los impactos negativos
para las colmenas, puesto que no se ha prohibido su uso.
Si bien los
impactos del cóctel de agrotóxicos utilizado en los grandes
monocultivos agrícolas son múltiples (e incluyen la salud de
la gente), los que se han hecho más visibles en este último
tiempo se relacionan con la muerte masiva de abejas. Urge
entonces que los organismos pertinentes del Estado estudien
la posible relación entre el uso de ese cóctel de
agrotóxicos y la mortandad de abejas y que adopten, en caso
necesario, las medidas correspondientes para asegurar la
viabilidad del sector apícola nacional.
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