En 2007
ingresaron a Uruguay 32 toneladas de “Gaucho”, un agrotóxico
de Bayer recientemente prohibido en Alemania tras muerte
masiva de colmenas.
El gobierno
alemán acaba de ordenar la suspensión inmediata de los
permisos para la utilización de ocho agrotóxicos debido a la
muerte masiva de abejas . Uno de los agrotóxicos prohibidos
fue el imidacloprid, cuyas importaciones al Uruguay,
de la mano del boom sojero, aumentaron más de un 7.200 % en
los últimos 7 años.
La decisión
de la Oficina Federal de Protección al Consumidor y
Seguridad Alimentaria de Alemania fue tomada luego de que
apicultores de ese país denunciaran la muerte de dos tercios
de sus abejas tras la aplicación de agrotóxicos
neonicotinoides, entre los cuales están el imidacloprid, un
insecticida de la compañía de origen alemán
Bayer.
Manfred
Hederer,
presidente de la Asociación Alemana de Apicultores
Profesionales declaró; “Estamos
ante una verdadera emergencia. Entre el 50 y el 60 por
ciento de las abejas han muerto, y algunos apicultores
perdieron todas sus colmenas”.
Bayer es líder mundial en el mercado de agrotóxicos. Registrado
por primera vez en 1992, el imidacloprid es su insecticida
más vendido. Dada su alta toxicidad para las abejas, poco
tiempo después comenzó a provocar la reacción de apicultores
en distintas partes del mundo. La reciente prohibición que
se le aplicó al imidacloprid en Alemania es tan solo
una batalla más de una historia conflictiva.
Una guerra global contra las
abejas
En 1995,
varios grupos de apicultores de Estados Unidos
llevaron a la compañía
Bayer a los tribunales tras perder miles de colmenas por
aplicaciones de imidacloprid.
En 1999,
tras la muerte de un tercio de las abejas en Francia,
muchos usos del imidacloprid fueron prohibidos en ese país.
Luego de que el “Comité Científico y Técnico” conformado por
el gobierno francés declarara que el tratamiento de semillas
con imidacloprid implicaba un riesgo demasiado alto para las
abejas, las restricciones se han ido ampliando. En el año
2007 se establecieron medidas cautelares prohibiendo aun más
usos del imidacloprid ante la muerte masiva de abejas y un
juez galo procesó a las cúpulas de las multinacionales
Bayer por vender "productos
agrícolas tóxicos dañinos para la salud del hombre o de los
animales."
En 2005,
apicultores canadienses denunciaron públicamente las
importantes pérdidas de abejas relacionadas con los residuos
de imidacloprid aplicado a cultivos de papas. Las pérdidas
alcanzaron entre un 50 y un 80% de las colonias.
El año
pasado, siguiendo el pedido de Asociaciones de Apicultores
de toda Europa, la parlamentaria alemana Hiltrud Breyer
presentó una moción para la prohibición en todo el
continente de los neonicotinoides, la familia de agrotóxicos
a la cual pertenece el imidacloprid.
No solo un enemigo de los
apicultores
Además de
peligroso para las abejas, el imidacloprid es extremadamente
tóxico, a muy bajas concentraciones, para algunas especies
de animales acuáticos y para las lombrices de tierra. La
toxicidad aguda del imidacloprid puede ser muy alta para
algunas especies de aves, provocando el adelgazamiento de la
cáscara de los huevos y reduciendo la producción de huevos y
el éxito de la eclosión.
Si bien se
lo considera relativamente poco tóxico para los seres
humanos, no es inocuo ni mucho menos. Tras una exposición
aguda a la formulación agrícola del imidacloprid pueden
presentarse síntomas como la reducción de la actividad, la
falta de coordinación, temblores, diarrea y pérdida de peso.
Algunos de estos síntomas pueden prevalecer hasta 12 días
después de la exposición.
Estudios de
toxicidad crónica han demostrado que la tiroides es
especialmente sensible a los residuos de imidacloprid en los
alimentos y se ha comprobado que causa impactos negativos en
la reproducción.
Por si esto
fuera poco, la sílice cristalina, ingrediente inerte
presente en las presentaciones comerciales de imidacloprid,
está clasificada por la Agencia Internacional para el Cáncer
(International Agency for Cancer) como carcinogénico para
los seres humanos.
La situación en Uruguay
En
Uruguay se encuentran aprobadas para la venta más de 30
formulaciones a base de imidacloprid. Algunas de sus
denominaciones comerciales son “Gaucho”,
“Yunta”, “Bagual”, “Winner” y “Pride”, y pueden contener
hasta un 60% de principio activo.
Uno de sus
principales usos es la aplicación como “curasemillas” para
controlar las isocas que atacan las plantas de soja recién
emergidas.
Dado el
proceso de sojización que atraviesa la agricultura de
nuestro país, no es de extrañar que en los últimos años se
haya registrado una explosión de las importaciones de
imidacloprid.
Durante
2007 ingresaron 32 toneladas de este agrotóxico. Esto
significa casi el triple de lo que se importó el año
anterior y 72 veces más que lo que se importó en el año
2000. Tomando como base ese año, las importaciones de
imidacloprid aumentaron un 7.243 %.
Elaboración propia en base a estadísticas de importación de
productos fitosanitarios. MGAP – DGSA
No es
sorprendente entonces que durante el último año haya habido
varias denuncias de apicultores uruguayos que atribuyen la
creciente mortandad de sus colmenas al paquete de
agrotóxicos asociado a la soja. Lamentablemente, nada indica
que la soja se vaya a detener, por lo que los problemas de
mortandad de abejas serán cada vez más frecuentes.
A menos que
se tomen las medidas necesarias. ¿Se prohibirá el
imidacloprid en Uruguay o una vez más los sojeros
harán su negocio a costa del resto de los uruguayos? ¿Hasta
cuando debemos esperar que se prohíba un agrotóxico que no
se puede usar en su país de origen?
Flavio Pazos
RAP-AL Uruguay
3 de junio de 2008
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