La ayuda alimentaria en
América Latina y los OGM |
Las poblaciones de los países más pobres del mundo están
recibiendo alimentos transgénicos a través de los programas
de ayuda alimentaria. Ellos pertenecen a los grupos tales
como niños, mujeres embarazadas o lactantes, en algunos
casos pacientes HVI+ que viven en situaciones de estrés por
la guerra o por haber sobrevivido desastres naturales.
La ayuda alimentaria en américa latina y los OGM
Mientras haya producción de alimentos transgénicos en el
mundo habrá un mercado abierto para estos productos a través
de los programas de ayuda alimentaria desde Estados Unidos
hacia los países más empobrecidos del mundo, y mientras los
consumidores de países financieramente más ricos como los
Europeos, del Este de Asia y en alguna manera de Estados
Unidos, centren sus campañas únicamente en asegurar que sus
alimentos y hasta el balanceado para sus animales no
provenga de fuentes genéticamente modificadas, y no se mire
el problema de los transgénicos como una cuestión global,
las naciones de la región andina, de Centro América, del
África Sur Sahariana y países ocupados como Irak y
Afganistán serán obligados a recibir estos alimentos para
incorporarlos en programas dirigidos a las poblaciones más
vulnerables de sus respectivos países.
Si hacemos un análisis geopolítico de la ayuda alimentaria
con transgénicos vemos que América Latina juega un papel
importante.
Al momento, en tres países Latinoamericanos se produce el
mayor porcentaje de la soya a nivel mundial. Estos son
Brasil, Argentina y Paraguay. Bolivia es también un
importante productor. Esto obedece a la estrategia de las
empresas biotecnológicas de convertir al Cono Sur en la
“República soyera“, donde podrán vender sus semillas
transgénicas. En este escenario geopolítico, el Presidente
Lula da Silva jugó un papel fundamental: haber legalizado la
zafra del 2003 y 2004. La caída de Brasil en el mundo de los
transgénicos significó también la caída de Paraguay y
Bolivia, porque sus mercados están atados al mercado
brasileño.
Con esto, las principales fuentes de soya del mundo son
transgénicas. Por un lado esto favorece al productor de soya
estadounidense porque ya no tendrá que competir con la soya
convencional brasileña en un mercado que rechaza los OGM.
Pero se crea un excedente de soya en el mercado mundial.
Surgen entonces conflictos entre productores de soya en
Estados Unidos que la venden como commodity, con las
empresas semilleras que tienen interés de venderla como
semillas a sus competidores. Eso explica los crecientes
subsidios que reciben los productores soyeros de Estados
Unidos. Una de las formas de subsidio es la ayuda
alimentaria.
Y esto resulta irónico, porque mientras la OMC y otros
tratados de libre comercio, nos obliga a desproteger nuestra
producción local, esas mismas instituciones nos obligan a
aceptar alimentos subsidiados, ya sea como donaciones o a
precios por debajo de los precios de producción. En los
Tratados de Libre Comercio que Estados Unidos ha firmado
bilateralmente con algunos países, especialmente de América
Latina, se incluye una cláusula mediante la cual, estos
países tienen que aceptar la ayuda alimentaria procedente de
Estados Unidos.
La FAO y otras agencias de las Naciones Unidas están también
al servicio del libre mercado y de las grandes corporaciones
transnacionales. Entre estas agencias se destaca el Programa
Mundial de Alimentos.
La ayuda alimentaria es una de los mecanismos preferidos por
la política de Estados Unidos de canalizar su ayuda para el
desarrollo. Esta constituye una forma de subsidio a los
productos agrícolas estadounidenses, porque el Estado compra
aquellos productos que no se han podido colocar en el
mercado internacional. Las donaciones las hace
principalmente a través del Programa Mundial de Alimentos.
Por otro lado, Estados Unidos sistemáticamente ha usado la
ayuda alimentaria se ha usado siempre para alcanzar los
objetivos de la política exterior de Estados Unidos, pues el
país que recibe la ayuda, es condicionado por el país
donante para seguir determinada línea política.
