Paraguay

Don dinero somete a la justicia

Anulan fallo que condenaba a sojeros por muerte de niño

 

La combinación entre dinero, poder e impunidad no permite que se alcance la justicia para el caso del niño paraguayo Silvino Talavera, muerto en enero de 2003 a causa de una intoxicación masiva con potentes agroquímicos utilizados para la fumigación de las plantaciones de soja.

 

 

El juicio realizado en abril de 2004, durante el cual se había sentenciado a dos productores alemanes a cumplir dos años de cárcel o a indemnizar a la familia Talavera con 50 millones de guaraníes (unos 8 mil dólares), fue invalidado como consecuencia de presiones de los poderosos productores de soja del departamento de Itapúa. Tras esas presiones, jueces, fiscales y médicos fueron trasladados y la decisión judicial anulada.

 

Un nuevo juicio se iniciará el 7 de junio, pero ya se sabe que su instrucción está plagada de irregularidades y defectos que obstaculizarán el camino para sentenciar a los responsables de la muerte del niño.

 

Comprar impunidad en Paraguay aún resulta una práctica corriente, más aun si se trata de encubrir a poderosos personajes. Es posible, por ejemplo, obtener que por un puñado de dinero jueces borren con el codo una sentencia que escribieron con la mano.

 

De gestos de ese tipo se han beneficiado los productores sojeros alemanes Herman Schelender y Alfredo Laustenlager, quienes hace tan sólo un año habían sido sentenciados por el Tribunal de la ciudad de Encarnación, fronteriza con Argentina, por la muerte, el 7 de enero del 2003, de Silvino Talavera. La intoxicación por agroquímicos también afectó a tres hermanos del niño fallecido y a varios vecinos cercanos a la humilde vivienda de la familia Talavera Villasboa.

 

Al cabo de seis meses, luego de que los condenados presentaran apelación, el juicio fue anulado. Para llegar a esta instancia mucho pesó la presión ejercida por otros productores sojeros de la zona, quienes no sólo lograron que el Tribunal de Segunda Instancia de Encarnación invalidara la sentencia sino que además trasladara a los jueces que dictaminaron en la causa a favor de la familia Talavera y al fiscal de la localidad de Edelira Víctor Florentín, quien había decidido imputar a los autores de la masiva intoxicación.

 

Pesaron igualmente los intereses económicos que la empresa transnacional Monsanto tiene en la zona, pues los productores sojeros del departamento de Itapúa son importantes compradores de la semilla transgénica y los agroquímicos comerciados por esta firma a nivel local.

 

De todas maneras, la familia Talavera Villasboa no está sola en este nuevo proceso, porque, como en la primera ocasión, cuenta con el apoyo de la Coordinadora Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (Conamuri), que solventará los gastos del proceso judicial, de un grupo de organizaciones no gubernamentales y de la Red de Acciones contra el Uso de Plaguicidas en América Latina (RAP-AL), que a nivel internacional prestará su asesoramiento.

 

Amenazas e intimidaciones

 

La Conamuri ha denunciado por diversos medios de prensa locales que la madre de Silvino, Petrona Villasboa, miembro activa de esta organización, está recibiendo amenazas e intimidaciones constantes para que no inicie un nuevo juicio por la muerte de Silvino. Los autores de esas amenazas son el sojero imputado Hernán Schlender y Julio Alvarenga, secretario de Medio Ambiente de la Municipalidad de Edelira y cuñado del anterior.

 

Por otra parte, el fiscal Mario Duré Ramos, que sustituyó a su colega Víctor Florentín, sería pariente de la esposa de Schlender.

 

Para Julia Franco, secretaria de Organización de la Conamuri, el nuevo juicio oral también representa un gran reto para su organización. En primer lugar, porque en apenas un año ha debido hacer frente a dos procesos que han implicado un esfuerzo económico importante para la agrupación. La Conamuri -destacó- confía en que se podrá encarar la querella con éxito, porque se cuenta con argumentos sólidos y con pruebas contundentes para demostrar a jurado que Silvino murió intoxicado por agroquímicos y no por deshidratación masiva, como había alegado el perito médico judicial Guido Servían, quien, se especula, también habría sido sobornado por los poderosos sojeros.

 

Problemas de salud

 

El otro gran desafío que debe afrontar la familia Talavera Villasboa es la recuperación total de los jóvenes hermanos de Silvino. El caso más delicado sería el de Sofía, quien con tan sólo 13 años afronta reiterados problemas en la vista, fuertes cefaleas con mareos y náuseas y dolencias en el aparato reproductivo. Su hermano mayor, Nicolás, sufre de complicaciones en la próstata, y Justiniano, el menor de todos, también se queja de dolores reiterados en el estómago y la cabeza. Petrona y su marido Juan cuentan con otros 7 hijos más a los que también deben cuidar y mantener con el poco dinero que aporta la venta de hortalizas producidas en su pequeña chacra.

 

El tratamiento que deben afrontar los tres hermanos enfermos resulta muy oneroso para la familia, que no cuenta con un seguro público de salud y carece de recursos económicos como para pagar costosos estudios sanitarios. La Conamuri, además de solventar el costo del proceso, también está ayudando económicamente a la familia a asumir algunos tratamientos, principalmente los de Sofía.

 

Son muchos desafíos para una humilde familia campesina. Sin embargo, la valentía de los Talavera Villasboa y el deseo de obtener justicia los impulsa a seguir adelante enfrentando nada menos que a poderosos sojeros y a la empresa Monsanto, y con la sola cooperación de una organización de mujeres y de otras pocas entidades no gubernamentales.

 

 

Rosalía Ciciolli

© Rel-UITA

19 de mayo de 2005

 

 

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