En medio de
la pesadilla en que viven decenas de miles de afectados por el Nemagón y
otros agrotóxicos en Nicaragua, se destaca por su dramatismo la situación de
las mujeres.
Más de
2,500 ex trabajadoras de las bananeras no sólo sufren los efectos mortales y
directos de este pesticida, sino que tienen que aguantar una situación de
abandono y de discriminación por parte de las instituciones y de la sociedad
en general, sumada a los efectos indirectos de los pesticidas sobre su
descendencia, su familia y su entorno.
Enfermas,
sin trabajo, muchas veces único sostén de la familia, las mujeres afectadas
por el Nemagón se encuentran hoy día frente a otro obstáculo que parece
insuperable.
La
Asociación de ex Trabajadores Afectados por el Nemagón (Asotraexdan) y la
Asociación de Obreros Bananeros de Occidente Afectados por el Nemagón (Aobon)
comenzaron, hace unos meses, un proceso de negociación con la transnacional
Dole Food Company Inc. para llegar a un acuerdo extrajudicial y a una
posible indemnización, por los daños físicos y psicológicos sufridos por la
exposición a los agrotóxicos aplicados por la transnacional norteamericana
en los años 60 y 70 en Nicaragua.
Desde el
comienzo, la Dole Food Company Inc. no quiso aceptar la presencia de
mujeres en la negociación, aduciendo que nunca trabajaron en las fincas
bananeras y que sus afectaciones no dependen del pesticida que se aplicó en
cantidades inimaginables a lo largo de más de dos décadas.
Una
aberración más hacia las mujeres afectadas y un nuevo capítulo de una lucha
que no parece tener fin.
SIREL
conversó con Melba Poveda Sotelo, ex trabajadora de las bananeras y
miembro de la Comisión negociadora frente al Gobierno y a la Dole Food
Company Inc.
-¿Cuándo comenzó a trabajar en las bananeras?
-Entré a
trabajar en 1972 cuando tenía 17 años y a pesar de tantas enfermedades que
me afectaron a lo largo de los años, nunca he dejado de trabajar para poder
sobrevivir.
Comencé a
trabajar en la Finca El Paraíso en Chinandega y después me trasladé a otras
fincas como la San Pablo, La Delicia, Cardón, Maria Elsa, Teresa y trabajé
casi 30 años.
En estos
últimos años ya no me aceptaron más, porque las enfermedades de que sufro no
me permitían trabajar. En aquel tiempo estaban la Standard Fruit y la Dole.
-¿Qué tipo
de trabajo hacía?
-Yo era
contratada, como todas las mujeres, para trabajar en la Empacadora para
descoronar, desmanar, limpiar, sacar la cabeza de banano, lavar y empacar.
Las
transnacionales que han sido demandadas por haber producido, comercializado
y aplicado los químicos a base de DBCP, como es el caso del Nemagón-Fumazone,
afirman que las mujeres no tienen nada que ver con la contaminación, porque
no tuvieron contacto directo con el producto…
Antes de
todo, como mujeres y como seres vivientes, somos humanas y sufrimos, a veces
mucho más, los mismos efectos de que sufren los hombres.
Hay que
entender que, además del trabajo por el que nos contrataban, trabajábamos a
la par de los hombres en la finca para ayudarles a acelerar el trabajo. Eso
les permitía a nuestros compañeros ganar un poquito más.
Yo, por
ejemplo, ayudaba a mi marido para que pudiera hacer más trabajo y ganar más,
ya que era una miseria lo que nos pagaban.
-¿En qué
manera le ayudaba?
-Mi marido
era embolsador, es decir pasaba todo el día poniendo las bolsas empapadas de
pesticida alrededor de la cabeza de banano. Antes de hacer ese trabajo,
había que arrastrar largas y pesadas varas de hierro del lugar donde estaban
almacenadas hasta la plantación.
Después se
hacía un hoyo, se enterraba la vara a la orilla de la cepa y se amarraba
para sostenerla y para que no se cayera con el peso de la cabeza de banano.
Para
agilizar el trabajo de mi marido, yo me encargaba de arrastrar esas varas de
hierro y le ayudaba a enterrarlas y amarrarlas. De esa manera estaba en
contacto directo con el Nemagón, porque lo regaban de noche y en la
mañanita, cuando entrábamos a trabajar, la plantación estaba empapada de ese
liquido y nos caía encima y nos mojaba.
-¿Por
qué hacían también este trabajo?
-En aquel
tiempo ganábamos unos 300 córdobas mensual (aprox. 40 dólares), pero era muy
poco y se ganaba por producción, así que yo le ayudaba para que mi marido
embolsara más y ganara más. Nadie se imaginaba que después de unos años
íbamos a salir afectados de esa manera. Nunca nos dieron nada para
protegernos y nunca nos avisaron de la peligrosidad de ese producto que se
utilizaba en las fincas.
-¿Había un
contacto directo con el pesticida en la Empacadora?
-Por
supuesto. La fruta llegaba envuelta en una bolsa llena de pesticida y esa
estaba siempre llena de agua que se había mezclado con el Nemagón. Nosotras
las mujeres teníamos que abrir la bolsa, quitar las flores del banano,
enjuagarlos. En todas estas operaciones nos mojábamos completamente de agua
contaminada por los pesticidas. No teníamos ningún tipo de protección y
absorbíamos todo a través de la piel y de la respiración.
Estamos
contaminadas, aunque ahora las transnacionales digan que no.
