Uruguay

Fatales efectos del empleo de agrotóxicos en Bella Unión

Vuelos y mochilas que matan

 

Luego de dos años de trabajo un grupo interdisciplinario de investigadores junto a miembros de la comunidad de Bella Unión revelaron el 6 de junio pasado las consecuencias provocadas por las fumigaciones –aéreas y terrestres– con  agrotóxicos en la ciudad más norteña de Uruguay.

 

 

 

 Alarmada por el alto número de pacientes con enfermedades respiratorias en la población de Bella Unión, la pediatra María Elena Curbelo en 2000 pidió la colaboración de su colega la neumóloga Liria Martínez. Está demostrado que las enfermedades respiratorias en el medio rural tienen una prevalencia menor que en las ciudades, sin embargo, llamó la atención de las dos profesionales que en la población de Bella Unión existe un alto número de personas afectadas por estas enfermedades. Otro elemento distintivo en esta localidad y sus alrededores lo constituye el hecho de que las patologías pulmonares persisten desde el primer mes de vida hasta la edad adulta cuando lo común es que luego de que los pacientes cumplen los 5 años de vida las enfermedades respiratorias disminuyen.

 

Bella Unión, con una población de unos 14 mil habitantes está ubicada entre los ríos Uruguay y Cuareim en la triple frontera conformada por Uruguay, Brasil y Argentina. En la zona predominan plantaciones hortícolas, de caña de azúcar y de arroz. La pobreza extrema en que se encuentra un sector importante de su población ubica a esta ciudad con el índice más alto del país en desnutrición infantil.

 

Leonardo de León, encargado del departamento agrícola de UITA, junto a pequeños productores de la zona ha desarrollado en la zona un proyecto de reconversión productiva desde la agricultura convencional a la agricultura orgánica en la cual se prescinde de los agrotóxicos que dañan el medio ambiente y a los pobladores al tiempo que sustituyen mano de obra generando desocupación. Según de León el uso abusivo de agrotóxicos condujo a que organizaciones sociales y sindicales de Bella Unión demandaran una investigación científica que, luego de 2 años, reveló de forma irrefutable el impacto de los agrotóxicos utilizados por los productores sobre la salud humana. “Debemos convencernos” –sostiene de León–, “que es posible trabajar la tierra y hacerla producir sin necesidad de utilizar agrotóxicos como lo demuestran varios productores de Bella Unión que practican la agricultura orgánica con éxito.” 

 

La investigación

 

Luego que las médicas Curbelo y Martínez dieran la alarma y a través de la Rel-UITA, REDES-AT, RAP-AL y el Programa Uruguay sustentable, en 2003, se puso en marcha el proyecto “Efectos crónicos de la exposición a múltiples agrotóxicos en la población de Bella Unión y su zona de influencia”. El equipo multidisciplinario de esta investigación fue coordinado por la médica Liria Martínez y estuvo conformado por Lilián Díaz, Carlos González, Sonia Mosquera y Sylvia Peyrou (sicólogos sociales); Amalia Laborde (toxicóloga); Freddy Sponton (médico asistente); Wilner Martinez (genetista); Enrique Savio (médico laboratorista); Leticia Méndez e Inés Prosper (en biomarcadores de genotoxicidad); Teresita Fuster (estadísticas); Isabel Monje y María Eugenia Cervieri (enfermeras); Sandro Pereyra (fotógrafo); Carlos Caillabet (periodista) y María José Morador (secretaría). Los integrantes de este equipo coinciden en señalar que se pudo realizar esta investigación gracias al apoyo y a la colaboración de la red de organizaciones gremiales y sociales de Bella Unión.

 

La hipótesis a demostrar por los investigadores fue que en Bella Unión existe un “secreto comunitario” en relación a las consecuencias de la aplicación de agrotóxicos y que su población está expuesta a múltiples agentes contaminantes que son responsables de la aparición de distintas patologías agudas y crónicas.

 

De acuerdo a los investigadores los objetivos  generales del proyecto fueron:

 

- Lograr que la población se apropie del problema.

