El resultado del encuentro 
						fue considerado "altamente satisfactorio" por las 
						autoridades de ambos países, debido a la promesa de 
						Bogotá de mantener la suspensión temporaria de las 
						fumigaciones. Pero, la negación, por parte de las 
						autoridades ecuatorianas, de la declaración del oficial 
						estadounidense Javier Delucca, integrante del FOL (Forward 
						Operating Location), de que la Base de Manta es parte 
						del Plan Colombia, es vista por los movimientos sociales 
						del país como una tentativa "de tapar el sol con un 
						colador".
						
						 
						
						Según el documento divulgado 
						por el Grupo de Monitoreo, "el país entero sospecha, 
						desde 1999, que, más allá de lo que dice la diplomacia 
						ecuatoriana y las aclaraciones subsiguientes de Bogotá o 
						de Washington, el discurso de los responsables militares 
						del FOL de EEUU en la Base de Manta está de acuerdo con 
						lo que siempre se pensó: que la base de Manta es un 
						componente estratégico y logístico de inteligencia en 
						tiempo real, en apoyo de las operaciones ejecutadas en 
						el marco del Plan Colombia."
						
						 
						
						El encuentro tampoco aclaró 
						la demora del gobierno colombiano para responder a las 
						recomendaciones de la ONU, de febrero de 2006, de que es 
						necesaria la formación de una comisión para evaluar el 
						impacto de las fumigaciones sobre la salud humana y 
						sobre el medio ambiente de Ecuador, y que, mientras esa 
						comisión no elabore las conclusiones, no deben ser 
						reiniciadas las fumigaciones en el espacio de frontera 
						entre Ecuador y Colombia. Más de seis meses después de 
						la fecha de la recomendación, la respuesta colombiana 
						todavía no es pública.
						
						 
						
						El departamento colombiano de 
						Putumayo, ubicado en la frontera con Ecuador, fue 
						informado, el 10 de agosto, de que las fumigaciones en 
						el lugar iban a ser reiniciadas. Tres días después del 
						informe, las fumigaciones recomenzaron y las 
						plantaciones fueron siendo destruidas hasta el 16 de 
						agosto, fecha en la que fue realizada la reunión 
						diplomática. Las fumigaciones, además de afectar a los 
						municipios de la frontera ecuatoriana, perjudican a los 
						ciudadanos colombianos que enviaron cartas firmadas por 
						6 mil familias, solicitando al presidente colombiano 
						Álvaro Uribe el apoyo gubernamental para fortalecer el 
						desarrollo alternativo, en vez de utilizarse la fuerza.
						
						 
						
						El documento del Grupo de 
						Monitoreo cuestiona además el uso de erradicación manual 
						de la plantación como estrategia represiva anti-drogas: 
						"esa expresión del Plan Colombia cae sobre los 
						territorios, no sobre los vegetales ilícitos. Bogotá 
						dice que ‘Colombia es soberana para decidir si fumiga o 
						arranca’, pero Ecuador puede advertir las consecuencias 
						que en nuestra frontera traería la combinación de 
						fumigaciones con la nueva política de erradicación 
						forzada por medios manuales, usando paramilitares 
						desmovilizados, acusados como narcotraficantes por el 
						propio Departamento de Estado (colombiano), pues no es 
						casual ni está aislada de los enfoques y ajustes de 
						Washington para el área andina."
						
						 
						
						Los problemas presentados por 
						el documento ponen en riesgo la capacidad de los 
						ecuatorianos de "escoger su destino", por eso los 
						integrantes del Grupo de Monitoreo reafirman la posición 
						en favor de una "política exterior y en las fronteras, 
						que está empeñada en consolidar la organización civil y 
						el tejido social, para la creación de Territorios de Paz 
						Fronterizos y en presionar para que Ecuador recupere la 
						ejemplar política exterior de paz, autodeterminación y 
						soberanía que tuvo al inicio de la década de 1980."