Argentina

Una comisión independiente de especialistas

evaluará sus riesgos

El glifosato acorralado

 

Las denuncias del biólogo Andrés Carrasco sobre los peligros del glifosato comenzaron a tener efecto. El Comité Nacional de Etica en la Ciencia y la Tecnología (CECTE) de Argentina recomendó que se lleve a cabo una evaluación urgente de los riesgos de ese agrotóxico y que en ella intervengan sólo técnicos sin lazo alguno con empresas del sector.

 

La recomendación, difundida el martes 12, ya fue elevada al ministro de Ciencias, Lino Barañao, y está acompañada de consideraciones sobre los antecedentes de las grandes trasnacionales que producen y comercializan ese herbicida, que en Argentina, así como en otros países de la región, se emplea fundamentalmente para fumigar la soja.

 

Esa resolución sigue a la divulgación, en el diario Página 12, de una investigación sobre los efectos del glifosato en anfibios desarrollada por el biólogo Andrés Carrasco, director del Laboratorio de Embriología Molecular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, que comprobó las malformaciones graves que causa ese producto.

 

“El Comité Nacional de Ética en la Ciencia y la Tecnología recibió expresiones de inquietud relacionadas con la difusión periodística de trabajos de investigación realizados por el grupo del doctor Andrés Carrasco. Dicha información ha renovado la preocupación sobre los posibles efectos perjudiciales para la salud del herbicida glifosato”, indica el texto, titulado “Controversia acerca de posibles riesgos por el uso del herbicida glifosato”.

 

Carrasco decidió divulgar los resultados de su trabajo en un medio de prensa, incluso antes que en los círculos académicos, por tratarse de “un asunto de relevancia social que debe ser manejado por la opinión pública y no sólo por especialistas”, y también por dudar de la independencia de algunos de sus colegas o de las instituciones en las que trabajan.

 

También para los miembros del CECTE se está ante “un tema relevante que da lugar a controversias éticas, afecta a la integridad en la investigación y compromete además las relaciones de la ciencia y la tecnología con la economía, la producción agropecuaria, la preservación del medio ambiente, la salud y el bienestar de la población”. Todos los actores sociales involucrados deben estar en condiciones de “elegir responsable y democráticamente qué riesgos asumen y cuáles no”, señalaron.

 

En función de esas premisas, los integrantes de la comisión interdisciplinaria de “especialistas de la más alta jerarquía científica y técnica” cuya conformación “urgente” aconseja el CECTE no deben tener vinculación alguna “ni presente ni pasada” con empresas “nacionales o multinacionales vinculadas a la producción agropecuaria relacionada con el glifosato y la soja”.

Los técnicos son llamados a proceder a “una evaluación científica y epidemiológica de las denuncias sobre los posibles efectos sobre poblaciones humanas” del agrotóxico en cuestión, y analizar para ello los trabajos de todo tipo realizados también después que el herbicida fuera autorizado, cosa que en Argentina se produjo en 1996 tras un trámite curiosamente expeditivo y plagado de vicios formales y de fondo.

 

Intervendrán en la evaluación especialistas en epidemiología, toxicología, embriología, química orgánica, producción agropecuaria, ciencias ambientales, manejo de suelos, sociología rural y ética de la investigación científica.

 

El texto del CECTE, titulado precisamente “Controversia acerca de posibles riesgos por el uso del herbicida glifosato”, admite que al respecto existen “dos bibliotecas”, una que “condena” y otra que “absuelve” al herbicida, esta última alimentada fundamentalmente por las propias compañías y técnicos ligados a ellas, pero subraya que “más allá de estas afirmaciones encontradas, los antecedentes de las grandes empresas productoras y comercializadoras constituyen otro factor insoslayable en el análisis de la situación por la generación de intereses económicos entre los actores relacionados con el problema, dentro y fuera de la comunidad científica”.

 

Poco después de sus declaraciones periodísticas, Carrasco fue amenazado y presionado por representantes de las grandes empresas agroquímicas, al tiempo que periodistas conocidos por operar como lobistas de esas compañías publicaban en medios de prensa ligados a esos mismos intereses artículos en los que ponían en duda la “seriedad” de la investigación del científico.