- Probar el daño que producen los plaguicidas sobre la salud de la población.

- Conocer el posible efecto genotóxico producido por los plaguicidas.

- Y los objetivos específicos consistieron en:

- Probar una metodología de investigación sobre los conflictos ambientales.

- Involucrar todos los actores sociales y políticos de la comunidad.

- Contribuir en la planificación e implementación de acciones en una etapa ulterior.

- El proyecto se desarrolló en cuatro módulos:

1 - Construcción de redes comunitarias.

2 - Identificación de un sitio contaminado.

3 - Probar los efectos crónicos de la exposición a múltiples     

     agrotóxicos.

4 - Testimonios de sus habitantes y elaboración de pruebas.

 

Los resultados

 

Para la construcción de las redes comunitarias se realizaron siete talleres (del 12 de junio al 24 de julio de 2004) con los habitantes de la zona que fueron coordinados por los sicólogos sociales. Según estos profesionales en el transcurso de los talleres se logró dialogar y sensibilizar a los pobladores así como recoger propuestas de la comunidad “pese al secreto a voces que imperaba sobre el impacto de los agrotóxicos en la salud”. Para Liria Martínez durante las consultas médicas “los pacientes hablaban mucho de sus enfermedades, pero casi nada decían de las razones que causaban las afecciones”. Participó en los talleres aproximadamente un 3 por ciento de los pobladores de la ciudad de Bella Unión que coincidieron en señalar padecimientos de alergias, reuma, broncoespasmos, malestares digestivos, lesiones de piel, enfermedades en los ojos así como problemas en los embarazos constatándose casos de niños nacidos con malformaciones y leucemias. Los pobladores expresaron a los sicólogos que los indicadores del grado de contaminación al que están expuestos lo estiman de acuerdo a la intensidad del color amarillo que colorea las hojas de las copas de los paraísos debido el efecto que sobre estos producen las fumigaciones aéreas. En materia de propuestas los pobladores se inclinaron por la identificación y divulgación de los nombres de los agrotóxicos a través de los medios de comunicación y la denuncia y la educación ya que las fumigaciones y su instrumental forman parte de la cotidianeidad de los pobladores.

 

Mientras se desarrollaban los talleres se realizaron encuestas a los efectos de determinar un sitio donde la contaminación fuera representativa. Se eligieron las zonas denominadas Portón de Fierro y Campodónico a unos 5 quilómetros de la ciudad de Bella Unión. Allí viven pequeños y modestos productores con sus casas rodeadas por plantíos de arroz, caña de azúcar e invernáculos. La distancia promedio entre las casas y los cultivos son menos de 300 metros y la frecuencia de las fumigaciones aéreas es de 10 veces al mes.

 

Los agrotóxicos referidos con más frecuencia por los pobladores fueron 2 4D, Carbofurán, Glifosato, Cipermetrina y Endosulfán en proporciones que se estiman altas.

 

A través de los análisis clínicos realizados en esta población se constataron patologías  respiratorias en el 15 por ciento de los adultos y en el 63 por ciento de los niños y trastornos reproductivos en el 40 por ciento de las mujeres (60 por ciento de abortos espontáneos). Con biomarcadores de toxicidad se determinaron daños a nivel cromosómico.   

 

Opiniones y experiencias

de dos productores de Bella Unión

 

 

Antonio Soria

Productor de caña de azúcar y horticultor desde hace 40 años.

 

Antes de la llamada revolución verde, en la década del 60, en Bella Unión se producía de forma orgánica, sin utilizar productos químicos. Arábamos  con bueyes, cosas que ya no se ven. Nosotros mismos producíamos las semillas. Marcábamos los tomates de color más parejo y de ahí sacábamos las semillas.

 

Pero me pasó lo que suele pasar: yo y muchos productores nos encandilamos con la comodidad, con lo fácil. Por ejemplo, es más fácil echar 5 quilos de abono químico que preparar abono de corral, echarlo sobre un carro y desparramarlo.

