La empresa Nicaragua Sugar Estates Limited,
propietaria del Ingenio San Antonio, uno de los
más grandes de Centroamérica, controla gran
parte de la producción de azúcar del país. Si
por un lado los extensos cañaverales dan trabajo
a miles de personas en el Occidente del país,
por el otro el Ingenio San Antonio ha estado al
centro de muchas polémicas y denuncias públicas
por los daños provocados al medio ambiente y,
sobre todo, a esos mismos trabajadores.
Según las diferentes asociaciones de ex
trabajadores azucareros, son más de 2 mil los
fallecidos por Insuficiencia Renal Crónica (IRC),
mientras que otros miles siguen padeciendo esta
enfermedad que ellos imputan a la contaminación
de las aguas del Ingenio por los agroquímicos
utilizados en los cañaverales.
Actualmente, la Nicaragua Sugar Estates
Limited está pidiendo un préstamo de 25
millones de dólares al Banco Interamericano
de Desarrollo (BID), para adquirir 1.500
hectáreas de terreno y expandir el cultivo de
caña. Organizaciones de la sociedad civil se han
movilizado para detener este proyecto,
considerándolo extremadamente dañino para la
población y los recursos naturales.
Sirel
conversó sobre esta situación con Yaniree
Álvarez, abogada y miembro del Movimiento
Social de León y de la Asociación Desarrollo
Comunitario Abangasca (ADCA).
-¿Cómo se enteraron del proyecto de préstamo a
favor de Nicaragua Sugar Estates Limited?
-A través de contactos que tenemos en Estados
Unidos, pero además toda la información está
disponible en la página Web del BID.
Estamos hablando de 25 millones de dólares para
la compra de 1.500 hectáreas de terreno en el
Occidente de Nicaragua para ampliar el cultivo
de la caña.
Es parte de un préstamo especial para fortalecer
lo que se conoce como “el cultivo de la caña
frente a otro tipo de energía en el país”,
porque simultáneamente con aumentar la
producción de azúcar se va a implementar la
producción de energía.
El Ingenio San Antonio ya está generando
electricidad con base en el bagazo de caña y
leña, y con el pretexto de aumentar esa
generación están ahora justificando la necesidad
de ampliar la superficie sembrada a caña.
-En un momento de crisis energética como el que
está viviendo Nicaragua, es fácil presentar este
proyecto como una ayuda al desarrollo del país…
-Estamos concientes de eso, pero consideramos
que lo que se va a impulsar no es a favor del
desarrollo de Nicaragua. En primer lugar no se
está tomando en cuenta que, como en el caso del
megaproyecto hidroeléctrico COPALAR, estas
tierras están en manos de pequeños productores
campesinos o de cooperativas. Muchas veces son
productores que, por falta de financiamiento, no
pueden desarrollar sus cultivos tradicionales.
No existe, además, un plan de ordenamiento
ambiental-territorial que defina cuáles son los
espacios donde se puede cultivar caña, y los
espacios donde debe estar viviendo la población
rural. Ni siquiera se ha definido el tipo de
cultivo que se puede desarrollar cerca de los
asentamientos rurales, para que la población no
siga siendo afectada al momento de fumigar los
agroquímicos o hacer trabajos estructurales.
En la zona de Abangasca Central, en el
territorio indígena de Sutiaba, vimos cómo la
población salió afectada en sus cultivos al
momento de esparcir el “madurador”.
-¿Cuáles otras afectaciones podría generar la
aprobación del préstamo del BID?
-No se está tomando en cuenta que para cultivar
caña se necesita extraer grandes cantidades de
agua. Para regar menos de 1.500 manzanas se
necesitan por lo menos diez pozos muy profundos,
y de cada pozo se extraen 1.200 galones de agua
por minuto. Esto ya está afectando gravemente
las reservas de agua de los pobladores de la
zona rural, y ese nuevo proyecto va a empeorar
la situación.
Otro elemento es la deforestación que se va a
ocasionar para sembrar caña. Si juntamos todos
estos factores queda claro que el proyecto de
los dueños del Ingenio San Antonio va a
tener una incidencia muy negativa.
En los diferentes foros sobre energía renovable
se ha demostrado la gran capacidad que tiene
Nicaragua en relación con la producción de
energía geotérmica, eólica y solar, pero aquí se
quiere potenciar algo que va a dañar a la gente
y al medio ambiente y beneficiar sólo a un grupo
privilegiado de empresarios. Eso no es ninguna
ayuda para el país.
-¿Ya se sabe cuáles son los terrenos que quieren
comprar?
-No exactamente, ya que en el documento del
BID no aparece este detalle, pero la
Nicaragua Sugar Estates Limited ha venido
adelantando la compra en algunos municipios como
Quezalguaque, Posoltega, El Realejo, entre
otros.
El Ingenio San Antonio posee actualmente 144 mil
manzanas de tierra y ahora quiere agregarle
1.500 hectáreas más.
