"La Convención salvará vidas y protegerá el entorno,
especialmente en los países más pobres, al prohibir la
producción y uso de algunas de las sustancias químicas más
tóxicas que se han conocido nunca", dijo el director del
PNUMA, Klaus Toepfer, en Nairobi, sede permanente de la
agencia de la ONU.
"En los próximos años los gobiernos nacionales y los
compromisos de los donantes internacionales canalizarán más
de 500 millones de dólares hacia un ambicioso programa para
asegurar que las futuras generaciones no tengan que vivir
como la generación actual con estas sustancias tóxicas
almacenadas en sus cuerpos", agregó Toepfer.
El Convenio fue firmado el 23 de mayo de 2001 en la capital
sueca y, al entrar en vigor, será un instrumento
internacional jurídicamente vinculante para la aplicación de
medidas que reduzcan los Contaminantes Orgánicos
Persistentes (conocidos abreviadamente como COP).
Los COP son sustancias químicas no biodegradables, se
acumulan en los organismos vivos a través de la red
alimentaria y suponen un riesgo al provocar daños a la salud
humana y al medio ambiente.
Los efectos incluyen, entre otros, cáncer, daños al sistema
nervioso, interferencia con la capacidad reproductiva de los
humanos y muchas otras especies, disminución en el
desarrollo intelectual de los niños y debilitamiento del
sistema inmunológico.
Estas sustancias tienen además la característica de perdurar
y poder ser transportadas largas distancias, y han sido
halladas en regiones muy alejadas de su lugar de origen y
utilizadas, especialmente, en las regiones más frías del
planeta.
Los primeros COP sobre los que se ha decidido actuar son los
conocidos como "la docena sucia": aldrin, bifenilos
policlorados (PCB), clordano, DDT, dieldrina, dioxinas,
endrina, furanos, heptacloro, hexaclorobenceno, mirex y
toxafeno.
Ocho de estas doce sustancias químicas designadas para ser
eliminadas bajo el tratado global son pesticidas usados en
la agricultura, el control de enfermedades y el manejo de
plagas.
Muchos países afectados por el paludismo o malaria, por
ejemplo, utilizan para combatir la enfermedad la sustancia
DDT, muy tóxica pero más barata que otras alternativas más
efectivas y menos contaminantes.
"A pesar de que estos plaguicidas han sido prohibidos en la
mayoría de los países industrializados, continúan usándose
en muchas regiones, tanto legal como ilegalmente", según el
Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), que añade que
"existen sustitutos efectivos para casi todos los pesticidas
que tienen COP".
Además de prohibir la producción y uso de COP, el Convenio
de Estocolmo prevé que se lleve a cabo una limpieza de
antiguos almacenes de insecticidas y otros químicos tóxicos
que contienen esos elementos.
Vertederos y bidones tóxicos de los años cincuenta, sesenta
y setenta se están ahora deteriorando o pudriendo, según el
PNUMA, lo que significa que las sustancias químicas se
filtran al subsuelo y contaminan los recursos acuáticos y,
por extensión, la vida salvaje y humana.
También será necesario invertir en procesos productivos o
tecnologías más limpias y hacerlos llegar a los países en
vías de desarrollo, cuya pobreza les impide tener acceso a
ellos.
EFE
17 de mayo de 2004