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                          Leonardo de León | 
                      
                     
                     
                    
                    De León,  asesor de la Regional 
                    Latinoamericana de la UITA, subrayó la total inacción del 
                    gobierno en esta materia.
                    
                     
                    
                    “Hace años que los trabajadores arroceros denuncian que los 
                    industriales del sector no respetan las normativas vigentes 
                    y fumigan a escasa distancia de los centros poblados urbanos 
                    y suburbanos”, recordó.
                    
                     
                    
                    En ciudades como Bella Unión, en el norteño departamento de 
                    Artigas, fronterizo con Brasil, se han registrado casos de 
                    leucemia, asma y otras graves enfermedades que han llegado a 
                    provocar el fallecimiento de niños.
                    
                     
                    
                    “Un equipo de médicos, genetistas, neumopediatras y 
                    toxicólogos de Bella Unión está evaluando el impacto de los 
                    agrotóxicos en esa zona. Esperamos que a la brevedad se 
                    conozcan los resultados de esta investigación”, informó el 
                    ingeniero agrónomo.
                    
                     
                    
                    “Nosotros queremos un arroz que nos alimente, no que nos 
                    mate. No estamos en contra de la producción de arroz, sino 
                    de cómo está concebida actualmente”, señaló por su lado Luis 
                    López, de la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA).
                    
                     
                    
                    Las fumigaciones aéreas no afectan sólo a los trabajadores 
                    arroceros sino también a los de la caña de azúcar, que 
                    operan en las cercanías de los arrozales, y al conjunto de 
                    la población de las áreas afectadas, destacó.
                    
                     
                    
                    La normativa vigente en Uruguay estipula que las fumigaciones 
                    no pueden desarrollarse a menos de 500 metros de los centros 
                    poblados, pero esa disposición no se cumple. “Los gringos 
                    pusieron arroz cerca de las ciudades”, agregó.
                    
                     
                    
                    De acuerdo a López, “hay plantíos de arroz a 50 o 60 metros 
                    del barrio Las Láminas de Bella Unión y por ahí pasan los 
                    aviones que fumigan. Capaz que ni el mismo trabajador que 
                    opera de banderillero de los aviones conoce lo que está 
                    echando”. 
                    
                     
                    
                    De León explicó que “en general en Uruguay se utilizan 
                    insecticidas muy tóxicos, que cuando se aplican con mochila 
                    pueden ser mucho más controlados, pero no así en una 
                    fumigación aérea. En las plantaciones de soja se emplea el 
                    Furadan, que es muy nocivo. Se había dejado de utilizarlo 
                    pero ahora se volvió a hacerlo”, aseguró por su lado De 
                    León.
                    
                      
                        
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                          Luis López | 
                      
                     
                    
                     
                    
                    López sostuvo además que los actuales propietarios de los 
                    arrozales "son grandes burgueses que fueron directivos de la 
                    industria azucarera CALNU. Entre ellos hay brasileros, pero 
                    la mayoría de las tierras pertenecen al estatal Instituto de 
                    Colonización.”
                    
                     
                    
                    Esa situación es paradójica, estableció por su lado De León. 
                    “Por un lado hay decenas de miles de uruguayos que continúan 
                    esperando hace años que Colonización les entregue tierras 
                    para trabajarlas, y por otro vemos cómo se destinan tierras 
                    del Instituto a plantaciones de este tipo que no tienen 
                    ningún fin social, ni siquiera el de afincar gente”. El 
                    gobierno de izquierda que se instalará en marzo deberá 
                    revertir esta situación, agregó.
                    
                     
                    
                    El 15 de febrero, los productores del norte del país preveen 
                    la organización de una marcha en la que estarán presentes 
                    todas estas reivindicaciones. “Entre los planteos que 
                    tenemos está el de reforma agraria”, dijo López. “Gran 
                    cantidad de trabajadores rurales tienen necesidad de contar 
                    con un pedacito de tierra para sacarle provecho, y con esto 
                    no perdemos de vista el problema de los asalariados. Lo que 
                    queremos es vivir mejor, y esa preocupación es común a todos 
                    los trabajadores rurales”, concluyó.
                    
                     
                    
                    Diario 
                    La Juventud
                    
                    14 de 
                    enero de 2005