Uruguay

Con Guillermo Foladori*
El tamaño sí importa

Un nanómetro es la millonésima parte de un milímetro, es decir, una extensión diez mil veces más pequeña que el grosor de un cabello humano. La manipulación de la materia a esa escala tan minúscula es la clave, afirman los especialistas, de una gran revolución tecnológica que se encuentra ad portas. Como todo avance en el conocimiento, viene acompañado de promesas de bienestar social, utopías, incertidumbres y peligros. Sobre este y otros temas habló BRECHA con este investigador uruguayo que hace tiempo reside en México.

 

-¿Qué es la nanotecnología y cuáles son las posibilidades que abre?
-La nanotecnología es la manipulación directa de la materia a nivel atómico, es decir, a una escala de entre uno y cien nanómetros. Los usos de esta tecnología en la actualidad tienen que ver básicamente con la posibilidad de construir pequeñísimos dispositivos que se incorporan a los más diversos productos. La principal característica de los productos que incorporan nanocomponentes es la sensibilidad al entorno y la posibilidad de comportarse de manera “inteligente”. Hoy en día hay registrados más de 200 productos que incorporan (o dicen incorporar, porque esto no siempre es fácil de comprobar) nanocomponentes, que van desde calzado térmico hasta palos de golf más resistentes, pasando por cosméticos personalizados, ropas y vestidos que rechazan las infecciones y vidrios que repelen el agua y la suciedad.
A nanoescalas la materia se comporta de forma distinta que a macroescalas y es posible darle nuevos usos a viejos materiales, así como crear otros enteramente nuevos. Los científicos que trabajan en esta área descubren día a día un mundo diferente. Por otra parte, a ese nivel no existe diferencia entre la materia orgánica y la no orgánica y eso permite elaborar dispositivos que no son rechazados por los organismos vivos como elementos extraños. Por ello, una de las ramas de mayor potencialidad dentro de la nanotecnología es la medicina.
Aunque es un proceso muy incipiente todavía, el ritmo con que se ha venido imponiendo todo esto desde el año 2000 es alarmante. En ese año prácticamente no existían ventas de productos con nanocomponentes, mientras que en 2005 se vendieron por más de 32 mil millones de dólares, y está previsto que esa cifra supere para 2010 los 500 mil millones de dólares. Para hacerse una idea de cuánto son 500 mil millones de dólares: eso es lo que hoy en día vende en sus exportaciones toda América Latina y el Caribe juntos.
Estamos pues frente a una revolución tecnológica a nivel mundial que se está imponiendo con mucha fuerza y mucha velocidad. Los países están financiando sostenidamente estas investigaciones. Obviamente a la cabeza van los países desarrollados, pero también en muchos de los países llamados en vías de desarrollo se está invirtiendo crecientemente en esta área. Brasil, por ejemplo, siendo el país latinoamericano con programas de investigación en nanotecnología mejor organizados, prevé invertir desde 2004 hasta 2007 alrededor de 28 millones de dólares en esta área.


-Sin embargo usted sostiene que esta tecnología tiene sus luces y sus sombras...

-Por cierto, todo cambio tecnológico tan importante y tan profundo como éste tiene muchas caras. Por un lado se encuentran aquellos que podríamos denominar “nanoutópicos”, que piensan que todo va a ser ideal a partir de aquí. Sin embargo, hay muchos peligros encerrados en estas tecnologías. Están los potenciales (y probados en muchos casos) riesgos para la salud y el ambiente. Las nanopartículas son lo suficientemente pequeñas como para atravesar casi cualquier barrera natural, incluida la barrera de sangre del cerebro, y su liberación descontrolada puede ser sumamente peligrosa. Hay también problemas éticos muy serios. Hay quienes se hacen llamar “transhumanistas” y sostienen que la raza humana debe ser mejorada mediante la implantación de diversos nanodispositivos. Y están también las implicaciones sociales y económicas de estas tecnologías, que son las que menos atención están recibiendo y que tal vez sean las más graves, al menos para nuestros países.


-Lejos de sostener que esta tecnología será beneficiosa para los países del Tercer Mundo, usted piensa que contribuirá a profundizar la pobreza y la desigualdad.

