Caminar por las humildes calles sin miedo, a plena luz
del día, resultó una sensación de satisfacción para sus
protagonistas por el deber cumplido. Una gran emoción
embargaba a todos por igual. Todos estaban ahí, en esa
soleada mañana, andando por sus calles de tierra colorada,
sin temor alguno, sin el peso de las amenazas, con una
alegría casi incontenible, saboreando por fin las mieles de
una victoria judicial que había tardado seis años en llegar.
Pero ese gran día llegó y los sencillos habitantes de
Rincon-í salieron a celebrar el triunfo, luego de años de
una espera que parecía interminable. Aún así no podrán
olvidar nunca que hace seis años fueron víctimas de la peor
contaminación ambiental que haya sufrido Paraguay en su
historia, cuando fueron arrojadas 600 toneladas de semillas
contaminadas en un predio abandonado ubicado en el mismo
corazón de su pequeño pueblo.
“Esta es la victoria de la dignidad”, clamó Gerardo
Iglesias, secretario de la Regional Latinoamericana
de la UITA. “Poder caminar sin miedo hacia Rincon-í me
resulta increíble. Estamos entrando victoriosos al pueblo
para reunirnos con los pobladores”, comprobaba a su vez
Pablo Balmaceda, un médico paraguayo que hace seis años,
junto con el sacerdote católico, hoy fallecido, Jorge Palka,
iniciaron una larga lucha contra la impunidad por un delito
ambiental que esperaban no quedara en el olvido.
Hoy, ese castigo llegó. Y los vecinos salieron a las
calles a celebrar una sentencia dictaminada por el juez de
Paraguari, Germán Ríos, contra Nery Rivas, empleado de la
empresa Delta&Pine y autor material de la contaminación,
quien fue condenado a 2 años de prisión o a pagar 150
millones de guaraníes. El otro imputado, Julio Chávez,
propietario del predio en el cual se arrojaron las 600
toneladas de semillas vencidas, tendrá que estar 15 meses
encarcelado o pagar la sustitutiva de 50 millones de
guaraníes. Ambos deberán permanecer en libertad condicional
por un lapso de tres años.
Pero a pesar de la sentencia lograda contra Rivas y
Chávez, el proceso no está acabado, pues tanto los miembros
de la UITA como los pobladores de Rincon-í quieren que Eric
J. Lorenz, ex presidente de la Delta&Pine en Paraguay,
vuelva al país para ser sometido a la justicia. Lorenz fue
el principal ideólogo del plan que contempló arrojar las
semillas, sin imaginarse siquiera que la humilde población
afectada era capaz de reaccionar contra él y su empresa.
El reencuentro con los pobladores
Todos los que estuvieron involucrados en esta larga
lucha volvieron a juntarse, sin miedos, a la luz del día y
al aire libre. La comitiva de la UITA impulsó el proceso
judicial desde un principio y apoyó a los vecinos.
Gerardo Iglesias, el periodista uruguayo Carlos Amorín,
la representante de los pobladores Ana María Segovia, el
doctor Balmaceda, Pedro Salcedo y Oscar Jara, rememoraron
ante los vecinos reunidos en un predio cercano al que se
había arrojado las semillas contaminadas la larga lucha
llevada adelante durante estos años. Todos agradecieron la
entereza y el valor demostrado por los afectados y se
mostraron dispuestos a impulsar medidas para que Lorenz
vuelva a Paraguay para ser juzgado y obtener el pago de una
indemnización para las familias víctimas de la
contaminación.
Caminando sin miedo
“Y todos caminamos hacia Rincon-í, pero sin miedo, con
una alegría contagiante para reencontrarnos con los vecinos
que nos esperaban para celebrar esta gran victoria de la
dignidad”, señaló Gerardo Iglesias. El dirigente de Rel-UITA
rememoró que durante seis años, visitó en forma incansable
el pueblo
para
hablar con los vecinos, averiguar, investigar y
recabar los elementos necesarios con el fin de iniciar un
proceso judicial. “Pablo (Balmaceda) me decía, cuando
veníamos caminado para acá: Estamos yendo hacia Rincon-í sin
miedo y al pasar por el segundo puente, fuimos plenamente
concientes de que llegamos a este pueblo triunfantes, porque
ganamos el proceso judicial y conseguimos que dos de los
tres culpables fueran sentenciados. Nos acusaron de locos,
pero le demostramos a todo el mundo que teníamos razón,
porque ustedes (los afectados) no se dejaron dividir ni
aturdir por aquellos que tenían intereses oscuros y no
querían que se condenara a los culpables de este hecho”,
señaló. Iglesias destacó también la valentía demostrada por
Ana María Segovia, pobladora y representante de los
afectados, quien a pesar de los obstáculos constantes y las
amenazas sistemáticas contra ella y sus hijos siguió
adelante con la lucha haciendo a un lado el machismo y los
prejuicios, hasta conseguir la sentencia a los culpables.
Recordando al padre Palka
Pablo Blamaceda no pudo dejar de recordara su
entrañable amigo, el fallecido padre Jorge Palka, quien en
1998 había iniciado las acciones para castigar a los
responsables de este hecho. “El Padre Palka fue el gran
impulsor de nuestra lucha. Con él realizamos los primeros
análisis laboratoriales a todos los pobladores que estaban
sometidos en forma diaria a inhalar el olor putrefacto
despedido por las semillas contaminadas. Y tuvimos la gran
suerte de que Gerardo Iglesias encontrara la noticia sobre
lo que había pasado en Rincon-i. Hoy no estaríamos aquí
diciendo que ganamos si no fuera por el invalorable apoyo de
la UITA. El padre Palka había hecho una vez una misa sobre
las semillas contaminadas y ese gesto de valentía fue muy
significativo para que todos nosotros siguiéramos con esta
lucha hasta el final”, indicó el médico.
David contra Goliat
Carlos Amorín, autor del libro “Las
Semillas de la
Muerte”, reconoció a su vez ante los vecinos reunidos que en
innumerables ocasiones le resultó muy difícil imaginar el
momento de la victoria judicial. “Muchas veces pensé que
perderíamos”, comentó. “Esta fue una lucha semejante a la de
David contra Goliat. Y David ganó”, acotó con una gran
sonrisa dibujada en su rostro.
Amorín mencionó que una vez más el valor y la humildad
se impusieron a la soberbia de una empresa multinacional que
creyó que podría actuar con total impunidad arrojando 600
toneladas de semillas contaminadas y que nadie le reclamaría
por eso. “Algunos de los culpables de este hecho ya fueron
condenados, y por eso estamos aquí para celebrar esta
victoria, pero otro salió corriendo de Asunción
(refiriéndose a Lorenz) y queremos traerlo de vuelta para
que dé la cara y asuma sus responsabilidades”, añadió.
La fiesta vecinal prosiguió con empanadas y cerveza. Y
los valientes hombres, mujeres y niños de Rincon-í se
unieron nuevamente, tomados de la mano, como una afirmación
de que la lucha sigue firme, que aún no ha concluido, pues
sólo lograron avanzar unos eslabones en esta cadena: falta
la condena a Lorenz y el pago de la indemnización a los
afectados por este crimen ecológico, el más grave de la
historia de Paraguay.
Rosalía Ciciolli
© Rel-UITA
17 de agosto de 2004