Si bien la justicia en un juicio oral y público condenó a 
                    dos “sojeros” del lugar, Herman Schelender y Alfredo 
                    Laustenlager a dos años de prisión y a pagar una multa de 25 
                    millones de guaraníes cada uno. Estos apelaron la condena y 
                    el juicio fue anulado por el Tribunal de Apelaciones.
                    
                    
                     
                    
                    
                    Petrona Talavera Villasboa, madre de Silvino, durante un 
                    estudio abierto transmitido por la FM Trinidad desde el 
                    local de las Coordinadora Nacional de Mujeres Rurales, 
                    Conamuri, dijo que hasta el caso sigue prácticamente impune.
                    
                    
                     
                    
                    
                    "Lo que necesitamos es que las autoridades se apiaden de 
                    nosotros y hagan justicia, porque hasta ahora el caso sigue 
                    encarpetado en la Corte Suprema", señaló Petrona con 
                    lágrimas en los ojos.
                    
                    
                     
                    
                    
                    Por su parte el abogado de la familia, Juvenal Figari señaló 
                    que le sorprendió la determinación adoptada por el Tribunal 
                    de Apelaciones al anular el juicio oral y por ende la 
                    condena, y que por dicho motivo planteó ante al Corte 
                    Suprema de Justicia un recurso extraordinario de casación.
                    
                    
                     
                    
                    
                    "Lo que específicamente estoy solicitando a la máxima 
                    instancia judicial es que se anule la sentencia del Tribual 
                    de Apelaciones, porque es una aberración la resolución 
                    dictada, ya que carece de argumentos reales y jurídicos. La 
                    anulación del juicio oral y público en donde se dictó la 
                    condena fue nada más para favorecer a estos empresarios 
                    sojeros", sentenció el abogado querellante.
                    
                    
                     
                    
                    
                    Antecedentes
                    
                    
                     
                    
                    
                    El 2 de enero de 2003, el niño se dirigía con su bicicleta 
                    hacia su casa, en compañía de su primo, llevando en un bolso 
                    carne y un poco de fideos para la preparación del almuerzo 
                    familiar. Cuando faltaban unos cuantos metros para llegar a 
                    su humilde vivienda, Silvino y su primo Gabriel se cruzaron 
                    con el sojero Herman Schelender, quien se encontraba 
                    fumigando sus plantaciones de soja. Justo en el momento en 
                    que el niño cruzaba frente a la máquina fumigadora, 
                    Schelender activó el dispositivo de la máquina, bañando 
                    literalmente a Silvino con el herbicida, así como a la carne 
                    y los fideos que portaba en su bicicleta. Gabriel pudo 
                    esquivar el chorro y aunque también aspiró el veneno no le 
                    ocasionó los mismos daños que a Silvino. Una vez en su casa, 
                    la madre, Petrona Talavera Villasboa, quien desconocía lo 
                    que había pasado, preparó el almuerzo con los comestibles 
                    que había traído su hijo.
                    
                    
                     
                    
                    
                    Al cabo de unas horas, varios miembros de la familia de 
                    Petrona comenzaron a sentirse mal, con náuseas, vómitos y 
                    cefaleas. Pero la peor parte se la llevó Silvino, no sólo 
                    por el hecho de haber estado directamente expuesto a los 
                    herbicidas sino también por haber inhalado el líquido en el 
                    momento en que fue "fumigado" por Schelender. 
                    
                    
                     
                    
                    
                    Petrona, Silvino, su hermana Sofía, por aquel entonces de 12 
                    años, y sus hermanos Nicolás de 19, así como Justiniano de 
                    9, entre otros más, fueron internados en un centro materno 
                    infantil de la localidad de Pirapey, en donde los médicos 
                    les diagnosticaron intoxicación grave causada por 
                    agrotóxicos.
                    
                    
                     
                    
                    
                    Algunos días después, y al comprobarse que Petrona y sus 
                    hijos mejoraron ostensiblemente, regresaron a su casa, pero 
                    el 6 de enero, el otro sojero condenado, Alfredo 
                    Laustenlager, volvió a realizar fumigaciones de sus cultivos 
                    de soja, localizados a escasos 15 metros de la casa de la 
                    familia Talavera.
                    
                    
                     
                    
                    
                    A raíz de esto la salud de Silvino volvió a empeorar, pero 
                    esta vez su organismo ya no pudo resistir. Si bien el niño 
                    fue trasladado hasta el Hospital Regional de Encarnación, 
                    falleció un día después. 
                    
                    
                     
                    
                    
                    En tanto otras 20 personas vecinas también fueron gravemente 
                    afectadas por la intoxicación, siendo igualmente trasladadas 
                    hasta Asunción para ser tratadas.
                    
                    
                     
                     
                    
                    Osvaldo Escobar
                    
                    Jakue'Eke Digital
                    
                    12 
                    de enero de 2005