 

En cambio, el biólogo fue respaldado por unos 300 científicos argentinos y extranjeros y por organismos de defensa de los derechos humanos.

 

“Yo no descubrí nada nuevo, sino que confirmé investigaciones de otros científicos y sobre todo denuncias de organizaciones sociales y de habitantes de zonas afectadas con las fumigaciones con glifosato”, insistió Carrasco al difundir su investigación.

 

Una de esas organizaciones sociales evocadas por Carrasco, que operó como punta de lanza en las denuncias sobre los efectos del glifosato y otros agrotóxicos utilizados en las provincias sojeras de Argentina, el Grupo de Reflexión Rural (GRR), presentó precisamente en estos días un informe titulado “Pueblos fumigados”.

 

En él se recogen las experiencias concretas de las poblaciones que padecieron las fumigaciones, investigaciones científicas realizadas al respecto, testimonios de médicos y de abogados que intervinieron en las denuncias, sentencias judiciales que se hicieron eco de estas últimas.

 

“Es el corolario de una campaña de cinco años trabajando en el tema de los impactos del modelo industrial sobre las poblaciones”, resumió Jorge Rulli, integrante del GRR, a la   agencia de noticias Biodiversidadla.

 

La campaña se centró esencialmente en el corazón sojero de la Argentina, es decir en las provincias de Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y Buenos Aires, pero también tuvo reflejos en Tucumán, Chaco, Salta e incluso en Corrientes, donde los agrotóxicos son empleados sobre todo por las arroceras.

 

En esas últimas provincias “todavía no se han constituido fuertes entramados de autoconvocatoria”, a diferencia de lo que sucede, por ejemplo, en Córdoba, donde la respuesta de las poblaciones locales, aun aquellas de pequeños centros, es especialmente vivaz.

“Pueblos fumigados” fue presentado a diversas autoridades de gobierno, comenzando por la Presidencia de la República y siguiendo por la Secretaría de Ambiente Humano de la Nación, o los ministerios de Salud y de Ciencia y Tecnología, sin mayor respuesta de su parte. También fue entregado a legisladores nacionales y provinciales, con resultado similar.

 

“En realidad no esperábamos respuestas”, dice Rulli, indignado en particular por el comentario que el ministro de Ciencia y Tecnología Lino Barañao hizo a propósito de la investigación de Andrés Carrasco. “Salió a rebatirlo de una manera brutal, al decir que las víctimas (del glifosato) son de la agricultura orgánica y no de la agricultura industrial, lo cual realmente da vergüenza ajena, es un escándalo”, señaló.

 

“Lo que están haciendo en Argentina los defensores de este modelo industrial es un verdadero genocidio, y en algún momento vamos a tener que llegar a los tribunales internacionales”, clamó el vocero del GRR, denunciando no sólo la pasividad de las autoridades de gobierno sino también la complicidad de sectores de la academia. “Este es un modelo que fue pensado en la Universidad de Buenos Aires y en otros lugares donde se reúnen los presuntos científicos. Tiene una matriz absolutamente académica, universitaria, y allí debe desarmarse”, afirmó.

 

El problema, agregó, es que “cuando uno habla con la dirigencia política y con los intelectuales argentinos comprende que hay una apuesta muy fuerte al crecimiento, al progreso ilimitado y a las tecnologías. Siguen insistiendo en que las tecnologías son neutras, y estamos convencidos que ese clima ideológico es el que ha permitido que se instalara el modelo de los monocultivos, que es equivalente al modelo de la minería y de los eucaliptos”.

 

De todas maneras, Rulli considera auspicioso el “tremendo cambio de conciencia” que se ha operado en los últimos años en las poblaciones afectadas por “el modelo”. “Es impresionante la cantidad de gente que se convoca con estas nuevas temáticas y que no participa en la actividad política partidaria. Nos llama mucho la atención, sobre todo en las pequeñas y medianas localidades, que el tema de la leche fresca, de la comercialización de la leche, de los espacios feriales, de la matanza local sean grandes temas y que convoquen a tanta gente”, subrayó.

 

En Montevideo, Daniel Gatti.

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En Montevideo, Daniel Gatti
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