El
30 de julio, el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca
resolvió ampliar las restricciones en relación al uso
del
insecticida fipronil.
A partir de
la entrada en vigencia de esta
resolución, “sólo podrá autorizarse el ingreso al país
del ingrediente activo fipronil con el objetivo de
comercializarse y utilizarse con fines agrícolas, para el
control de hormigas en formulación cebo granulado y para uso
curasemilla en arroz bajo las condiciones en sus
correspondientes registros.” Es decir, que de acuerdo a esta
nueva resolución,
queda permitido el uso del fipronil en las formulaciones de
cebo granulado (hormiguicidas) y suspensión concentrada (curasemillas).
Desde el año 2007, el
insecticida fipronil ha estado bajo la mira de los
apicultores, después de haberse constatado la muerte de
miles de colmenas por causa de este insecticida.
Desde julio de 2007
a agosto de 2008,
los
apicultores perdieron 81.000 colmenas (que
pasaron de 514.000 a 433.000). Las causas
de dicha disminución fueron varias (aumento en los costos de
producción, expulsión de los apicultores de los campos,
pérdida de fuentes de alimento para las abejas, factores
climáticos), pero entre las causas importantes se incluyeron
también las mortandades de abejas por agrotóxicos.
La pérdida de 81.000 colmenas significó la pérdida de 160
fuentes de trabajo familiar, a las que se deben sumar las
fuentes de trabajo accesorias (proveedores de insumos,
etc.), y del potencial productivo de unos 2.400.000 kg de
miel (unos 5 millones de dólares).
Las
negociaciones llevadas a cabo por la Sociedad Apícola
Uruguaya (SAU) con las autoridades del MGAP
finalmente tuvieron resultados positivos, y si bien esta
nueva regulación no elimina totalmente el uso del fipronil,
al menos lo restringe, sumándose a otras
medidas restrictivas adoptadas un par de meses
atrás.
En esta
restricción queda exceptuado el ingreso del ingrediente
activo fipronil en régimen de admisión temporaria para la
formulación nacional con fines de exportación de productos
de uso agrícola a base de dicho ingrediente activo en otras
presentaciones.
Las nuevas
restricciones apuntan a que el MGAP tenga por un lado
la capacidad de controlar lo que entra en nuestro país para
ser formulado y posteriormente exportado, y que además pueda
controlar las formulaciones y usos permitidos en nuestro
país: cebo granulado como hormiguicida y suspensión
concentrada como cura semilla en el arroz.
Cabe
señalar que si bien esta medida es importante, en particular
para la apicultura, no es menos cierto que los usos aún
autorizados continuarán causando daños en el ambiente, ya
que el fipronil es usado masivamente para el control de la
hormiga en los monocultivos agrícolas y forestales. Se trata
de un insecticida altamente persistente, que tiene efectos
adversos sobre la salud humana, y que ha sido identificado
como posible cancerígeno por la Agencia de Protección Ambiental
estadounidense (EPA por su sigla en inglés).
El fipronil se bioacumula,
no se descompone naturalmente y puede permanecer largos
períodos, incluso años, en el ambiente antes de
desintegrarse.
Puede acumularse en los tejidos humanos y animales. Es menos
tóxico para los mamíferos que para algunas aves, peces y la
mayoría de los invertebrados, para los cuales puede ser muy
tóxico.
Es decir,
que esta nueva restricción al uso del fipronil sigue siendo
un paso insuficiente hacia su tan necesaria prohibición.
Mientras el país siga apostando a ser un país productivo
basado en monocultivos agrícolas, transgénicos y forestales,
el uso de agrotóxicos se incrementará en vez de disminuir y
sus efectos adversos aumentarán, contaminando el agua, el
aire, el suelo la gente y la vida de todos los ecosistemas.
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