Los
pueblos afectados por la fumigación con agrotóxicos se
esparcen por el mapa de Córdoba, tanto como las manos de
cordobeses y cordobesas que desde hace un año decidieron
conformar un colectivo para sumar las inquietudes y
esfuerzos que se hallaban dispersos en la provincia,
luchando y proyectándose contra una realidad rociada de
veneno, corrupción, egoísmo y muerte. La Agencia de Noticias
Biodiversidadla conversó esta semana con Gerardo, del
Colectivo Paren de Fumigar, quienes han tomado la palabra
para denunciar los efectos de la sojización y detener un
nuevo genocidio que está siendo sembrado en el país.
-¿Cómo y
cuándo surge el ‘Colectivo Paren de Fumigar Córdoba’?
- Hará unos cinco años, el Grupo de Reflexión Rural (GRR)
junto con las Madres de Ituzaingó, y el Centro de Protección
de la Naturaleza (CeProNat) de Santa Fe, eran las
tres organizaciones que más fuertemente venían planteando
las consecuencias de las fumigaciones. Las Madres de
Ituzaingó fueron las primeras que iniciaron acciones legales
que intentan hacer que se cumpla la 'ley de agroquímicos' a
nivel de la provincia, para poder brindar soluciones al
flagelo que ellas tenían, de un caso de patología
relacionada a las fumigaciones por casa1.
El Barrio
Ituzaingó es como una especie de barrio peninsular que entra
en toda la zona sojera de Córdoba, en la periferia. Están
todas las casas rodeadas de campos de soja. Las madres
empiezan a darse cuenta que había cáncer, lupo, espina
bífida, que se estaba empezando a demostrar que podía llegar
a haber correlación con el tema de la fumigación. Entonces,
se juntan con el GRR y CeProNat y empieza esta
campaña 'Paren de Fumigar'. Va pasando el tiempo y,
mediáticamente, cada vez que había un caso de intoxicación
se las referenciaba a las madres y se empezaba a tomar
contacto con ellas para ver cuáles eran los últimos
movimientos que habían tenido. Paralelamente, muchos de las
otros pueblos del interior de Córdoba, de la zona de Jesús
María, de Oncativo, Laguna Larga, de toda la parte de la
'Pampa gringa' cordobesa, empiezan a manifestar la misma
problemática. Cuando organizaciones sociales y vecinos
autoconvocados empiezan a ver cuál era el historial de
lucha, se dan cuenta de que las que habían sido las primeras
en denunciar esto son las madres.
Lamentablemente, muchas veces para que un pueblo tome
conciencia es necesario vivir en carne propia las
consecuencias de este modelo productivista. Hasta tanto a
nadie le pase, nadie se va a andar preocupando de esto. Va
pasando el tiempo y nos empezamos a dar cuenta de que había
muchas organizaciones dispersadas que tenían actividades
individuales desde su organización social o desde su pueblo
individual como vecinos autoconvocados. Entonces dijimos
'bueno, entre todos tenemos que hacer algo'. Si la campaña
es por ahí la que nos unifica, la que toma la problemática,
que es la misma para todos, tenemos que hacer algo para ser
más fuertes. Entonces, el 13 de septiembre del año pasado,
decidimos juntarnos por primera vez en Colonia Caroya y ahí
surge la 'Declaración Caroya'
2,
que es la génesis del Colectivo Paren de Fumigar Córdoba.
¿Por qué colectivo?, porque cuando nos juntamos en Colonia
Caroya, primero no teníamos la intención de conformar un
colectivo, pero de repente vimos que habían muchos que
venían de organizaciones sociales de cada uno de los
pueblos.
En Oncativo
estaba la 'Cooperativa de Trabajo La Minga', que venía
denunciando no sólamente esta problemática social, sino
otras como la explotación en el ámbito laboral y otras
cuestiones por las cuales históricamente siempre fueron
señalados dentro del pueblo. En la zona de Villa Ciudad
Parque Los Rearte, estaban los chicos de 'Semillas del Sur',
una cooperativa de artesanos, que también trabajan en el
campo de lo social generando talleres culturales. En la zona
de Jesús María estaba el 'Grupo 9 de Julio', que es un grupo
ecologista. En la ciudad de Córdoba estaba 'Peperina
Rebelde', una especie de asamblea ambientalista que
participa dentro de la UAC, la Unión de Asambleas
Ciudadanas. Incluso, anteriormente a este encuentro en
Colonia Caroya, 'Paren de Fumigar' participaba dentro de la
UAC, pero nunca se llegaba a consolidar nada fuerte,
porque el problema de las fumigaciones era contemplado como
una problemática más ambiental entre tantas otras, entre la
minería, entre el tema de las papeleras, entre las
industrias que no tienen ni freno ni control del Estado,
entonces no lográbamos consolidar una lucha constante en el
tiempo.
-¿Cuál es la situación particular que están viviendo en Córdoba respecto
a las fumigaciones, qué es la 'ley de agroquímicos' que
mencionabas al principio?
