Paraguay

Campesinos pierden 400 mil dólares

a causa de plaguicidas

 

Los campesinos afectados por el uso indiscriminado de agrotóxicos destinados a la fumigación de las plantaciones de soja en San Pedro del Paraná solicitaron al gobierno paraguayo un resarcimiento económico por las millonarias pérdidas de sus pequeños cultivos de rubros de subsistencia, que según los cálculos, ascienden a unos 400 mil dólares.

 

 

Según un censo realizado por los propios campesinos, se perdieron unas 600 hectáreas de algodón, 200 de mandioca, 30 de poroto (fríjol) y 10 de arroz. Eso, sin contabilizar los daños producidos a los cultivos permanentes de naranja, mandarina, limón, durazno y banana. Tampoco cuantificaron los efectos causados en los animales domésticos y vacunos, en la salud de la población y la contaminación de los cursos de arroyos y nacientes, de los que extraían agua para higienizarse y beber. La contabilización de estas pérdidas hubiera engrosado enormemente el monto total presentado por los labriegos al gobierno.

 

Los dirigentes rurales hicieron entrega al gobierno de un petitorio con otros cuatro pedidos más, que hasta el momento tampoco les fue concedido. El punto más trascendental de ese petitorio es el pago de una indemnización por parte del Estado. Solicitaron igualmente la provisión de alimentos, la condonación de deudas pendientes, el tratamiento sanitario para los afectados por la contaminación, elementos escolares para los niños y semillas de rubros de primera necesidad para recuperar sus cultivos estropeados.

 

Cada vez que los dirigentes campesinos recuerdan estas solicitudes al ministro de Agricultura, Antonio Ibáñez, éste responde con evasivas. Con referencia a la indemnización por las pérdidas, dijo que consultaría al presidente de la República acerca de la viabilidad económica de tal medida.

 

Más veneno en vez de alimentos

 

Un hecho insólito, y que no tendría una explicación racional para muchos, es que durante su cuarta visita al lugar, el ministro Ibáñez, antes que atender las peticiones campesinas de víveres y semillas para el cultivo de rubros de primera necesidad hizo entrega a los afectados de más glifosato.

 

Análisis de laboratorio realizados por los técnicos del propio Ministerio de Agricultura demostraron que fue el glifosato, mezclado con clorimurom ethyl, el que contaminó a los agricultores y sus familias.

 

Irónicamente, Ibáñez proveyó de unos 500 litros del químico a los agricultores para que fumiguen sus futuros cultivos de soja. También entregó semillas de soja. Eso sí, de las convencionales, porque quedaría mal que un ministro violara las leyes vigentes y entregara granos de soja transgénica, cuyo cultivo es ilegal. Los labriegos, desbordados por sus deudas, no tuvieron más remedio que aceptar el ofrecimiento. Aun así, volvieron a insistir en el pedido de más alimentos para sus familias, a lo que el ministro Ibáñez respondió que trataría de conseguir de algunas empresas “amigas” la provisión de comidas semielaboradas, principalmente enlatadas, para consumirlas durante unos tres meses. No especificó si la entrega se haría de una sola vez, o si sería mensual o semanal.

 

Glifosato y Clorimuron Ethyl

 

Según habían establecido los agricultores, los plaguicidas utilizados por los sojeros en sus cultivos consistían en una mezcla de glifosato y clorimurom ethyl. En cuanto a este último, el informe técnico ministerial indica que “es absorbido por las hojas y raíces de las malezas y se trasloca por toda la planta, ocasionando inicialmente el amarillamiento y posteriormente la muerte de la yema apical y más tarde de toda la planta. La acción del producto es lenta, evidenciándose su acción con la muerte de las malezas en un periodo de 4 a 8 días”.

 

Los datos bibliográficos indican que el límite máximo de concentración de residuos en las hierbas y arbustos oleaginosos de este elemento es de 0,05 ppm. Las muestras de cultivo de algodón tomadas en San Pedro del Paraná evidencian la presencia de 0,33 y 0,85 ppm de clorimurom ethyl, un nivel más que suficiente para afectar los cultivos, a los humanos y a los animales domésticos.

 

Sin embargo, el informe oficial relativiza las cosas, al sostener que el uso de los plaguicidas no es el único factor que impide el desarrollo de los cultivos, ya que a ellos habría que sumar los cambios climáticos, la deficiencia de nutrientes, el ataque de plagas y enfermedades, la falta de control de malezas...

 

Los técnicos no pudieron determinar la cantidad de glifosato concentrado en los cultivos, porque, según indican en el documento, no cuentan con un componente cromatógrafo líquido de alta presión denominado derivatizador postcolumna, que determina el nivel de presencia del plaguicida en el suelo y los cultivos.

 

Aunque aceptaron en principio este informe, los campesinos dudan de la total veracidad de los resultados obtenidos por el Ministerio de Agricultura, por lo que recurrirán a centros privados para realizar estudios de agua, suelo y de seres humanos más creíbles y que les permitan comprobar fehacientemente el nivel de contaminación que sufren a causa de los agrotóxicos.

 

Los dirigentes rurales volvieron a solicitar al ministro Ibáñez la entrega de los resultados de los exámenes de laboratorio realizados a las personas que habían sido internadas con graves efectos en la piel, náuseas, vómitos y fuertes cefaleas, a causa de los pesticidas. Ibáñez evitó comunicarles estos resultados. Alegó en ese sentido que enviará las muestras de sangre y orina a laboratorios de Brasil o de Argentina para determinar con exactitud la causa de las afecciones presentadas por los labriegos. Como si todavía hubiera dudas al respecto...

 

 

Rosalía Ciciolli 

© Rel-UITA

19 de enero de 2004

 

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