El
día 15 de mayo es el Día de la Educación Rural. Fecha
establecida en el 1958, año que se crea el Departamento de
Educación Rural.
En el territorio uruguayo
existen 1.140 escuelas rurales que atienden a alrededor de
20.000 alumnos.
En estas
escuelas los niños pasan allí gran parte del día y muchas
veces tienen que viajar largas distancias para poder llegar
a la escuela y regresar a su casa. Esta situación en algunos
casos se debe a que escuelas que estaban cerca de sus casas
se han cerrado por falta de alumnos.
En las
últimas décadas se ha producido un despoblamiento de la
campaña que ha dejado como resultado un cierre de escuelas
rurales en todo el país. Es más, hasta se ha llegado al
remate de escuelas rurales y en el 2007 a pedido de
Primaria, la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP)
detuvo un proceso en el que 100 escuelas rurales abandonadas
iban a ser rematadas.
Un nuevo modelo de producción
Entre las
múltiples razones que explican este proceso de
despoblamiento, una de las que ha cobrado más fuerza en los
últimos años es que las familias se ven cercadas por el
avance de los grandes monocultivos forestales y agrícolas y
la solución que encuentran es abandonar el campo y mudarse
al centro poblado más cercano.
La
contradicción mayor que el país enfrenta, es que gran parte
de nuestra riqueza está en el campo, pero que éste se vacía
cada vez más. Esta riqueza también está cada vez en menos
manos. El modelo de producción que se ha instalado en
nuestro país está dirigido a una producción industrial sin
agricultores, donde el productor y su familia se ven
desplazados y rodeados, sin más alternativa que migrar a la
ciudad.
Las
escuelas rurales, que deberían ser, un símbolo de desarrollo
y transmisoras de conocimientos sobre producción familiar y
de protección de la biodiversidad, cada vez se encuentran en
una situación de mayor vulnerabilidad y desamparo.
La contaminación de las
escuelas
A
principios de diciembre del año pasado, la Dirección General
de Servicios Agrícolas (DGSA) del Ministerio de
Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) resolvió prohibir la
aplicación aérea de “productos fitosanitarios” (léase
agrotóxicos), en todo tipo de cultivo, a una distancia
inferior a 50 metros y las aplicaciones terrestres a una
distancia inferior a 30 metros del límite del predio de
escuelas rurales. También se “exhorta” en dicha Resolución,
que las aplicaciones tanto aéreas como terrestres de
“productos fitosanitarios” en cercanías de predios
escolares, se efectúen en días inhábiles o fuera del horario
escolar.
De lo
anterior se desprende que hasta ese momento la contaminación
de las escuelas estaba de hecho permitida. Lamentablemente,
la medida adoptada resultó totalmente insuficiente y su
aprobación motivó manifestaciones de desacuerdo por parte de
distintas entidades del estado y ONGs,
que cuestionaron las
distancias irrisorias aprobadas por el MGAP (30 y 50
metros), argumentando que dichas distancias no aseguraban la
protección de contaminación por agrotóxicos a las escuelas
rurales.
Si bien la
resolución del MGAP reconoce de hecho el peligro del
uso de estos venenos en las cercanías de las escuelas
rurales, en realidad sólo sirve para darle una herramienta
legal a las empresas agrícolas para proteger sus cultivos, y
está muy lejos de proteger a los niños y las maestras de las
escuelas rurales. Es fácil de entender que es imposible que
escuelas rurales cercadas por monocultivos agrícolas
sembrados a pocos centímetros de sus cercas, no sean
contaminación por aplicaciones de agrotóxicos a las
distancias permitidas.
En el Día de la Educación
Rural
El cerco de las familias
del campo por parte de monocultivos agrícolas y forestales
comenzó hace años, pero ahora son los niños y las maestras
quienes están cercados y están siendo legalmente
contaminados.
En el Día
de la Educación Rural, exhortamos a todas las autoridades
competentes en la materia (educación, salud, agricultura) a
intervenir para lograr la modificación de esta resolución,
que legaliza la contaminación de niños y maestras de
escuelas rurales.
Sin
embargo, es también importante señalar que si bien esta
resolución puede ser fácilmente cambiada ampliando
sustancialmente los metros de prohibición de aplicaciones
con agrotóxicos, nunca será suficiente para impedir el éxodo
de la población del campo. Lo único que impedirá dicho éxodo
será un cambio de modelo productivo, que apueste a la
producción agrícola familiar y no a los monocultivos
forestales y agrícolas.
La propia
existencia de las escuelas rurales está en cuestión. Un
campo sin gente no tiene escuelas.
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