Paraguay
La eterna lucha
campesina por la dignidad |
Los campesinos
del distrito de San Pedro del Paraná demuestran una total
frustración a la hora de relatar los vaivenes que les toca
vivir desde que hace un poco más de un mes osaron denunciar
a los productores japoneses de soja por utilizar plaguicidas
prohibidos, altamente contaminantes para los seres humanos y
el ambiente.
Durante una visita al lugar, los campesinos nos mostraron
con impotencia y dolor sus cultivos de mandioca, poroto y
arroz, totalmente inutilizados a causa de los agrotóxicos y
las secuelas que sus pequeños hijos aún presentan por
efectos de la terrible contaminación de que fueron víctimas.
A consecuencia de ello, estos infatigables hombres, mujeres
y niños de campo dieron inicio a una lucha por la dignidad,
que promete ser larga y difícil, debido a que el gobierno
paraguayo no demuestra mucho interés por otorgar soluciones
de fondo a un problema que se repite cada vez con más
frecuencia en el sector rural.
Tras la caída de la dictadura de Alfredo Stroessner, en
1989, los campesinos dieron inicio a una larga lucha por la
obtención de la tierra propia, que llega hasta hoy. Esa
interminable cruzada de años ahora se extiende más allá de
su objetivo inicial, pues los labriegos se ven obligados
también a combatir a los productores sojeros para evitar que
sus cultivos se destruyan y que sus familias mueran
envenenadas.
Poco a poco, los pobladores rurales de San Pedro del Paraná
están dando con la fórmula ideal para obtener sus
reivindicaciones. En medio de la inseguridad y la
inexperiencia en luchas sociales, los líderes de los
labriegos siguen adelante para obtener respuestas concretas
del gobierno a sus peticiones. Respuestas que hasta ahora se
muestran esquivas, por la debilidad y el sometimiento que
los sucesivos gobiernos paraguayos demuestran ante los
poderosos, una tradición en las sucesivas administraciones
estatales y que, al parecer, Nicanor Duarte Frutos no está
muy dispuesto a romper.
Para muestra basta un botón. El fiscal de San Pedro del
Paraná, Adriano Ayala González, fue removido de su cargo y
trasladado a otra jurisdicción, luego que imputara a varios
productores japoneses sospechosos de intoxicar a los
pobladores de las colonias y de destruir sus cultivos. Pero
dentro de todas las limitaciones y del escaso apoyo que
lograron obtener, estos humildes agricultores aseguran que
proseguirán con su lucha y que no se rendirán fácilmente.
Así, amenazan con tomar medidas drásticas en caso que el
gobierno no responda a sus reclamos a corto plazo, por
ejemplo el cierre de la ruta 9, que une la ciudad de
Encarnación con Asunción, como parte de las protestas que
acompañarán a la gran marcha campesina que se realizará en
marzo en la capital del país. Ellos no quieren llegar a este
extremo, pero se sienten obligados por las circunstancias,
ya que se encuentran huérfanos de la ayuda estatal ante un
drama que no ocasionaron.
Inexpertos pero firmes
Otilio González es un hombre reservado, casi taciturno, que
sin mucha experiencia en la lucha por las reivindicaciones
campesinas fue elegido por sus compañeros para presidir la
coordinadora de agricultores afectados por los agrotóxicos
en San Pedro del Paraná, sólo por haber demostrado ser recto
y justo.
Esta organización está integrada por representantes elegidos
por las 423 familias residentes en las nueve compañías que
sufrieron la contaminación masiva: San Roque, -ú Pyajhumí,
Santo Domingo, Pindoyú, Misiones i, Tacuara, San Ignacio y
Potrerito. Otilio relató en guaraní que él y sus compañeros
son conscientes de que la lucha no será ni fácil ni corta,
pero se mantienen firmes ante el reto. Intuyen que el
gobierno de Duarte, aunque parece demostrar mucho interés
por el caso enviando a sus representantes a la zona, no
pretende siquiera enfrentarse a los productores japoneses de
soja. El dirigente y sus compañeros labriegos dijeron
conocer incluso los fluidos intercambios existentes entre el
Presidente de la República y estos productores, a tal punto
que durante nuestra estadía en San Pedro del Paraná fuimos
testigos del desaire que el ministro de Agricultura, Antonio
Ibáñez, hizo a los agricultores. El enviado presidencial y
los campesinos tenían pactada una reunión para las 10 de la
mañana, en una pequeña escuela de apenas un aula y unos
pocos bancos para sentarse, pero Ibáñez dejó a los
agricultores y sus familias esperando durante casi cuatro
horas bajo el sol calcinante, con hambre y sed, mientras él
compartía con los japoneses un jugoso asado regado de
abundantes bebidas de todo tipo. El ministro se hizo
presente en la reunión recién a las 14 horas.
