El
3 diciembre se ha determinado como el “Día Internacional por
el NO uso de Plaguicidas”. Este día se recuerda a las miles
de personas que fallecieron y otras tantas que aun sufren
las secuelas de la catástrofe ocurrida en Bhopal, India en
1984, donde 27 mil toneladas de gas tóxico se escaparon de
la fábrica de agrotóxicos de la empresa norteamericana Union
Carbide.
La
contaminación y destrucción resultantes de la fabricación,
el uso y la disposición de los agrotóxicos ha sido
demostrada y denunciada desde hace largos años por
científicos y especialistas en la materia. Ya en 1962, en su
famoso libro “Primavera Silenciosa”, Rachel Carson describía
los graves efectos del uso de sustancias como el DDT. Este
insecticida integra un conjunto de sustancias tóxicas
denominadas Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs),
responsables por enfermedades como el cáncer y alteraciones
en el sistema inmunológico y endocrino, así como por sus
impactos sobre la fauna terrestre y acuática.
Los
agrotóxicos catalogados como COPs son sustancias que se
propagan a grandes distancias a través del aire y el agua
y se dispersan por todo el mundo, hasta regiones muy
distantes de su fuente original. En muy bajas
concentraciones afectan gravemente la salud de los seres
humanos, animales y el ambiente. Algunos COPs, incluso en
concentraciones muy bajas, pueden alterar funciones
biológicas normales, incluyendo la actividad natural de las
hormonas. Se acumulan en los tejidos grasos de los
organismos y se biomagnifican, es decir, aumentan su
concentración en cientos o hasta millones de veces a medida
que van subiendo en la cadena alimenticia. Los COPs tienen
generalmente alta solubilidad en lípidos (se disuelven
fácilmente en grasas y aceites) y baja solubilidad en agua.
Permanecen mucho tiempo en el ambiente, incluso decenas de
años, resistiendo la degradación por el sol, su degradación
química y la degradación por otros microorganismos.
El fantasma de los COPs
En
nuestro país por largos años se usó el DDT para el control
de los mosquitos y la lagarta, así como un conjunto de otros
COPs, entre los que los más comunes fueron el Aldrin,
Dieldrin, Endrín y Mirex.
Si bien
dichos COPs ahora están prohibidos, se continúa utilizando
agrotóxicos que tienen las mismas propiedades a las
mencionadas anteriormente. Entre esas sustancias se
encuentran el endosulfán, pentaclorofenol, lindano y
fipronil.
El
endosulfán es un insecticida ampliamente utilizado en los
cultivos de soja transgénica, además de ser usado en cebolla
y otros cultivos de bulbo, así como en tomate y frutales en
floración (manzana, durazneros, ciruelos, pelón y pera) y
viñedos. El Lindano se emplea para el control de la
pediculosis y la sarna; el Pentaclorofenol para preservar la
madera y el Fipronil para el control de la hormiga
cortadora. Cabe mencionar que este último fue uno de los
sustitutos propuestos por el Ministerio de Ganadería,
Agricultura y Pesca al prohibir el uso del hormiguicida Mirex (julio 2004) que debía ser eliminado en cumplimiento
del Convenio de Estocolmo firmado por Uruguay.
Lamentablemente, esta alternativa solo eliminó un
organoclorado (el Mirex) para permitir el uso de otro
organoclorado (el Fipronil).
En
nuestro país se constata un aumento cada vez mayor del uso
de agrotóxicos tan contaminantes como los que son
eliminados.
Lamentablemente, nada parece indicar que vayan a disminuir,
ya que las mismas empresas que impulsan el uso de semillas
transgénicas y los cultivos para agrocombustibles son las
que venden los agrotóxicos que los acompañan. Es
decir, que el control de lo que se cultiva, como y donde se
lo hace, está en manos de multinacionales cuyo mayor interés
es la ganancia y no la VIDA.
En este
Día Internacional del NO Uso de Plaguicidas hacemos un
llamado a autoridades, productores y consumidores a
reflexionar y tomar conciencia sobre el daño que el uso de
estas sustancias implica para la salud de las personas y
para el medio ambiente. Más importante aún, apelamos a que
se adopten todas las medidas necesarias para lograr una
agricultura sin venenos. Uruguay tiene todas las condiciones
para producir sus alimentos sin contaminar ni envenenar. La
alternativa de producir sin agrotóxicos existe y es la
producción orgánica.
|