Ángel Bracco, médico de San Jorge, provincia de Santa Fe, es
un amigo y colaborador de nuestra afiliada el Sindicato
Argentino de Trabajadores de la Industria Fideera (SATIF),
uno de los destacados conferencistas que participaron en el
último Congreso del SATIF, donde se debatió sobre el impacto
de los agrotóxicos en la citada región. Sirel dialogó con él
para conocer de primera mano qué esta pasando en San Jorge.
-¿Cuál
es su área de trabajo?
-Soy médico generalista especializado en Medicina Familiar.
Atiendo pacientes privados en la ciudad de San Jorge y su
región aledaña, ubicada al sur de la provincia de Santa Fe,
en el centro de la llamada “Pampa húmeda”. Esta ciudad
cuenta con unos 20 mil habitantes y la zona es esencialmente
agrícola.
-¿Cuál
es la influencia de los agrotóxicos en la salud de la
población local?
-En general hoy la medicina se basa en la evidencia, pero en
este caso no hay más remedio que hacerlo en función de la
experiencia.
Hay cosas que no sólo veo en los pacientes, sino también en
la naturaleza, en el medio que nos rodea, entonces se pueden
sacar conclusiones al respecto.
-¿Cuáles
son esas conclusiones?
-Sin duda los agroquímicos utilizados en los cultivos tienen
una elevada toxicidad. Lo que ocurre aquí no es realmente
una novedad, ya se ha comprobado en otras partes del mundo.
En el consultorio hemos visto un aumento muy
pronunciado de patologías oncológicas de
distinto tipo, y aún algunas que no eran
frecuentes. También hemos detectado numerosas
patologías endócrinas, especialmente a nivel de
tiroides |
En el consultorio hemos visto en primer lugar un aumento muy
pronunciado de patologías oncológicas de distinto tipo, y
aún algunas que no eran frecuentes.
También hemos detectado
numerosas patologías endócrinas, especialmente a nivel de
tiroides, y por supuesto respiratorias y/o alérgicas. Esto
no ocurría hace algunos años.
Lo mismos efectos adversos se observan en lugares naturales,
que antes se usaban para hacer caminatas y ejercicios,
arboledas periurbanas que ahora están al borde de las
plantaciones de cultivos transgénicos que reciben gran
cantidad de químicos.
Allí encontramos un
deterioro importante, árboles muy enfermos, secos, y una
naturaleza que ha perdido completamente su antiguo
esplendor.
-¿Qué
tipo de patologías oncológicas detecta más ahora que antes?
-Cada vez con mayor frecuencia vemos patologías del aparato
digestivo, y persisten las clásicas, aunque también se ha
notado una disminución en la edad de los pacientes. Por
ejemplo, hemos registrado patologías prostáticas y
tiroideas, cáncer de mama y ginecológicas más
prematuramente. Antes era excepcional verlas antes de los 35
años, y ahora, en San Jorge y pueblos vecinos hemos tenido
casos en los 25 años de edad, algo que ni se soñaba con que
pudiese haber.
Con respecto a la patología endócrina se detecta gran
cantidad de nódulos que después pueden evolucionar a
patologías malignas, y estamos teniendo casos que terminan
en una cirugía preventiva con extirpación de la glándula en
gente muy joven, cosa que no se había visto nunca.
Además, tenemos casos de hipotiroidismo y tiroiditis de
Hashimoto, disfunciones que era muy raro encontrar y
ahora las vemos con una frecuencia impresionante. A tal
punto que los análisis de tiroides ya los hacemos como
rutina.
También hemos empezado a encontrar algunas patologías
sexuales, aunque a menudo aparecen enmascaradas. Nos
referimos sobre todo a disfunciones eréctiles, que con la
popularización del Viagra se disimula un poco.
Quizás esto se deba a distintas razones y no sólo por esto de
los químicos agrícolas, pero en esta zona el Sildenafil
es uno de los productos farmacéuticos más vendidos.
No es de extrañar que
alguno o varios de estos químicos que son disruptores
endócrinos estén influyendo en esto.