Está adquiriendo tierras que eran de
cooperativas que fueron beneficiadas por la
Reforma Agraria de los años 80 y que, en los
últimos 16 años, con el desmantelamiento del
sistema agropecuario, no consiguieron
financiamientos y las fueron acorralando hasta
tener que vender sus tierras.
-¿A qué punto está el proceso de otorgamiento
del préstamo?
-Antes de entregar un préstamo como este, el
BID debe hacer una auditoría general sobre
el proyecto. Según nuestra información, esa
auditoría debe comprobar que existe un aval para
la compra de los terrenos y la siembra de la
caña.
Pero ese aval no tiene que ser de los alcaldes,
sino de las máximas autoridades municipales que
son los Consejos Municipales. Los Consejos
tienen que debatir, aprobar y autorizar la
extensión del cultivo de caña dentro del
municipio. Por eso estamos preguntando a todos
los Consejos Municipales si en algún momento le
han entregado una carta de aval a la
Nicaragua Sugar Estates Limited o al BID,
pero varios concejales ya nos han respondido que
nada saben de eso.
Además, en la descripción de la auditoría se
señala que el proyecto debe contar con el apoyo
y el respaldo de las comunidades aledañas. En la
práctica, cuando fuimos a los territorios
concernidos la gente nos dijo que no fue
consultada y que está dispuesta a firmar una
carta-denuncia porque no está de acuerdo con el
ampliación del cultivo de caña.
-¿Qué medidas van a tomar?
-Queremos hacer una encuesta entre los
pobladores para que se expresen sobre la
aprobación del préstamo a la Nicaragua Sugar
Estates Limited para expandir el cultivo de
caña. La gente tiene que poder opinar sobre su
futuro dentro de su municipio y no puede ser una
decisión impuesta desde arriba.
Es importante poder hacer una verdadera
auditoría desde las comunidades, con análisis
científicos de las aguas y del suelo realizados
por organizaciones reconocidas a nivel nacional
e internacional.
Existen muchos problemas que el BID tiene
que tomar en cuenta, y estamos trabajando para
que nos dé la posibilidad de presentar todas las
pruebas que tenemos en contra de la Nicaragua
Sugar Estates Limited.
Para acceder a un préstamo del BID no se
pueden tener causas abiertas en la justicia. La
Nicaragua Sugar Estates Limited tiene
causas pendientes con la justicia por la vía
administrativa y por la vía judicial, y vamos a
presentar esos expedientes.
Tenemos, además, comprobantes de cheques que
demuestran cómo el Ingenio San Antonio
compró “voluntades” entre los miembros del
sindicato blanco que existe en la
empresa. Aparentemente, este sindicato avaló la
demanda de préstamo y vamos a demostrar por qué
lo hizo sin tomar en cuenta a los demás
trabajadores. Lo que pretendemos probar es cómo
la empresa ha frenado el verdadero sindicalismo
dentro de la planta, con el apoyo del personal
del Ministerio del Trabajo.
Vamos también a presentar las resoluciones del
Ministerio del Ambiente (MARENA) y del
Ministerio de Agricultura (MAGFOR) en contra del
Ingenio San Antonio, y vamos a pedir a
las autoridades municipales relacionadas con el
medio ambiente que tomen cartas en el asunto.
Tenemos una gran cantidad de pruebas en contra
de esta empresa y ahora se trata sólo de
ordenarlas y crear grupos de trabajo.
-¿Tienen contactos directos con el BID?
-Tenemos uno a través de una compañera
estadounidense de New Haven, que es parte del
hermanamiento de esta ciudad con León. Nos van a
apoyar en la parte científica y de análisis y
para presentarle nuestra auditoría al BID.
-¿Y si el préstamo se aprobara?
-En
ese caso pretendemos que no se utilice para
ampliar el cultivo de caña, sino para que el
Ingenio San Antonio cambie de tecnología. En
lugar de quemar caña, afectando gravemente a la
población y al medio ambiente, que adquiera
maquinarias y tecnología adecuada para cortar
caña en verde. Por otro lado, estamos planteando
que también elabore y desarrolle lo que llamamos
la “cosecha de agua”, o sea la retención de agua
para alimentar el manto acuífero. Hacer embalses
naturales para que esta agua sea absorbida por
el suelo. Estas tecnologías ya las hemos puesto
a disposición del Ingenio, pero nunca nos hizo
caso.
No estamos pidiendo que quiten la caña, porque
es una realidad del Occidente del país, pero que
sea un cultivo que no dañe al medio ambiente,
que a largo plazo no deje sin agua al
Departamento, que no se utilicen los
agroquímicos que son parte de la “docena sucia”
y que, de alguna manera, sea un cultivo que no
perjudique a la población.
En Managua,
Giorgio Trucchi
© Rel-UITA
19 de
diciembre de 2006
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