González afirmó que la actitud de Ibáñez no le extrañaba en
absoluto, máxime cuando tienen conocimiento cierto de los
reiterados aportes económicos que los colonos japoneses
hicieron a la campaña proselitista de Duarte cuando éste era
aspirante a la Presidencia de la República. Los labriegos
son también concientes de que ahora el primer mandatario
debe devolver de alguna manera los favores recibidos.
Es por eso que los agricultores dudan del real interés de
Duarte por resolver sus problemas y realizar un estricto
control sobre los productos que los japoneses utilizan para
fumigar sus cultivos de soja. Sin embargo, y a pesar de éste
y otros obstáculos, González señaló que seguirán solicitando
al gobierno nacional una serie de compensaciones por la
tragedia que afrontan diariamente desde que denunciaron a
los japoneses. Por ahora cuentan con el apoyo de
organizaciones no gubernamentales como la Coordinadora
Campesina de Desarrollo Agrario (CCDA), la Organización
Nacional Campesina (ONAC) y la Pastoral Social Nacional,
dependiente de la Iglesia Católica.
Exigen pago de indemnización
Durante el diálogo que mantuvimos con los líderes campesinos
sólo un par de horas antes de que volvieran a reunirse con
el ministro Ibáñez, Otilio y sus compañeros hablaron sobre
la lucha que mantienen, las peticiones que hicieron al
Estado, los obstáculos que se les presentan en el medio y
las frustraciones que deben vencer a diario para seguir
adelante con las negociaciones.
- ¿Cuál es el primer punto del petitorio que ustedes
presentaron al gobierno?
- Nuestra principal petición por la cual lucharemos hasta el
final es que el Estado pague una indemnización a las 423
familias que fueron víctimas de la contaminación con los
plaguicidas y que perdieron absolutamente todos sus
cultivos. Vamos a seguir con este petitorio hasta las
últimas consecuencias, a pesar de que el ministro Ibáñez ya
nos insinuó durante sus reiteradas visitas que el gobierno
no cuenta con la capacidad necesaria como para pagar el
monto solicitado por hectárea. Demandamos el pago de 3
millones de guaraníes (500 dólares) por cada una de las 840
hectáreas de cultivos que perdimos a causa de los
pesticidas. Insistiremos con eso, porque no podremos seguir
adelante sin la ayuda del gobierno. Nosotros perdimos
absolutamente todo, tenemos deudas con las financieras y
nunca podremos recuperar lo que perdimos sin la ayuda
estatal.
- ¿Qué pasos piensan seguir ahora?
- Solicitar al gobierno que someta a todos los miembros de
las 423 familias afectadas por la contaminación a análisis
laboratoriales para conocer en qué medida sufrimos el efecto
de los agrotóxicos. Queremos saber si eso traerá
consecuencias negativas para nuestra salud. Además, queremos
un compromiso firmado por el ministro Ibáñez de que el
gobierno cumplirá con sus promesas, porque hasta ahora no
hemos recibido nada en concreto, sólo unos pocos víveres que
ni siquiera nos sirvieron para alimentar a nuestras familias
por una semana.
- ¿Qué garantías tienen de que el gobierno les entregará
análisis creíbles, si ni siquiera les dio aún los resultados
de los que se realizaron a las personas que fueron
internadas?
- Sabemos que el gobierno no es confiable, pero para eso
pensamos acudir a organizaciones internacionales, de manera
a que nos ayuden a solventar la realización de los análisis
laboratoriales en institutos privados. Sólo así podremos
conocer realmente en qué medida fuimos afectados físicamente
por los agrotóxicos y también en qué medida fueron afectados
nuestros cultivos, el suelo y el agua que bebemos todos los
días.
- ¿Cuáles son las consecuencias que ustedes siguen
arrastrando a causa de la contaminación?
- En primer lugar, se fundieron nuestros cultivos de
algodón, mandioca, cítricos y banana. Además, cada día
tenemos más enfermos entre nuestra gente, principalmente
entre los niños, quienes siguen sufriendo los efectos de los
pesticidas. Por eso, le advertimos al gobierno que si sigue
desoyendo nuestros pedidos no nos quedará otra salida que
tomar medidas drásticas para llamar la atención de todos.