Además, en
los primeros años de trabajo no habían servicios sanitarios y teníamos que
hacer nuestras necesidades entre la grama de la plantación que también
estaba empapada de pesticida.
Entre los
diferentes trabajos me ocuparon también para lavar los overoles de los
hombres que iban a fumigar.
-¿Cuándo se
dio cuenta que el contacto con el Nemagón le estaba provocando daños en su
salud?
-Fue como
hace 20 años. Comencé a estar muy mal, a tener hemorragias muy fuertes en la
vagina y fuertes dolores al estómago. Los doctores se dieron cuenta que mi
útero estaba lleno de pequeños quistes, parecidos a tumores.
En la
primera operación me sacaron 36 y en la segunda 60, que tenían como una
cresta de gallo. Tuve 16 embarazos y sólo logré parir a siete hijos, de los
cuales tres actualmente tienen serios problemas físicos y neurológicos.
En los
otros casos los abortaba de repente al hacer cualquier tipo de esfuerzo
físico.
Fue
dramático. Comenzaba a caminar y empezaban las hemorragias y se me salía el
feto.
Nunca iba
donde el médico porque tenía miedo de perder el trabajo. Me limpiaba,
descansaba y a la semana regresaba a mi trabajo.
Sólo una
vez tuve que ir al hospital porque después de haber abortado, comenzó una
hemorragia que no paraba. Aquella vez me encontraron otras 36 pelotitas en
el útero y me dijeron que eran tumores y tuvieron que quemarlos.
Al año
quedé embarazada otra vez, pero el niño nació muerto. Le faltaban los brazos
y las piernas. Fue algo horrible y me escapé de morir por la hemorragia que
no lograban detener. Hoy el niño tendría casi 19 años.
Ahora los
dueños de las empresas transnacionales dicen que no estamos afectadas. ¡Que
lo prueben!
-¿Todos
estos problemas continuaron en los años siguientes?
-Siguieron
y más bien empeoraron con el pasar de los años.
Tuve más
complicaciones y al final los doctores tuvieron que sacarme la matriz.
Sigo
sangrando de la nariz, tengo fuertes dolores de cabeza y son más de diez
años que sólo logro dormir 2 o 3 horas por noche. Tuve que dejar el trabajo
porque ya no aguantaba más.
A pesar de
todo eso, yo soy una mujer que sigue luchando y creo que sólo voy a parar el
día en que me vayan a recoger porque estoy muerta. Nosotras las mujeres
parece que estemos bien, que estemos gordas y en salud, pero por adentro
estamos podridas y al día siguiente, amanecemos muertas.
También mi
marido está afectado y pudo engendrar sólo a dos hijos. Los otros son de
otro compañero.
-¿Cómo
hace para curarse?
-En mi caso
y en lo de muchas mujeres, ya no hay cura porque quedamos infestadas por
toda la vida. Hay medicamentos que podrían permitirnos vivir un poquito más,
pero son inaccesibles por los altos costos. Ni siquiera el Estado cumplió
con lo que nos prometió cuando firmamos los Acuerdos en Mayo del año pasado
(2005). No estamos recibiendo absolutamente nada y la gente sigue muriendo.
Somos de
bajo recursos y no tengo para comprar estos medicamentos. ¿Qué vamos a
hacer?
Tampoco
estamos recibiendo una pensión por riesgo laboral, absolutamente nada y uno
tiene que arreglársela como puede. Los gobiernos nunca han mirado por los
pobres. Los políticos sólo se acuerdan de pelear por su bolsillo y cuando
van de candidatos te abrazan y te besan y después no se voltean ni a verte.
-Como mujer y como ex trabajadora afectada por el Nemagón ¿Qué es lo que le
pide a la Dole?
-A la Dole
le pedimos que nos indemnice igual que a los varones, porque nosotras
también fuimos afectadas.
Que se
recuerden los dueños de la Dole que ellos también son hijos de mujeres y que
tienen que mirar por nosotras las mujeres nicaragüenses. Hemos sufrido en
carne propia los efectos de los pesticidas y también sufrimos los efectos en
nuestros hijos e hijas, quienes nacieron enfermos y con malformaciones. Hay
una compañera que tiene un hijo que nació sin sus órganos sexuales y eso
duele, como persona y como madre.
La Dole no
está haciendo nada por nosotras las mujeres y sólo dice que no fuimos
afectadas por el Nemagón. Es una barbaridad. Somos personas, somos humanas,
no somos de hierro y hasta el hierro se pudre, imagínese nuestros cuerpos.
-¿Y si la
Dole sigue con ese planteamiento?
-Somos más
de 2,500 mujeres afectadas y vamos a repudiar esta posición. Vamos a contar
con el apoyo de todos los varones, que han demostrado su interés en que
nosotras también recibamos una indemnización por lo que hemos sufrido. No
vamos a descansar hasta que tengamos lo que nos corresponde.
-¿Qué
importancia puede tener la divulgación de la información en el caso de
Ustedes?
-Va a ser
muy importante que los medios de comunicación nacionales e internacionales,
como por ejemplo lo que está haciendo la UITA y la Asociación
Italia-Nicaragua, se informen y divulguen todo lo que está pasando con
nosotras y lo que las transnacionales quieren hacer al no reconocer nuestras
afectaciones en el caso del Nemagón.
Pedimos a
todo el mundo, a todos los países amigos que hablen e informen sobre lo que
las empresas han hecho con nosotras las mujeres de Nicaragua.
Giorgio
Trucchi
© Rel-UITA
23
de agosto de 2006 |
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