-La ley de
agroquímicos no está del todo completa. A nivel ambiental,
Córdoba tiene la mejor legislación vigente, que a diferencia
de otras provincias, nos permite hacer frente y utilizar esa
ley para poder intentar frenar un poco. Esta realidad no
está en otras provincias. La ley establece que los cultivos
de soja tienen que estar sí ó sí a 500 metros si se aplican
agroquímicos por 'mosquito' y a 1.500 metros si se aplica
con 'avioneta fumigadora'. Esa ley no se cumplía por ningún
productor. El problema de la ley es que no contempla la
cuestión penal. Para cada productor, fumigar con 'mosquito'
ó 'avioneta', por más que estuviera su campo de soja pegado
a las viviendas, le significaba fumigar y pasar la multa
como si fuera un impuesto más. En la balanza de costos de lo
que le deja la soja, era irrisorio el pago. Entonces, muchos
productores no se preocupaban por violar la ley, hasta que
las Madres de Ituzaingó inician un juicio a un productor con
el apoyo de la OPS. Después que la OPS, la Organización
Panamericana de la Salud, declara que Ituzaingó es un barrio
contaminado y que está en una situación de emergencia, con
la declaración y un fiscal, se inician las acciones para
culpar legalmente a este productor. Logran que esté cinco
días en la cárcel, pero ahí nomás lo liberan. Digamos que
nunca se logró meter 'en cana' a un productor por haber
violado la ley, porque la ley, como te decía, no contempla a
las fumigaciones como un delito penal.
Una de las
jurisprudencias que estamos tomando en cuenta es la del
Fiscal Gómez de Tucumán, que tomó el caso de contaminación
por minería (de Minera Alumbrera) como delito penal y se ha
logrado culpar penalmente a empresas por haber contaminado
napas de río, napas de agua potable y afluentes de agua
potable. Tomando que la contaminación es un delito penal
estamos viendo e instrumentándonos para poder proyectarnos
al día de mañana, de acá a unos años, y que se consideren
las fumigaciones como un delito penal, las fumigaciones
incontroladas. Nosotros presentamos un informe y una
denuncia ante (los tribunales) Comodoro Py, que estuvo a
cargo de Jorge Rulli y el GRR, donde se culpa
no solamente al productor sino a toda la cadena de
responsabilidades que están por encima de él. Muchas veces
se plantea que la más barata sería buscar un chivo
expiatorio, que sería el fumigador, cuando en realidad el
fumigador es una víctima más, no es un victimario.
El
victimario es, por un lado, el productor, pero arriba del
productor está el ingeniero agrónomo que ordenó la receta
fitosanitaria
3.
Nos hemos encontrado muchas veces con recetas fitosanitarias
que ponen 'aplicar tantas dosis de glifosato' y le ponen 'no
tóxico'. En una receta fitosanitaria están considerando al
glifosato como 'no tóxico', cuando la OMS (Organización
Mundial de la Salud) ya lo declaró de grado de toxicidad 2.
Creo que ese agrónomo debería tener el cuidado y la
precaución al momento de dar su receta. Del mismo modo que
un médico al hacer una mala praxis se lo puede juzgar
legalmente, el ingeniero agrónomo al dar una receta
fitosanitaria está poniendo en riesgo la vida de las
personas. Y por encima del ingeniero agrónomo, están las
universidades públicas que tienen los laboratorios de
investigación, que son los que preparan a estos ingenieros.
Las universidades públicas se han convertido más en serviles
a empresas privadas que en formar ingenieros al servicio de
la sociedad. Vemos que los programas universitarios están
direccionados a generar futuros empresarios y no un
ingeniero preparado integralmente para determinar si un
pesticida está haciendo daño o no. Después, por encima de
las universidades, la idea es ir contra el SENASA
(Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria), la
Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, y el
Ministerio de Salud. Son los tres órganos que más poder de
policía podrían llegar a tener al momento de establecer las
pautas de la fumigación, de cómo hacer una fumigación. Morir de
nueva muerte.
-¿Crees que estas fumigaciones se pueden parar, no sólo en Córdoba sino
en el resto del país?
-Yo creo
que el problema es complejo. El problema principalmente
radica en una política de Estado y nosotros lo que vemos es
que hay una cuestión muy hipócrita, porque desde el Estado
se mandó un equipo de investigación del Ministerio de Salud
que se dice que se conformó para investigar y destinar
fondos al caso del Barrio Ituzaingó en Córdoba. El equipo de
salud no está conformado. Hablamos con Susana García,
presidenta de la Asociación de Toxicología Argentina y nos
comentó que el equipo no estaba conformado, pero que de acá
a unos años ellos iban a ser los posibles integrantes de ese
equipo. El Estado se hizo eco de esta problemática que ellos
mismos generaron a través del modelo sojero.
No vale de
nada tratar de frenar las fumigaciones desde el Ministerio
de Salud, si desde el Estado no se plantea una reforma
agraria ó un cambio en la política agropecuaria. ¿Por qué?
