Uruguay

¿El último organoclorado a Francia?

 Solo una ilusión

 

Recientemente se ha comunicado a la prensa el traslado de 10 toneladas de “Gamexán” a Francia. El Gamexán (nombre comercial de un insecticida en base a lindano) es una sustancia catalogada como

Contaminante Orgánico Persistente (COP).

 

 

Los Contaminantes Orgánicos Persistentes son sustancias químicas tóxicas, persistentes, que permanecen mucho tiempo en el ambiente, incluso decenas de años, resistiendo la degradación por el sol, su degradación química y la degradación por microorganismos. Son además bioacumulables, es decir, que se acumulan en los tejidos grasos de los organismos vivos y se biomagnifican, es decir, aumentan su concentración en cientos o hasta millones de veces a medida que van subiendo en las cadenas alimenticias. Los COPs tienen generalmente alta solubilidad en lípidos (se disuelven fácilmente en grasas y aceites) y baja solubilidad en agua.

 

El Lindano es extremadamente dañino para la salud humana y para el ambiente, razón por la cual muchos países del mundo lo han eliminado por causar defectos en los recién nacidos y producir cáncer en el ser humano. El envenenamiento agudo afecta los nervios, produce convulsiones y alteraciones. El envenenamiento más severo puede presentar espasmos musculares, convulsiones y dificultades respiratorias y el envenenamiento crónico afecta al hígado y los riñones.

 

¿Cómo llegó a Uruguay?

 

De acuerdo a versión periodística,  en la década de los  años 1940, habrían sido donadas a Uruguay 40 toneladas de gamexán por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para el control de la plaga de langosta, siendo el organismo receptor el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP). Este ministerio hizo uso de

30 toneladas y  en el 1975 dona 10 toneladas que le sobraron al Ministerio de Salud Pública, que  son las que se han enviado a Francia para su destrucción.

 

Si bien las 30 toneladas utilizadas ingresaron al país para el control de la langosta, lo cierto es que el gamexán (lindano) también tuvo un uso veterinario e incluso en la salud humana, por tratarse de un insecticida de amplio espectro (que sirve tanto para matar insectos fitófagos como para los parásitos de los animales). Seguramente muchos recordarán shampoos con lindano y también que esta sustancia fue utilizada por el Ministerio de Salud Pública para

combatir pediculosis y sarna.  

 

Es decir, que la utilización de gamexán (lindano) no se limitó a la donada por la FAO en los años 40. Durante largas décadas esta sustancia  fue utilizada en Uruguay en agricultura, veterinaria, hospitales y hogares,  razón por la cual su consumo seguramente llegó a ser mucho mayor que las 30  toneladas que ahora son noticia. Hoy en día su toxicidad ha sido comprobada y está siendo prohibido en varios países, pero las consecuencias tanto de su fabricación como de su uso no han desaparecido y lo peor es que seguirán presentes por muchas décadas en nuestro país.

 

Este tipo de sustancias siguen apareciendo hoy en la leche materna. En el año 2005, durante la primera reunión de las Partes del Convenio de Estocolmo (convenio creado para eliminar los COPs),  llevada a cabo en Punta del Este, se incorporó a la lista de sustancias a discutir para que en un futuro cercano el lindano sea uno más de los plaguicidas a ser eliminados por este Convenio.

 

¿Se fue el último organoclorado del Uruguay?

 

Lamentablemente la respuesta es NO. En Uruguay en los últimos años ha habido un aumento sustancial y preocupante de un Contaminante Orgánico Persistente, plaguicida utilizado masivamente en la agricultura y básicamente en la soja transgénica: este insecticida es el endosulfán.

 

De acuerdo a los registros del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca la última autorización de venta de plaguicidas organoclorados caducó en julio del 2005 con la resolución de este ministerio sobre el hormiguicida mirex, pero nada se dice del endosulfán, porque aún no pertenece a la lista de organoclorados a eliminar por el Convenio de Estocolmo. Sin embargo, lo que debería importar más es lo que se está usando ahora y no lo que ya se eliminó.

 

De acuerdo a la información obtenida por las autoridades del MGAP, el endosulfán tiene un “uso restringido” desde 1968. El hecho es que en Uruguay se está fumigando con endosulfán y su aumento es reconocido tanto por el MGAP como por otros ministerios. Según la información del MGAP, en los últimos años su consumo se ha incrementado fuertemente: “en Uruguay más de 400.000 litros anuales de concentrado emulsionable formulado con 35% de endosulfán”, asociado al fuerte crecimiento del área cultivada con soja”…

 

RAPAL (Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas para América Latina) en Uruguay ha pedido su eliminación a los distintos Ministerios involucrados en la autorización y control de estas sustancias y ha cuestionado el significado del término “uso restringido” porque además se encuentran a la venta dieciocho productos con el endosulfán como principio activo.

El uso de este plaguicida no tan solo se aplica en la soja transgénica, sino que es también usado en frutales y hortalizas, encontrándose un porcentaje considerable del mismo en estos alimentos, tal como ha sido constatado en análisis hechos por distintas entidades.

 

El endosulfán es un organoclorado, que debería estar incluido en la lista de plaguicidas a ser eliminados por el Convenio de Estocolmo. Si bien aún no lo está, la responsabilidad ambiental debe ser determinada por las autoridades nacionales y no por tan solo por Convenios internacionales.

RAPAL Uruguay ha registrado contaminación ambiental e intoxicaciones por endosulfán y éstas han sido constatadas tanto por el Ministerio de Salud Pública como por el Centro de Información y Asesoramiento Toxicológico.

 

Reconocemos la importancia de que después de largos años se envié un cargamento de gamexán a Francia y éste es un hecho destacable, aunque corresponde agregar que ese agro tóxico estuvo contaminando al país por décadas y que su contaminación quedará por otras tantas.

En ese contexto, pedimos a las autoridades correspondientes que sean ambientalmente responsables y que no esperemos a que ocurra lo mismo con el endosulfán. No permitamos que ingrese más al país y así nos evitaremos su contaminación y la destrucción de nuestras vidas y que tengan que pasar largos años para que finalmente se reconozca que existe una sustancia tóxica y tal vez el país productor de la misma en algún momento decida llevarla de regreso a su lugar de origen.

 

Maria Isabel Cárcamo

RAPAL Uruguay

5 de julio  2006

 

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