Los
poderosos productores de soja paraguayos lanzaron el grito
al cielo cuando escucharon al presidente Fernando Lugo
afirmar en su discurso ante la Asamblea de las Naciones
Unidas que “agrotóxico es sinónimo de terrorismo”. Ante el
plenario de Presidentes de todo el mundo, Lugo abogó por
acabar con “el terrorismo que afecta a los niños de mi país,
que mueren a causa de los agrotóxicos”.
“El terrorismo que mata de hambre a los niños, el terrorismo
de las armas en cualquier lugar, el terrorismo que afecta a
los niños de mi país que mueren a causa de los agrotóxicos,
el terrorismo que mató a nuestros hermanos en las Torres
Gemelas, que seguirá matando mientras la guerra siga siendo
un negocio para pocos o el fanatismo siga nublando nuestros
corazones”, fue la parte del discurso de Fernando Lugo
ante la Asamblea de las Naciones Unidas, que tensó aún más
las relaciones entre el presidente paraguayo y los sojeros.
Al regresar a Asunción, haciendo uso de una fina
ironía, Lugo dijo no entender el enojo de los
productores de soja por el paralelismo que hizo en Nueva
York entre el terrorismo y los agrotóxicos.
El mandatario preguntó a
los periodistas que le consultaron sobre el tema: “¿Ellos
(los sojeros) usan agrotóxicos?”. Los cronistas le
respondieron que el término que prefieren utilizar los
productores es el de “agroquímicos”, a lo que Lugo exclamó:
“¡Ah!, entonces no sé por qué se dan por aludidos. Que se
queden tranquilos”.
Cuando los cronistas insistieron preguntándole a qué hizo
alusión cuando se refirió al “terrorismo de los
agrotóxicos”, el presidente respondió, tajante: “A
Silvino Talavera”.
Lugo
volvió a traer al tapete el triste episodio que envolvió la
muerte del niño, de tan sólo 11 años de edad. Silvino
falleció el 7 de enero de 2003 tras haber estado expuesto en
dos ocasiones a las fumigaciones realizadas sobre un cultivo
de soja por los colonos alemanes Hernnan Schlender y
Alfredo Laustenlager. Ambos fueron luego juzgados y
condenados a dos años de prisión por la muerte del niño,
aunque lograron una pena sustitutiva de prisión y a pagar
una ínfima indemnización por la pérdida de uno de sus
miembros a la familia Talavera-Villasboa.
De todas maneras, este caso sentó un precedente, pues fue la
única ocasión en que los autores de una fumigación
irresponsable y alevosa -que roció directamente al niño-,
fueron condenados por este hecho.
Los neonatos corren dos veces más riesgos de
tener malformaciones congénitas si la vivienda
de sus padres está situada a un kilómetro o
menos de los campos agrícolas sometidos a
fumigaciones con agrotóxicos |
La muerte de Silvino no quedó impune. Sin embargo, en
el departamento de Itapúa a diario nacen niños con
secuelas originadas por las constantes fumigaciones con
glifosato a cultivos de soja ubicados a tan sólo metros de
zonas densamente pobladas, que van intoxicando a los
humanos, animales y al medio ambiente en general de forma
todavía impune.
Malformaciones causadas
por
agrotóxicos
Al referirse al “terrorismo de los agroquímicos” ante la
Asamblea de las Naciones Unidas, Lugo también trajo a
colación una realidad que aún resulta lacerante en
Paraguay, y de la cual ninguna autoridad quiso dar
cuenta, por lo menos hasta ahora, que hace referencia a los
niños que como Silvino Talavera son victimas
inocentes y silenciosas de los agrotóxicos utilizados en los
campos de soja.
La única investigación científica realizada en el país sobre
esta problemática da cuenta de que
de cada cinco niños nacidos en el departamento de Itapúa
-el mismo en el que vivía Silvino-, cuyas madres estuvieron
expuestas directa o indirectamente a los agrotóxicos usados
en los cultivos de soja transgénica, dos presentaron
malformaciones congénitas.
Esta preocupante estadística se desprende de la investigación
“Malformaciones Congénitas Asociadas a Agroquímicos”,
publicada en la revista de Pediatría y realizada por la
pediatra Stella Benítez, junto con las especialistas
María Luisa Macchi, del Hospital Materno Infantil, y
Marta Acosta, jefa del área de neonatología del
Hospital Regional de Encarnación, capital departamental.
Los datos arrojados por esta pesquisa son los primeros de
esta naturaleza obtenidos en el país en relación a los
efectos altamente nocivos que acarrean sobre los seres
humanos los agrotóxicos utilizados en las plantaciones de la
oleaginosa.
El departamento de
Itapúa posee extensas áreas
destinadas al cultivo de la soja transgénica, y en los
últimos años se notó en esta zona del país un evidente
incremento de nacimientos con malformaciones congénitas.
