-Usted fue coordinador del proyecto de Incidencia y
Educación para Eliminar Plaguicidas en América Central.
Entre el 3 y el 5 de mayo pasados tuvo lugar la fase final
de evaluación de ese proyecto. ¿Cuáles fueron los logros más
importantes del mismo?
-Cuando comenzamos el proyecto la
RAPAC
prácticamente era desconocida. En el evento se pudo notar
ahora que la red ya es una autoridad en materia de
plaguicidas, tiene un reconocimiento de diferentes
instancias. Allí participaron la diputada Violeta Menjívar,
presidenta de la Comisión de Salud y Medio Ambiente de la
Asamblea Legislativa, el director general de Sanidad Animal
y Vegetal del Ministerio de Agricultura y Ganadería,
representantes de alcaldías, universidades, autoridades de
Nicaragua. Se ha trabajado en cuatro países de la región, en
buscar presionar desde la ciudadanía para lograr la
prohibición de los 12 plaguicidas que más daño causan en
América Central.
Pudimos colocar el tema en la agenda de los distintos
países: en el caso de El Salvador y Nicaragua en las
Comisiones Nacionales de Plaguicidas, en Guatemala en el
Congreso, en El Salvador la Asamblea Legislativa debe
todavía pronunciarse respecto a este tema y en Honduras se
ha conversado con los funcionarios encargados de tomar
decisiones en la materia. Si el proyecto no se hubiera
realizado, este tipo de discusión no hubiera alcanzado el
nivel que alcanzó, y sobre todo el conocimiento de la gente,
de los periodistas, que ya tienen el asunto agendado.
-¿Cuáles fueron los objetivos fundamentales del proyecto?
-Con la Red de Acción en Plaguicidas pretendemos incidir
sobre las investigaciones que determinan cuáles son los
plaguicidas que nos causan daño y lograr que se prohíba o
limite su uso. Al mismo tiempo, tratamos de ofrecer
alternativas de producción orgánica, porque la Red no sólo
debe criticar, denunciar, sino también proponer. En ese
sentido, hemos presentado un proyecto de ley de promoción y
fomento de la producción agropecuaria orgánica nacional con
énfasis en los pequeños y medianos agricultores. Esta
propuesta ha caído muy bien entre los legisladores de la
comisión de Ganadería y Agricultura de El Salvador.
Sabemos que es difícil para el agricultor pequeño y mediano
independizarse de los agroquímicos si no hay un programa de
gobierno que los apoye. Con el proyecto apuntamos a que se
creen instancias gubernamentales en esa vía. Presentamos un
plan para la instauración de una Dirección General de
Agricultura Orgánica, financiada por impuestos, que debería
realizar actividades de capacitación y otorgar incentivos
para que el agricultor se dedique a la agricultura orgánica
y pueda certificar su producto, organizar ferias, mercadear
mejor y promover en los mercados internacionales a los
productos orgánicos. Contamos con que en poco tiempo el
proyecto sea aprobado por el parlamento.
Paralelamente, estamos haciendo alianzas con diversas
organizaciones no gubernamentales que trabajan con los
agricultores, organizaciones de desarrollo local
comprometidas con el medio ambiente, con los consumidores.
Ahora bien, los trabajadores agrícolas no perciben
suficientemente la importancia que tiene este tema para su
propia seguridad, su propia salud, pese a que según
establecen todas las estadísticas (tanto a nivel nacional
como de la Organización Panamericana de la Salud) el 90 por
ciento de los intoxicados por el uso de plaguicidas son
precisamente los trabajadores agrícolas.
-La UITA está promoviendo a nivel mundial la ratificación
del convenio 184 y la recomendación 192 de la OIT, referidas
a la salud y la seguridad en la agricultura.
-En la RAPAC,
seguramente apoyaremos esa preocupación. Todo lo que
contribuya a la salud de los trabajadores agrícolas, al
respeto del medio ambiente va en el sentido de nuestra
lucha, por lo cual no veo ningún problema para respaldar
esta iniciativa.
-¿Cómo valora usted el cumplimiento de los objetivos del
proyecto?
-Las actividades previstas se cumplieron todas, e incluso se
hicieron más que las programadas. Así fue que alcanzamos un
nivel de participación ciudadana muy importante: en todas
las iniciativas que presentamos a los diferentes organismos
nos acompañó la gente, e incluso se logró que se interesaran
los periodistas. Sin embargo, nos queda el saborcito amargo
de no haber podido hasta ahora lograr que se prohibieran los
12 plaguicidas. Hay que tener en cuenta que nos enfrentamos
a un rival muy poderoso como los vendedores de agroquímicos,
que tienen una enorme influencia en los niveles políticos de
todos los países. Ellos también han jugado su partido. Aun
así, hemos llegado a concienciar a muchos políticos. Aquí en
El Salvador la Comisión Nacional de Plaguicidas limitó el
uso de los 12 agroquímicos cuestionados. En 10 meses se va a
evaluar el resultado de tal medida, y veremos si con esas
restricciones se logra reducir el número de intoxicados.
Marcial Cabrera
© Rel-UITA
21 de mayo de 2004