-¿Qué
tipo de cultivo hay en la zona?
-Aquí se planta, como cosecha fina1, el trigo, y como cosecha gruesa se varía entre soja y maíz,
lo que representa el 90 por ciento de los cultivos. Con el
precio que tiene la soja a nivel internacional, solamente se
rota con maíz cada dos o tres cosechas de soja.
-¿Estas
enfermedades se asocian con las fumigaciones, con el consumo
de granos contaminados o con las dos cosas?
-En Santa Fe el control bromatológico es mínimo, y también se
han conocido públicamente casos de corrupción de
funcionarios que adulteraron o colaboraron con la
adulteración en fechas de vencimiento y otros controles.
Pero lo que está ocurriendo es mucho más amplio: la
contaminación química abarca el suelo, el aire y
evidentemente también el agua.
En estos momentos, con los precios como están,
acá se está cultivando soja hasta en los parques
y centros de esparcimiento, y como digo siempre,
terminaremos plantándola hasta en macetas en
cada casa |
Hay productos que son de muy difícil degradación, como los
organoclorados, que terminan concentrándose en la grasa de
los seres vivos, o sea que la contaminación es enorme.
Además, se están fumigando árboles frutales -y en otras
localidades también el tabaco- con productos muy tóxicos, y
lamentablemente,
como no hay conciencia, hasta se ve sobre todo en clubes
privados que en lugar de cortar los yuyos se fumiga con
herbicidas y se multiplica la contaminación.
En estos momentos, con los precios como están, acá se está
cultivando soja hasta en los parques y centros de
esparcimiento, y como digo siempre, terminaremos plantándola
hasta en macetas en cada casa.
-¿Desde
cuándo empezó a notar usted estos cambios?
-La soja se siembra desde hace unos 30 años, pero el
decaimiento de los campos, de la naturaleza y de la salud de
la gente se ve mucho más recientemente. Las patologías
oncológicas han aparecido en los últimos cinco o seis años.
La gente empieza a estar preocupada porque no sabe muy bien
a qué atribuirlo.
Al no existir ahora la
actividad ganadera que colocaba un elemento de normalidad en
el ciclo productivo y evitaba el uso intensivo de
agrotóxicos, esto se ha agravado.
Las tasas de casos de cáncer se calculan cada 100 mil
habitantes; en San Jorge, que araña los 20 mil, sólo yo este
año he detectado 13 nuevos casos, si lo multiplicamos por
cinco para llevarlo a 100 mil, estaríamos en 65 casos cada
100 mil habitantes por año, lo que ya es bastante.
Pero si sumamos sólo los que conozco de otros médicos de la
zona estamos en los 120 o 130 casos al año cada 100 mil
habitantes, lo que es altísimo, y eso sin tener en cuenta
una estadística exhaustiva que, de existir, estoy seguro de
que, desgraciadamente, nos pondría en los primeros puestos
del mundo.
-¿A qué
se puede atribuir este deterioro sanitario: al uso de nuevos
productos agrotóxicos en estos últimos años o a la
acumulación de los habituales?
-Cada vez se ha tenido que aplicar productos más fuertes, más
tóxicos para las plagas. A veces también hay gente que es
inescrupulosa. Si tomamos como ejemplo el Glifosato,
que es uno de los más utilizados, normalmente con dos litros
por hectárea debería alcanzar, pero en ese afán de que sea
todo un desierto menos la soja, hay quienes utilizan cinco
litros por hectárea.
Llega a un punto en la que
no hay forma de solucionar la acumulación. Para poner un
ejemplo dramático: aquí los pájaros no existen más.
También
sabemos que para ahorrar se han aplicado solos o
asociados productos de altísima toxicidad como
el 2-4D, el Endosulfán, que es un organoclorado,
el Clorpirifos, que es un organofosforados |
También sabemos que para ahorrar se han aplicado solos o
asociados productos de altísima toxicidad como el 2-4D,
el Endosulfán, que es un organoclorado, el
Clorpirifos, que es un organofosforado. Se utilizan
pastillas de un plaguicida llamado Phostoxin para el
transporte en los camiones que se gasifica, pero quedan
residuos que causan trastornos.