A pesar de esto, las
anteriores autoridades sanitarias se empeñaron en desmentir
la existencia de alguna conexión entre las malformaciones y
el uso indiscriminado de agrotóxicos de alto poder
contaminante en la región.
El
estudio citado revela que alrededor del 40 por ciento de los
niños cuyas madres tuvieron contacto directo o indirecto con
los agrotóxicos nació con algún tipo de malformación
en este departamento fronterizo con la Argentina.
El análisis fue elaborado con
base en la estadística de nacimientos registrados entre
febrero de 2006 y marzo de 2007 en el Hospital Regional de
Encarnación, la capital departamental.
La
investigación advierte que el riesgo de que un neonato nazca
con malformaciones congénitas de algún tipo aumenta al doble
si las embarazadas residen a menos de un kilómetro de los
cultivos de soja. Esa posibilidad, en tanto, es 15 veces
mayor si los tóxicos son almacenados en las viviendas.
La doctora Benítez
manifestó su preocupación ante los datos obtenidos, aunque
en la conclusión de la investigación, ella y sus colegas
reconocen la necesidad de realizar estudios epidemiológicos
más profundos sobre este aspecto, atendiendo al carácter
eminentemente agrícola del país.
“Este estudio sólo revela parte
de la situación registrada en una de las tantas regiones en
donde son utilizados los pesticidas de gran poder tóxico”,
indicó la médica. Paraguay es el sexto productor
mundial de soja y el cuarto exportador, y las plantaciones
de esa oleaginosa representan el 38 por ciento de toda su
producción agrícola.
Benítez expresó
también que se deben intensificar los controles sobre el uso
de agrotóxicos legales y sobre aquellos que “no están
registrados por las autoridades y que son ingresados de
manera ilegal a territorio paraguayo”.
Alta exposición =
malformaciones
Esta investigación fue realizada por la doctora
Benítez y sus colegas con el objetivo de desentrañar
la asociación existente entre las malformaciones congénitas
detectadas en recién nacidos de la zona de Itapúa y
la exposición de la madre a los agrotóxicos.
Las investigadoras decidieron realizar un
seguimiento de casos, durante un año, en el Hospital
Regional de Encarnación, en donde se produce la mayor
parte de los nacimientos registrados en el departamento.
El riesgo de
malformaciones aumenta para los niños concebidos
durante las épocas de uso máximo de agrotóxicos,
o sea durante los meses primaverales, entre
septiembre y octubre en Paraguay |
De febrero de 2006 a marzo de 2007, este
nosocomio registró a todos los recién nacidos que
presentaban malformaciones congénitas al momento de nacer.
Por medio de una encuesta, las madres fueron indagadas sobre
los riesgos a los que estuvieron expuestas durante el
embarazo y que pudieron contribuir a las malformaciones
congénitas de sus pequeños recién nacidos. Además, las
investigadoras examinaron a los neonatos sanos, del mismo
sexo, que nacieron inmediatamente después.
Durante el periodo en que se extendió la
investigación se produjeron 52 nacimientos con
malformaciones congénitas visibles. Del análisis de las
entrevistas a las madres y de la comparación de casos entre
recién nacidos sanos y los que presentaban malformaciones
congénitas, se encontraron asociaciones que resultaron
estadísticamente significativas para las investigadoras.
En primer término, comprobaron que los neonatos
corren dos veces más riesgos de tener malformaciones
congénitas si la vivienda de sus padres está situada a un
kilómetro o menos de los campos agrícolas sometidos a
fumigaciones con agrotóxicos.
También
comprobaron que este riesgo aumentaba tres veces más si la
madre tuvo contacto directo o accidental con los agrotóxicos
durante el tiempo de gestación, en tanto que subía a 15
veces si los pesticidas eran almacenados en el hogar. En
caso de que hubiera antecedentes de malformaciones
congénitas en la familia, el riesgo se acrecentaba a seis
veces más.
La investigación también comprobó que el riesgo de
malformaciones aumenta para los niños concebidos durante las
épocas de uso máximo de agrotóxicos, o sea durante los meses
primaverales, entre septiembre y octubre, en Paraguay.
Las investigadoras concluyeron que cada vez es más aceptada
en la comunidad científica la asociación existente entre la
alta exposición de las embarazadas a los agrotóxicos y el
riesgo de traer al mundo hijos con defectos físicos, así
como otros impactos sobre la salud de los neonatos.
En la conclusión final del estudio, la doctora Benítez
y sus colegas afirmaron que mitigar los riesgos que
conllevan la exposición a los agrotóxicos para las mujeres
embarazadas y sus hijos no debería recaer únicamente sobre
la fuerza laboral vulnerable, sino que las instituciones
reguladoras deberían mejorar la protección en el trabajo y
acelerar los esfuerzos para reemplazar los agrotóxicos con
alternativas seguras, o prácticas que dependan menos del uso
de los agrotóxicos.
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