Porque uno puede agarrar y ofrecer todo un sistema sanitario
que proteja a las víctimas, pero van a seguir habiendo
nuevas víctimas a medida que el modelo productivista vaya
encontrando los vericuetos por donde seguir actuando.
Se pueden
frenar las fumigaciones, pero conversando en muchas de las
asambleas nos damos cuenta que el problema, más allá del
Estado, es la idiosincracia del productor. Si al productor
se le ofrece otro tipo de subsidio para fomentar cultivos
orgánicos que se pueden instalar en el mercado mundial y que
dejan suficiente ingreso, mucho más alto que la soja,
entonces ahí sí. ¿Por qué? Porque lamentablemente cuando uno
habla con un productor tiene que hablar en términos
económicos, no en términos de salud. Te digo esto porque la
idiosincrasia clásica del productor es que no le importa.
Con esto no quiero hacer una generalidad, porque hay muchos
productores que sí les interesa.
Nos ha
tocado entrevistar a un productor al que le había nacido un
hijo sin un bracito y le preguntamos: '¿Usted es conciente
que su hijo le puede haber nacido sin un brazo por el tema
de las fumigaciones?', y el productor nos respondía: 'Sí, yo
sé que es por eso, pero bueno, mi hijo no tendrá un brazo
pero va a tener dos palos verdes cuando sea ingeniero'. Esa
idiosincrasia lamentablemente es la que está instalada en
muchos de los productores nuestros, donde lo único que les
interesa es acrecentar su bolsillo.
-Esto no terminaría con el problema de la concentración de la tierra.
Hemos conversado en muchísimas ocasiones con campesinos que
resisten a diario los atropellos y desalojos de los
productores y empresarios sojeros.
-El Estado
analiza la problemática de las fumigaciones desde un punto
de vista muy reduccionista. Esto va más allá de la
fumigación. Lo que estamos denunciando nosotros es el modelo
agropecuario que estamos teniendo. Un modelo que desplaza,
desaloja campesinos, a una persona que históricamente tenía
su huerta ó que tenía una producción integral, naturalmente
rotativa. Me refiero a que había campesinos que tenían su
cabrita, sus vacas, maíz, girasol, trigo, huerta, frutales,
y que con eso comía no solamente su familia, podía
intercambiar el sobrante ó el remanente con otras
comunidades. Eso históricamente se hizo pero nunca fue
reconocido por ninguno de los estados, desde los períodos de
facto hasta esta seudo-democracia que estamos teniendo
ahora.
La
problemática de las fumigaciones no la podemos analizar
desde un punto de vista muy conductista, como que: 'Ah, se
está fumigando, tenemos que frenar las fumigaciones'. El
problema radica en plantear otro tipo de agricultura que es
viable, porque desde el Colectivo Paren de Fumigar no es que
decimos 'hay que parar las fumigaciones, no se puede fumigar
más', y los productores vienen y nos plantean 'y bueno,
dennos la solución'. Dentro del Colectivo Paren de Fumigar
hay muchos profesionales agrónomos y biólogos que hace rato
vienen peleando por una alternativa productiva.
El Estado
no solamente debería considerar un equipo de salud para
analizar las víctimas del modelo de las fumigaciones, sino
que debería enviar un equipo para investigar los desalojos
de campesinos. Las actitudes corruptas que hay entre
municipios feudales y productores agropecuarios
conniventemente dan vía libre al desalojo de campesinos.
Debería contemplar también un equipo de alternativas en
producción agropecuaria. Debería contemplar un equipo que
vele por la soberanía alimentaria, y no tener un INTA
(Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) que sigue
desarrollando el modelo biotecnológico. El INTA, uno
de los mayores responsables. En la época de Menem
tuvo que tranzar con Monsanto, para no quebrar tuvo
que darle el germoplasma, y Monsanto, a través del
Convenio de Vinculación Tecnológica, es el que estuvo
bancando al INTA.
Ahora el
INTA rompió lazos con Monsanto, pero seguimos
desarrollando el modelo productivista de soja transgénica.
Entonces, si tampoco hay una intención desde el Estado de
desarrollar una soberanía alimentaria genuina y de que
nuestras semillas vuelvan a ser lo que eran antes, no
experimentos genéticos, hasta que no se contemplen todos
estos factores y además los factores sociales, la necesidad
de que haya un reparto equitativo de las tierras, hasta que
no se considere todo esto, el problema no se va a
solucionar. Sin embargo, nosotros desde 'Paren de Fumigar'
creemos que la cuestión de detener las fumigaciones es
urgente, porque está en juego la vida de personas, porque
están muriendo ya las personas. Ahora se está juzgando a los
asesinos de la 'época del proceso'. Yo creo que de acá a
diez años, como se viene avanzando, vamos a empezar a
procesar a los asesinos de estos nuevos muertos, porque es
otro tipo de genocidio y ecocidio.
En cierta forma nosotros tenemos esperanza y es por eso que
también estamos en la lucha.
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