-¿Cómo
se vinculó a la causa de los trabajadores bananeros?
-Es similar a lo que sucedió con los transgénicos. El
problema es el de los efectos del nemagón, que llegan
después de 20 años. El miedo es que se comience a denunciar
el crimen cuando se hayan muerto las víctimas que están
sufriendo ahora. Además de la esterilidad, se atrofian los
testículos y los riñones de los trabajadores de las
bananeras. Las mujeres enferman de cáncer de mama y útero, y
el agua contaminada por el químico se traduce en abortos y
nacimientos de niños con malformaciones. Se les cae el pelo,
las uñas y la piel, como si fueran lagartijas.
-¿Cómo
se usó el pesticida para que su efecto fuese tan devastador?
-Al principio se lo inyectaba en las raíces. Después
empezaron con la bomba de riego, porque al calor del día no
servía para nada. Cuando empezaron con la avioneta fue peor
todavía, porque muchísimas familias vivían dentro de la
bananera. La gente lo sufría independientemente de la hora
del día que lo aplicaran. Notaron algo raro cuando tuvieron
que empezar a tirar agua después del nemagón. El químico era
tan fuerte que secaba hasta los gatos.
OFF THE RECORD
No más químicos
Trucchi nació en
Milán y estudió Ciencias de la Educación. En
1987 participó por primera vez de una brigada de
trabajo en Nicaragua, a través de la Asociación
Italia / Nicaragua de la que participa. En el
año 2000 fue nombrado responsable de la campaña
No more chemicals (No más químicos). A partir de
ese momento apoya a los trabajadores de las
bananeras. Su lucha se desarrolló en dos
ámbitos: como periodista, al informar al mundo
los efectos del pesticida rociado durante los
años 1960, 1970 y 1980, y como militante,
generando fondos para hacer frente a los gastos
médicos urgentes.
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-Con
tantas imágenes terribles a disposición, ¿cuál fue su opción
a la hora de informar?
-No me interesa el periodismo que se nutre del escándalo. No
quiero presentar los cuerpos enfermos; me interesa que la
gente vea los efectos de una actitud criminal.
-¿La
militancia constante no le hizo perder objetividad como
periodista?
-Varias veces tuve ese problema. Aunque escribí lo que
escuché directamente de la gente, yo no iba a las marchas a
gritar “pueblo bananero”. Aquí sólo habla la gente: los
enfermos que se están muriendo, los que tienen los pies
retorcidos, los que perdieron su familia. Eso da mucho más
la imagen. El dirigente hace casi un mitin cuando habla.
-¿Está
satisfecho con lo que ha hecho como periodista en Nicaragua?
-Como periodista sí. Europa no presta nada de atención a
esto. Dimos a conocer esta movilización típica de Nicaragua
a los consumidores europeos. Nadie garantiza que un banano
no contenga el químico.
-¿Cómo
sintió la pulsión de informar?
-Es un drama que no toca sólo a Nicaragua. Se sigue viviendo
en Honduras, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Ecuador, en
la plantación de tabaco de Brasil. Aún se vive en África. Es
mundial. La diferencia es que en Nicaragua lograron
organizarse y obligar al Parlamento a sacar una ley, que es
la única ley especial que puede defender los derechos de las
personas que fueron afectados por el nemagón. Además del
drama humano de toda esta gente -casi mil personas muertas,
18 mil afectados y sin datos de quiénes fueron afectados por
la contaminación del agua-, hay detrás un tipo de modelo
económico implementado por las multinacionales que
produjeron y que aplicaron el nemagón, a pesar de que en
EEUU fue prohibido en 1977. Cuando lo empezaron a vender en
Centroamérica ya sabían que envenenaba a la gente.