-Sí. Desde hace más o menos dos años se viene hablando de que estas nuevas tecnologías podrían ser una solución para la pobreza en el mundo y para los países en desarrollo. En este sentido, el reciente informe del Grupo de Trabajo en Ciencia, Tecnología e Innovación del Proyecto Millenium de las Naciones Unidas considera que la nanotecnología será importante para el mundo en desarrollo, porque implica poco trabajo, tierra y mantenimiento, además de ser altamente productiva y barata.
Si bien es dudoso que esas cualidades sean beneficiosas para países que disponen justamente de abundante trabajo y en muchos casos también tierras y recursos naturales, es verdad que se ha demostrado que la nanotecnología puede ayudar a abaratar el suministro de agua potable (filtros con nanocomponentes pueden potabilizar agua de manera muy eficiente y barata), lo mismo que captar energía solar. Si sumamos a esto la revolución que va a provocar en la medicina se comprende por qué existen esas expectativas en relación con la pobreza y el Tercer Mundo. Pero al plantear las cosas de ese modo se expresa una visión tecnicista, que supone que basta con que exista la tecnología para que se resuelvan los problemas, cuando en realidad ya pasamos muchas revoluciones tecnológicas en los últimos cuarenta años y la pobreza y los problemas del Tercer Mundo siguen allí.
Uno de los indicadores que despierta mayores dudas de que todo esto vaya a ser utilizado en beneficio de las mayorías es el hecho de que está siendo todo patentado por las grandes corporaciones internacionales con base en los países centrales. Es verdad que los países pobres pueden aspirar también a registrar algunas patentes, pero un país pequeño puede trabajar sólo en algunas de las ramas que abre esta tecnología, mientras que Japón o Estados Unidos trabajan en rangos mucho más amplios y pueden registrar muchas más. Es muy inocente pensar que cualquiera puede competir en la investigación y la aplicación de estas nuevas tecnologías.
Aquí está el problema de quién comanda el desarrollo de la ciencia y la tecnología. La tecnología está muy despegada de las condiciones de vida de la población mundial. El objetivo principal del desarrollo tecnológico en el marco de las relaciones capitalistas es la ganancia, no la satisfacción de las necesidades inmediatas de las personas. Cuando los “nanoutópicos” dicen que la nanotecnología podría hacer posible el acceso a energía y agua potable en forma muy barata están diciendo una gran verdad: eso podría ser así, pero el hecho es que las relaciones sociales se imponen como una dificultad.


-En algunos de sus artículos usted parece sostener que es necesario dar la espalda a determinadas tecnologías cuando se piensa en términos de desarrollo y sustentabilidad.

-No, no se puede separar la tecnología del desarrollo. Nadie se puede plantear hoy en día quedar por fuera de la tecnología, sería tan utópico como la posición de los “nanoutópicos”. El problema es cómo abordar estas nuevas tecnologías desde nuestros países, lo cual no significa quedarse al margen. Es evidente que todo esto va a generar grandes transformaciones. Por ejemplo a nivel de la educación y los planes de estudio, pues la nanotecnología exige la conformación de grupos de investigación de carácter fuertemente interdisciplinario, o a nivel de la organización del trabajo, pues el grado de automatización de las tareas productivas se va expandir notablemente. Se trata de estar advertidos y tomar recaudos. En países de América Latina como México, Argentina, Brasil o Cuba el tema ya está en discusión y en algunos de ellos existe gran cantidad de investigaciones en esto. No veo que aquí esté ocurriendo algo parecido, pero es inminente que ocurra.
 

 

Aníbal Corti

Convenio Brecha / Rel-UITA

5 de junio de 2006

 

* Foladori se formó en antropología y se doctoró en economía. Actualmente es profesor del Doctorado en Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Es miembro de la International Nanotechnology and Society Network. Estuvo en Montevideo la semana pasada dictando un curso sobre el impacto social y económico de la nanotecnología, organizado por la Casa Bertolt Brecht y la Secretaría Regional Latinoamericana de la Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación (REL-UITA), en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República.

 

 

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