Yo mismo he visto camioneros intoxicados con estas pastillas,
incluso hay algún fallecido que se puso a descansar en el
vehículo sin quitar la pastilla y halló la muerte (+
información). Obviamente, sus fabricantes y aplicadores
alegan que se degrada en el ambiente, pero siempre quedan
residuos. Esto se utiliza en el trigo y en otros productos
alimenticios.
-¿Ha
tenido contacto con otros médicos de la zona que hayan
notado estas anomalías?
-Hay un problema: algunos colegas piensan más o menos como
yo, pero tratan de no involucrarse con denuncias por que de
una manera u otra dependemos del campo.
Es difícil hablar de todo esto sin ganarse enemigos o perder
pacientes. Acá no existe lo que se puede considerar como una
buena Salud Pública, y salvo excepciones, no hay una
dedicación importante, entones hay una franja de la
población, que en general es la más humilde, que ignora todo
esto, aunque al final todos estamos expuestos a la
contaminación, pero los que están en la periferia lo están
aún más.
Sin embargo hay una
prédica constante y cada día hay más gente va tomando
conciencia de estos problemas, de que las consecuencias de
esta bonanza económica relacionada con el campo quizás esté
generando una deuda sanitaria imposible de pagar en el
futuro.
-¿Alguien intentó aquí probar el origen de su enfermedad en
los tribunales?
-Hubo alguno, gente con problemas respiratorios que vivía en
zonas de campo en contacto con fumigaciones. Los jueces han
ordenado respetar ciertas distancias mínimas a las
fumigaciones, pero todo eso es muy complejo de controlar y
los estudios en nuestros países siempre son difíciles, sobre
todo cuando hay tanto dinero de por medio, dinero para los
productores, pero también para los gobiernos tanto
provincial como nacional. Es un caso sociológicamente
complejo.
Por su parte, las estructuras políticas no tienen interés en
analizar este tema, antes bien, eligen ocultar cualquier
denuncia o indicio del problema.
Hay un grupo de vecinos autoconvocados que intenta difundir
todo esto, pero va a llevar su tiempo, y mientras tanto el
daño se sigue provocando.
Las estructuras políticas no tienen interés en
analizar este tema, antes bien, eligen ocultar
cualquier denuncia o indicio del problema |
-¿Usted
ha sufrido alguna consecuencia por denunciar esto?
-No, incluso siendo que la mayor parte de mis pacientes
provienen del campo y tiene respaldo económico. Pero yo no
asumo una actitud confrontativa sino de conciencia, porque
los productores también, tarde o temprano, van a sufrir las
consecuencias.
Acá no hay pools
de siembra, hay productores individuales, y en general ellos
están muy limitados en sus opciones productivas; o hacen lo
que indica la política general o quedan afuera.
Mi padre siempre fue productor agropecuario, y ellos me
conocen, entonces hasta en charlas de consultorio hemos
podido intercambiar ideas con inteligencia.
Ellos son también
trabajadores que le meten para adelante y no tienen mucha
alternativa, y a menudo se dicen esclavos de los
transgénicos que autorizó el gobierno.
-¿Qué
opinión le mereció de la actividad organizada por SATIF?
-Siempre me resulta positivo y agradable intercambiar con
gente que se encuentra en el mismo proceso de toma de
conciencia sobre estos temas. Uno constata que en otras
partes del mundo hay gente que tiene el mismo espíritu, que
está luchando por las mismas cosas.
Elijo a quienes priorizan el diálogo sobre la confrontación,
porque creo que es lo que nos va a llevar a logros duraderos
y democráticos, consensuados, que amplíen la conciencia
colectiva.
En este sentido me sentí muy a gusto, y espero haber aportado
un granito de arena.
Ángel
Bracco, Héctor Lombarte y Enrique
Terny
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