Giorgio
Trucchi nació en Italia, en Busto Arsizio, el 22 de enero de
1963. Licenciado en Ciencias de la Educación trabajó muchos
años en Italia como educador y alfabetizador de menores,
adultos y personas con capacidades diferentes. En 1987
participó por primera vez en una brigada de trabajo en
Nicaragua con la Asociación Italia-Nicaragua. En 2000
comenzó una labor de sensibilización y denuncia sobre el
padecimiento y la lucha de los damnificados por el Nemagón.
En esta
oportunidad, le solicitamos a Sebastián Pinheiro, director
del Departamento de Agroecología de la Rel-UITA, una
reflexión en relación con el trabajo de este singular
militante, y sobre la masacre que las transnacionales
bananeras cometieron en esa región.
“Giorgio
nace en medio de los sueños de toda una generación que
luchaba por un mundo mejor. Cuando llega a Nicaragua apoya a
la Revolución Sandinista, y la hace suya. Hay quienes
catalogan a esa Revolución y a otros procesos
revolucionarios como violentos. Pero la verdadera violencia
es otra. Proviene del status quo, de los anillos de
poder y el terror que lo han sembrado siempre. En El
Salvador, los escuadrones de la muerte; en Guatemala ‘La
Mano Blanca’; en Chile, en Argentina, en Uruguay, en Brasil
y Paraguay, el Plan Cóndor.
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Afectado por el nemagón |
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Sin
embargo, la violencia que produce el DBCP, el Nemagón, no es
la misma que se padece en una sesión de ‘tortura militar’.
En esta otra tortura química la víctima es maltratada por
siempre, la persona es aniquilada cada día.
Esto es
un hecho real, y no hay la más mínima expresión de
sensibilidad de parte de la elite. El Nemagón, los
agrotóxicos, forman parte de su ejercicio de poder. Vale
recordar que están disponibles los documentos en los cuales
se concluía que el DBCP no se podía utilizar en Estados
Unidos ‘porque esto hace daño a los ratones y les pulveriza
los testículos’, dijeron. Sin embargo, la empresa que lo
producía siguió fabricándolo ‘for export’, porque era
altamente lucrativo, porque las transnacionales bananeras lo
demandaban, y esta situación contó además con el respaldo de
los gobiernos, de la ‘academia’ y sus mercenarios. Eso fue
lo que pasó. Quizás no todo el mundo percibe eso como
violencia, aunque sin lugar a dudas es una de las peores
formas de violencia.
Cuando
comenzamos a hablar de este problema aquí en Brasil, más de
uno quería adoptar este drama como algo exótico. Recuerdo
que una vez, en el estado de Paraná, al referirme al DBCP
una chica de la universidad se lamentó: “Ay, pobrecitos,
quedan impotentes”, a lo cual respondí: “¡No carajo! No es
impotencia, los testículos quedan como uva seca”.
Si
estamos hablando sobre esto, abordando el tema en
profundidad desde hace 20 años, y sucede que en la
universidad no se sabe eso: ¿qué mierda de mundo es éste?
Aquí nos encontramos con otra violencia, la violencia del
imbécil, o del otro, del pillo que escribe académicamente:
“El DBCP provoca una disfunción eréctil”. ¡Por favor,
tenemos que cambiar estas cosas!
Por eso
es muy importante que una persona buscando su revolución, su
utopía, llegue para colaborar. Porque Giorgio viene de
afuera, y por ello percibe esa violencia. Él se expone, se
arriesga y hace mucho más que el gobierno, que muchas
instituciones que fueron compradas o son funcionales a la
elite. Giorgio desenmascara una realidad aberrante.
Consiguió sacar a la violencia de detrás del biombo, les
quitó la mascarilla de hombres sabios que se colocan muchos
ingenieros agrónomos y toxicólogos de nuestra región.
Giorgio lleva adelante esa militancia con mucho coraje, que
es un valor que hoy escasea en un mundo controlado por las
transnacionales.
Está
bueno que se reconozca esa labor. Giorgio ha ayudado a que
disminuya la violencia haciéndola visible. Sin muchos
problemas, él podría estar en su hermoso país, en Italia. Es
muy interesante esta situación, porque estando en Nicaragua
luchando codo a codo con los ex trabajadores y trabajadoras
bananeras, es la mejor forma de estar en su país de origen.
Muchas
cosas se podrán conquistar si seguimos su ejemplo, y hay
mucho por hacer. Porque el DBCP en Nicaragua está en el
banano; pero en Bella Unión, en la zona azucarera del
Uruguay, se llama Paraquat; el DBCP de Pará, en
Brasil, es la violencia generada por los latifundistas. El
DBCP en Paraguay, es la soja avasallándolo todo. Siempre hay
un veneno que la elite utiliza para matar, aniquilar,
desmoralizar a una población. Es esto lo que tenemos que
denunciar, no sólo al instrumento, sino a quien lo empuña”.
En Porto Alegre,
Gerardo Iglesias
© Rel-UITA
9 de diciembre de 2005
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