Paraguay

Familiares de Silvino Villasboa

siguen esperando justicia

 

El pasado 7 de enero se cumplieron dos años de la muerte del niño Silvino Talavera Villasboa, de 11 años, fallecido a consecuencia de las fumigaciones con herbicidas realizadas en una zona cercana a su vivienda en Pirapey, Itapúa, y el caso sigue sin ser aclarado.

 

Si bien la justicia en un juicio oral y público condenó a dos “sojeros” del lugar, Herman Schelender y Alfredo Laustenlager a dos años de prisión y a pagar una multa de 25 millones de guaraníes cada uno. Estos apelaron la condena y el juicio fue anulado por el Tribunal de Apelaciones.

 

Petrona Talavera Villasboa, madre de Silvino, durante un estudio abierto transmitido por la FM Trinidad desde el local de las Coordinadora Nacional de Mujeres Rurales, Conamuri, dijo que hasta el caso sigue prácticamente impune.

 

"Lo que necesitamos es que las autoridades se apiaden de nosotros y hagan justicia, porque hasta ahora el caso sigue encarpetado en la Corte Suprema", señaló Petrona con lágrimas en los ojos.

 

Por su parte el abogado de la familia, Juvenal Figari señaló que le sorprendió la determinación adoptada por el Tribunal de Apelaciones al anular el juicio oral y por ende la condena, y que por dicho motivo planteó ante al Corte Suprema de Justicia un recurso extraordinario de casación.

 

"Lo que específicamente estoy solicitando a la máxima instancia judicial es que se anule la sentencia del Tribual de Apelaciones, porque es una aberración la resolución dictada, ya que carece de argumentos reales y jurídicos. La anulación del juicio oral y público en donde se dictó la condena fue nada más para favorecer a estos empresarios sojeros", sentenció el abogado querellante.

 

Antecedentes

 

El 2 de enero de 2003, el niño se dirigía con su bicicleta hacia su casa, en compañía de su primo, llevando en un bolso carne y un poco de fideos para la preparación del almuerzo familiar. Cuando faltaban unos cuantos metros para llegar a su humilde vivienda, Silvino y su primo Gabriel se cruzaron con el sojero Herman Schelender, quien se encontraba fumigando sus plantaciones de soja. Justo en el momento en que el niño cruzaba frente a la máquina fumigadora, Schelender activó el dispositivo de la máquina, bañando literalmente a Silvino con el herbicida, así como a la carne y los fideos que portaba en su bicicleta. Gabriel pudo esquivar el chorro y aunque también aspiró el veneno no le ocasionó los mismos daños que a Silvino. Una vez en su casa, la madre, Petrona Talavera Villasboa, quien desconocía lo que había pasado, preparó el almuerzo con los comestibles que había traído su hijo.

 

Al cabo de unas horas, varios miembros de la familia de Petrona comenzaron a sentirse mal, con náuseas, vómitos y cefaleas. Pero la peor parte se la llevó Silvino, no sólo por el hecho de haber estado directamente expuesto a los herbicidas sino también por haber inhalado el líquido en el momento en que fue "fumigado" por Schelender.

 

Petrona, Silvino, su hermana Sofía, por aquel entonces de 12 años, y sus hermanos Nicolás de 19, así como Justiniano de 9, entre otros más, fueron internados en un centro materno infantil de la localidad de Pirapey, en donde los médicos les diagnosticaron intoxicación grave causada por agrotóxicos.

 

Algunos días después, y al comprobarse que Petrona y sus hijos mejoraron ostensiblemente, regresaron a su casa, pero el 6 de enero, el otro sojero condenado, Alfredo Laustenlager, volvió a realizar fumigaciones de sus cultivos de soja, localizados a escasos 15 metros de la casa de la familia Talavera.

 

A raíz de esto la salud de Silvino volvió a empeorar, pero esta vez su organismo ya no pudo resistir. Si bien el niño fue trasladado hasta el Hospital Regional de Encarnación, falleció un día después.

 

En tanto otras 20 personas vecinas también fueron gravemente afectadas por la intoxicación, siendo igualmente trasladadas hasta Asunción para ser tratadas.

 

 

Osvaldo Escobar

Jakue'Eke Digital

12 de enero de 2005

 

 

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