Insistiremos porque creemos que es el gobierno es el que
tiene que dar una solución a nuestros problemas.
- ¿En qué tipo de medidas piensan?
- Estamos pensando cerrar la ruta 9, que une la ciudad de
Encarnación con Asunción, el día de la marcha campesina que
se hace todos los años en la capital. Sabemos que es una
medida antipática para muchos, y que afectará principalmente
a la población que se desplaza por esa importante ruta, pero
es nuestra única forma de llamar la atención del gobierno,
pues sentimos que estamos agotando todas las posibilidades
de negociación sin conseguir respuestas positivas a nuestros
reclamos.
- ¿Qué propuesta le harán ahora al ministro Ibáñez?
- Primero vamos a escucharlo, aun si sabemos lo que nos
viene a ofrecer. Entre otras cosas nos propondrá la firma de
un convenio para llevar adelante un proyecto de recuperación
del suelo, que permita volver a hacerlos aptos para el
cultivo, y también de las microcuentas de los arroyos, lo
que proveerá de agua para el regadío de las plantaciones.
También sabemos que nos viene a ofrecer herbicidas y
semillas de soja para cultivar. Aceptaremos estos
ofrecimientos porque conocemos las necesidades acuciantes de
nuestra gente, pero no nos echaremos para atrás ni nos
quedaremos con los brazos cruzados, contentándonos con estos
ofrecimientos, que no representan exactamente todo lo que
esperamos del gobierno.
- ¿Le solicitarán también a Ibáñez que el gobierno realice
un control más estricto o que elimine el uso de agrotóxicos
en las zonas afectadas por la contaminación?
- En ocasiones anteriores, ya le solicitamos al ministro que
el Ministerio de Agricultura ordene la suspensión del uso de
agrotóxicos en San Pedro del Paraná, pero nos respondió que
eso era imposible, tal vez por la presión que ejercen los
productores japoneses. En cambio sí se comprometió a hacer
cumplir la norma que prohíbe pulverizar a 100 metros
alrededor de las casas e instituciones como escuelas,
iglesias o lugares de esparcimiento. Esperamos que por lo
menos cumplan esta disposición, principalmente por el bien
de nuestras comunidades.
- ¿Cuáles son los otros puntos que le solicitaron al
gobierno y aún no obtuvieron respuesta?
- Los compañeros agricultores también están muy preocupados
por la educación de sus hijos. Pedimos que nos provean de
útiles para 1.800 alumnos que deben empezar las clases el 16
de febrero, pero Ibáñez nos dijo que eso se lo debíamos
derivar al Ministerio de Educación. O sea que nuevamente le
tiró el fardo a otra institución. Además le solicitamos que
atendiera la salud de nuestras familias. Hasta ahora
seguimos sintiendo los efectos del veneno y no podemos
acceder a un tratamiento adecuado porque los hospitales
están muy apartados de las compañías y la gente no cuenta
con medios económicos para trasladarse hasta la ciudad una o
dos veces a la semana. El gobernador Luis Viedma Vigo nos
prometió que enviarían más médicos hasta las compañías.
Veremos si cumple.
Propuestas que matan
Finalmente, Otilio González aprovechó la ocasión para
denunciar que los productores japoneses pretendieron
sobornar a los coordinadores campesinos ofreciéndoles mil
litros de glifosato a cambio de que retiren las denuncias
radicadas contra los productores nipones ante la Fiscalía de
San Pedro del Paraná. En resumidas cuentas, propusieron a
sus víctimas darles más del mismo plaguicida que mezclado
con otros elementos más contaminantes, como el clorimurom
ethyl, exterminó sus cultivos de algodón y mandioca y
envenenó a sus familias.
Con total caradurez, los nipones formularon la misma
propuesta al ministro Ibáñez, como éste lo confirmó ante los
dirigentes rurales que le denunciaron el hecho. Ibáñez
simplemente atinó a responder a los japoneses que las
denuncias ante la Fiscalía son un tema que se encuentra
dentro del ámbito de la justicia ordinaria, por lo que él no
puede intervenir en ese campo. Y así, el enviado del
presidente Duarte dio por zanjado el problema.
Rosalía Ciciolli
© Rel-UITA
21 de enero de 2004
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