Brasil

El drama de los pesticidas

“La única solución es no utilizarlos”

 

 

Sebastián Pinheiro es una eminencia en la temática de los agrotóxicos, y desde muchos años es asesor de la Rel-UITA en temas ambientales y de agricultura. En “su” ciudad, Porto Alegre, dialogamos con él sobre ese tema tan dramático y actual.

 

 

Antes de la llegada de la Revolución Verde, en Brasil existía un tipo de agricultura familiar-colonial. El objetivo de los gobiernos y de los ricos terratenientes fue eliminar ese tipo de agricultura, expulsar al pequeño productor y por lo tanto, concentrar las tierras y transformar la agricultura misma.

 

La filosofía de los gobiernos y luego de las dictaduras latinoamericanas, fue la de imponer los agrotóxicos, con el aparente pretexto de la “defensa de la agricultura”. La palabra misma, “agrotóxico”, tiene un impacto transformador sobre la expresión “agricultura familiar”.

Es un instrumento de dominación, un arma de guerra, y no es posible pensar que pueda ser un medio de defensa cuando lo que se utiliza es un arma, y esto independientemente de quién y cómo se utilice.

 

Existe un verdadero choque semántico e ideológico entre las palabras “agro” y “tóxico”. La primera significa “alimento-comida”, mientras que la segunda significa “matar-muerte”. La industria ha buscado, por lo tanto, utilizar palabras disimuladas, ha tratado de contrarrestar el choque de términos e ideologías con expresiones que dieran un sentimiento de seguridad a la gente, como “uso adecuado” o “uso seguro” de los químicos. Frente a estas políticas, la única salida fue la reacción y la lucha.

 

Creemos que no es una utopía que la única alternativa sea el “no uso” de estos productos, ya que este concepto se está difundiendo en todo el sur del mundo.

 

Queremos una agricultura sin veneno

 

En Brasil nuestro trabajo fue muy difícil, puesto que la industria de agrotóxicos empezó a gastar mucho dinero para cooptar a las asociaciones de agrónomos y a los propios gobiernos. Quisimos dar una discusión sobre estos productos, pero no existían datos y tuvimos que trabajar con ala información alterada que entregaban las empresas del sector y el gobierno. Tuvimos que tratar de interpretarlos y reelaborarlos.

 

Hoy también nos enfrentamos a legislaciones absurdas. En Brasil, por ejemplo, en los bancos existen normas que están amarradas al acceso al crédito, por las cuales te exigen utilizar parte de ese crédito para la compra de agrotóxicos, y si no estás de acuerdo, sencillamente el banco no te concede el crédito. ¿Cómo es posible que el campesino esté obligado financiar a las grandes empresas extranjeras de agrotóxicos para poder trabajar y sobrevivir?

 

El vínculo con las transnacionales

 

Lo que además nadie decía era que detrás de la industria agroquímica de pesticidas, existía una norma multilateral, una regla a nivel mundial, que obligaba a los gobiernos invertir en agroquímicos.

 

Nosotros estábamos simplemente subsidiando el desarrollo económico de las transnacionales, y con dinero público. El Chemical Bank, que es una de los más importantes acreedores de los gobiernos latinoamericanos, concede préstamos a bajos intereses, pero te obliga a recibir una parte en pesticidas y claramente te ofrece los más dañinos. ¡Son verdaderas estructuras mafiosas hechas con transparencia, a la luz del día!

Al analizar la venta de agrotóxicos nos damos cuenta de que estamos frente a una maquinaria diabólica, bien estructurada y planificada, en la cual a la agricultura se le impone el vínculo con el desarrollo industrial de las transnacionales y no del país.

 

Actualmente las empresas de producción de pesticidas en el Norte del mundo son anticuadas, y por lo tanto las envían a nuestros países donde las subsidiamos y las desarrollamos. Hoy día, Brasil es el tercer o cuarto enclave industrial a nivel mundial en la producción de pesticidas.


El verdadero problema hoy es la Organización Mundial del Comercio (OMC), que está cambiando al mundo. En Brasil, por ejemplo, el gobierno de Lula se queja porque tenemos una legislación demasiado exigente en temas de pesticidas y dice que tenemos que abrir el mercado y enfrentarnos a la competencia internacional. La OMC está provocando todo esto, y la política mundial sobre los pesticidas está apuntando a la liberalización total del mercado, sin tomar en cuenta los efectos sobre la salud y el medio ambiente porque consideraciones de ese tipo perjudicarían al libre mercado.


En Brasil existe un programa que se llama "Agrinho", es decir “agro chiquito”. Con ese programa los maestros les enseñan a los niños de los campesinos cómo explicarles a sus padres el uso de los pesticidas. El programa está financiado con fondos donados por las transnacionales productoras de pesticidas. De esa manera, los niños entran desde chiquitos en el esquema mental preparado por las transnacionales. Es una clara operación de mercadotecnia que prepara a los consumidores del futuro. Luego, cuando la persona empieza a sufrir de cáncer, dicen que la culpa no es del pesticida, sino del “mal uso” que se hace de ellos.

Ahora la venta de estos productos se está transfiriendo hacia África. Sólo en Uganda hubo 380 mil intoxicados en un año.

 
Cómo reaccionar

 

Todo nuestro pionerismo en la lucha contra los agrotóxicos está viviendo un momento de reflujo, de estancamiento, y el problema que enfrentamos hoy es de difícil solución. Hay que trabajar con la prevención, hay que comenzar con quien, por ejemplo, imparte clases de agronomía y forma a los futuros agrónomos. Y antes, hay que comenzar con campañas apropiadas en los colegios, entre la gente, aprovechando cualquier ocasión y situación. Hay que promover campañas de educación, sensibilización, conscientización e indignación. Actuar señalando las responsabilidades de las transnacionales en Europa y conscientizar a los consumidores con estrategias efectivas.

La lucha tiene que ser dirigida contra las transnacionales. La reflexión y la organización son cosas que molestan a estas empresas.


Hay que cambiar la estrategia de lucha y saber cómo alcanzar directamente alas empresas y sus pesticidas sin que el Estado las defienda. Hay que lograr incidir en los medios de comunicación, porque en América Latina está prácticamente prohibido hablar de pesticidas, de transgénicos, y ningún medio de comunicación se atreve enfrentarse a las transnacionales, porque ellas compran mucha publicidad y, por lo tanto, no existe una verdadera información.


Cada país tendría que editar un Libro Blanco con un diagnóstico sobre el empleo de los pesticidas, sobre los problemas que se producen, sobre el proceso histórico, sobre las políticas implementadas, las acciones multilaterales y las posibles soluciones. Y al final, darlo a conocer a la población para denunciar lo que está ocurriendo.


Hoy día, la verdadera lucha es la abolición total de los agrotóxicos, porque estamos viviendo una tragedia que involucra a todo el mundo, y cuando se alteran los equilibrios en la naturaleza, todos perdemos.

En Porto Alegre, Giorgio Trucchi

© Rel-UITA

21 de agosto de 2006

 

 

 

  

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