La
compañía internacional Bayer dispuso retirar de Argentina, a
fin de año, al endosulfán, que ya estaba prohibido en más de
60 países, incluyendo toda la Unión Europea. Lo utilizan en
forma masiva en los campos de soja, algodón, girasol, maíz y
tabaco.
“La ciencia avanza hacia formulaciones más seguras y
aceptamos esos cambios”, dicen en Bayer.
El
endosulfán es un agrotóxico muy cuestionado desde hace
décadas por sus efectos nocivos sobre la salud y el medio
ambiente. Se utiliza de forma masiva en la soja, y también
en algodón, girasol, maíz y tabaco, entre otros cultivos.
Las empresas del sector siempre defendieron su uso, negaron
cualquier efecto secundario y, sobre todo, ningunearon a las
organizaciones sociales, acusándolas de alarmistas o
menospreciando sus investigaciones. De forma sorpresiva, el
mayor golpe contra el endosulfán provino desde el corazón de
los agronegocios: la multinacional Bayer anunció que
lo retirará del mercado. “Planificamos terminar las ventas
de endosulfán para fines de 2010 en todos los países donde
todavía la misma se encuentra legalmente disponible”,
explicó el comunicado de Bayer CropScience (área
agroquímica de la empresa), firmada por la directora de la
compañía Judith Nestmann. También precisó que será
reemplazado por alternativas “con un perfil de riesgo
significativamente menor”.
“La
decisión de Bayer se produce luego de años de
campañas de denuncias realizadas en todo el mundo contra el
persistente plaguicida, el cual se vincula a diferentes
enfermedades como el autismo, a nacimientos con
malformaciones y daños en el aparato reproductor masculino,
como así también a muertes y severos daños a agricultores a
través del contacto directo”, explicaron desde la Red de
Acción en Plaguicidas de América latina (RAPAL), que
también recordó que el endosulfán ya está prohibido en más
de 60 países, incluida la Unión Europea.
El
agrotóxico es un tipo de insecticida de gran uso en el país.
Según datos de las empresas, en 2008 se usaron 4 millones de
litros, comercializados por una decena de empresas, entre
las que sobresalen DuPont Agrosoluciones, Nidera
y Bayer.
El
coordinador de Relaciones Institucionales de Bayer
Argentina, Luciano Viglione, explicó que en 2007
retiraron del mercado Thioday, agroquímico con endosulfán,
pero aún comercializan Decis Dan, otro compuesto que
contiene el agrotóxico. “Lo retiraremos del mercado antes de
fin de año. La ciencia avanza hacia formulaciones más
seguras y desde Bayer aceptamos esos cambios”,
justificó Viglione.
Ni la casa
central de Bayer ni la sede local aceptaron los
perjuicios sanitarios y ambientales del agrotóxico, pero
remarcaron que lo suplantarán “por otro más seguro”, aunque
aún no explicitaron cuál.
Para las
organizaciones sociales, y el mundo científico que lo
denuncia desde hace tiempo, la medida de la empresa es un
reconocimiento implícito de los efectos negativos del
insecticida. También jugaron otros factores. “Por un lado,
la presión de los consumidores en Europa es alta y, por
otro, tarde o temprano será incluido en el Convenio de
Estocolmo (instrumento internacional que regula el
tratamiento de las sustancias tóxicas, auspiciado por las
Naciones Unidas)”, precisó el coordinador regional de
RAPAL e ingeniero agrónomo, Javier Souza Casadinho,
que investiga el uso de agrotóxicos desde hace más de una
década.
El
endosulfán está identificado como plaguicida extremadamente
tóxico con capacidad de producir en la salud daños agudos (a
corto plazo) y crónicos (enfermedades que aparecen luego de
años del contacto con el plaguicida). “La revisión de la
literatura científica sobre impacto del endosulfán revela
evidencias de los efectos tóxicos crónicos en el sistema
nervioso, el sistema inmunológico, su acción disruptora
endócrina y evidencias no concluyentes de su acción
mutagénica y genotóxica, así como la de provocar cáncer en
animales de laboratorio y las poblaciones humanas expuestas.
También está relacionado con efectos neurológicos a largo
plazo como la epilepsia y el incremento del riesgo de la
enfermedad de Parkinson”, afirma Souza Casadinho.
En cuanto a
los efectos agudos, se lo señala como causante de diarreas,
mareos, dolor de cabeza, nauseas, llagas, dolor de garganta
y cuadros de asma. Según Rapal, el insecticida se degrada
muy lentamente, permanece años en el medio ambiente y se
traslada a grandes distancias arrastrado por las corrientes
de aire y de agua.
Según datos
de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (CASAFE),
en 1999 se utilizó
en Argentina 1,9 millón de litros de endosulfán. En 2008 se
duplicó: 4,2 millones de litros.
“Esta tendencia creciente en el uso de endosulfán tiene su
correlato con el incremento general en la utilización de
plaguicidas derivado del modelo agrícola vigente”, explica
Souza Casadinho.
Desde la
organización también destacaron que “existen alternativas
comprobadas cuyos usos no presentan los efectos colaterales
mortales de este plaguicida”. Karl Tupper, científico
integrante de la Red de Acción de Plaguicidas de Estados
Unidos, explicó que “al retirarse Bayer, en el
mercado quedan un puñado de fabricantes genéricos que venden
este veneno. Les pedimos a estas empresas que prioricen la
salud y el medio ambiente por sobre las ganancias que
obtienen a través de este tóxico y que frenen sus ventas. Es
lo único responsable por hacer”.
Alejandro Oliva es médico y coordinador de una investigación que, entre 2004
y 2007, abarcó seis pueblos de la Pampa Húmeda. En ella
confirmó la vinculación directa entre el uso y exposición a
contaminantes ambientales con malformaciones, cáncer y
problemas reproductivos. “Los hallazgos fueron contundentes
en cuanto a los efectos de los pesticidas y solventes”,
afirmaba Oliva. Había comprobado la existencia de diferentes
tipos de cánceres muy por encima de la media nacional. Y
precisó que la zona de estudio había sido blanco de una
decena de agroquímicos, entre ellos el endosulfán, el
piretroides y glifosato.
El estudio
había sido realizado por un equipo del Hospital Italiano de
Rosario, conducido por Oliva, con el respaldo del
Centro de Investigaciones en Biodiversidad y Ambiente (Ecosur),
la Universidad Nacional de Rosario, la Federación Agraria
local y el INTA. La investigación había detallado que
cuatro de cada diez hombres que consultaron por infertilidad
habían sido expuestos a químicos agropecuarios, y alertó que
el efecto sanitario de los agrotóxicos puede manifestarse en
las generaciones futuras.
Las
organizaciones campesinas y sociales que denuncian el uso de
agrotóxicos apuntan a otros químicos: carbofuran y el
bromuro de metilo (usados en la producción hortícola), la
sulfluramida (base de hormiguicidas) y el cuestionado
glifosato, base del monocultivo de soja.
Darío Aranda
Tomado de Página 12
6 de agosto de 2009
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