 

De esta forma yo trabajaba menos; me entraba más plata y tenía menos gente trabajando. Pero me di cuenta que echando esos productos los tomates perdían gusto, quedaban como aguachentos. Echaba insecticidas y fungicidas algunos de los cuales matan por contacto y otros son sistémicos, es decir, se integran al tomate y los bichos se mueren cuando lo pican.    

 

Para fumigar no tomábamos ningún tipo de precauciones porque nadie nos explicaba nada. Iban los ingenieros agrónomos y nos decían que para tal cosa hay que echar tal cosa y punto. Cometimos muchas barbaridades como productores debido a la ignorancia. Los famosos tomates “larga vida”, en mi modesta opinión, son tomates de plástico, no tienen gusto a nada, son un corcho, pero se pueden dejar 20 días sin heladera que no se pudren. Esos tomates le sirven al comerciante no al productor, y mucho menos al consumidor.

 

Las fumigaciones comienzan para combatir a la langosta con gamezán. Más tarde, a principios de los años 60, es que aparecen los aviones para combatir la lagarta en la caña de azúcar. Echaban DDT y se mató toda la lagarta, pero también mataron a los peces de la cañada que corría al fondo de nuestra chacra y también los pájaros. Antes se decía que el DDT no hacía nada, pero era terrible. Luego vinieron aviones modernos que fumigan el arroz y la deriva lleva el producto para todos lados. No sé como se puede frenar eso. Tenemos nuestros censores naturales para medir la contaminación que son las copas de los paraísos que quedan amarillos. El asunto es que nosotros ahora hacemos agricultura orgánica, pero como el veneno está en el aire contamina nuestros cultivos y a nosotros. Hay muchos niños atacados de asma. He visto niños con malformaciones, pero no sé si se debe a los agrotóxicos, eso lo tienen que decir los médicos.

 

 

 

 

Omar Farías

Apicultor

 

Nosotros no tratamos con agrotóxicos las colmenas y cuando aparecen residuos de agrotóxicos en la miel no es culpa nuestra sino que se debe a que la abeja recoge el néctar y el polen de flores contaminadas. La zona está toda contaminada. Alquilamos colmenas que se instalan en los invernáculos para la polinización y cuando los invernáculos son fumigados matan a las abejas por más que se utilicen productos que dicen que no las afectan. Dicen eso porque estos productos son rechazados por las abejas pero donde el producto moje a una abeja esta lleva el veneno a la colmena y la trasmite y la mata.

 

En Portón de Fierro estábamos preocupados porque de diez niños ocho sufren de asma. Los ventolines son utilizados por todos los niños y ni que hablar de las personas mayores. Pero me animo a decir que tan nocivo como las fumigaciones aéreas son las fumigaciones en los invernáculos que están pegados a las casas. Hay un problema cultural. Antes no había agroquímicos e igual se producía con abonos orgánicos. Las multinacionales nos venden la semilla híbrida o transgénica y después nos venden los productos químicos porque si no las semillas no funcionan. Ellos hasta regalan la semilla porque el negocio es vender los productos. Las multinacionales terminaron con el banco de semillas naturales. Hay que crear un banco de semillas.  Esto no se resuelve solo terminando con los aviones. Es un asunto cultural: hay gente que planta arroz y al lado zapallo entonces cuando fumiga el arroz mata el zapallo. Hay que determinar zonas de producción para determinados cultivos porque la deriva, el viento, lleva el producto que fumigan hasta zonas distantes. Sobre la ciudad de Bella Unión no se fumiga y sin embargo los paraísos están amarillos y los niños padecen asma. Fumigan con verdaderos cócteles y echan de más por las dudas, como para prevenir y vaya a saber uno qué consecuencias tienen esos productos sobre la salud. Hay niños con malformaciones y en Bella Unión abundan los nacimientos por cesárea. Es rara la mujer que haya parido de parto natural.

 

 

Carlos Caillabet

© Rel-UITA

14 de junio de 2005

 

 

 

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