En los últimos años, la ayuda alimentaria en estos años, ha
obligado a los países a aceptar reformas estructurales
dirigidas a una economía de mercado impuesta por el Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial, con impactos
devastadores para la economía de los países del Tercer
Mundo.
Por ejemplo, cuando la secretaria de agricultura de EE UU
anunció este año en la asistencia que ese país dará a través
del programa “alimentos para el progreso” dijo que ese fondo
formaba parte de los esfuerzos de la administración Bush de
promover un desarrollo orientado al mercado.
En el año 2003, los países que más alimentos recibieron de
Estados Unidos fueron Irak y Afganistán.
La región andina ha cobrado una importancia estratégica para
la política exterior de Estados Unidos. Una de las causas es
acceder de manera más directa a los ricos yacimientos
petroleros de Venezuela. Parte de esta estrategia es el
llamado Plan Colombia. En este juego geopolítico, el Ecuador
es una ficha clave. En el año 2000, el Ecuador recibió una
importante donación de ayuda alimentaria de Estados Unidos,
a pesar de no ser un año donde se enfrentó crisis
climáticas, como aconteció en 1998. Cuando la Ministra de
Estado vino a entregar esta “ayuda“, firmó también el
convenio mediante el cual se establecería una base militar
estadounidense en las costas ecuatorianas. La atención de
Estados Unidos volvió a centrase en el Ecuador en el año
2004. Por ejemplo, este fue el único país que se incluyó en
el Food for Progress Program de América del Sur en el 2004,
aunque no se enfrenta ninguna condición climática
particularmente adversa.
Junto con los alimentos donados, Estados Unidos impone a los
países que acceden a la ayuda restricciones a la importación
de productos agrícolas similares para evitar la competencia
con terceros mercados. Además con frecuencia, la carga de
alimentos tiene que ser transportada por empresas de Estados
Unidos, aunque las tarifas sean superiores en el mercado
internacional, lo que favorece a su marina mercante
(Salgado, 2002).
Los países receptores, por otro lado, se hacen dependientes
a dicha ayuda con efectos fatales para la economía nacional.
Este fue el caso del trigo en la región andina. En los años
sesenta, Bolivia, Colombia, Perú y Ecuador, comenzaron a
recibir grandes cantidades de trigo proveniente de Estados
Unidos a través del programa “Alianza para el Progreso“,
creado por J.F. Kennedy en 1961.
Como resultado de ello, los países se hicieron dependientes
de la ayuda alimentaria de trigo estadounidense. Los
consumidores locales, preferían comprar el trigo donado,
pues el producto que entra como ayuda se vende a un precio
tan bajo - por estar subsidiado – que no puede competir con
la producción local. Los productores locales quebraron.
El Ecuador, pasó de ser autosuficientes a principio de 1960,
a importador del 97% del trigo que se consume (Salgado,
2002). Recibíamos trigo donado de Estados Unidos altamente
subsidiados y los precios en el mercado eran tan bajos, que
los productores ecuatorianos no podían cubrir ni siquiera
los costos de producción si querían competir con el trigo
estadounidense.
Los programas de ayuda alimentaria se complementan con otros
impulsados por Foreing Market Development Program. Entre los
objetivos del FMD es apoyar a sus socios extranjeros en
mejorar el procesamiento de productos estadounidenses, para
identificar nuevos mercados. Este año, el primer
beneficiario será la asociación americana de productores de
soya, que recibirá un fondo de más de 7 millones de dólares,
sólo dentro de este programa. Primero se crea la necesidad
de la soya por medio de los programas de ayuda alimentaria,
luego se enseña a los procesadores locales a procesarla. Se
ha abierto un nuevo mercado sobre la base de crear
dependencia.
Ayuda alimentaria y alimentos transgénicos
El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos está
exportando miles de toneladas de maíz y soya transgénicos al
Tercer Mundo, a través de los programas de ayuda
alimentaria.
Mediante estos programas se elimina el riesgo que tienen los
agricultores de Estados Unidos, de no vender productos
transgénicos, por el rechazo de los consumidores. Este
riesgo se ha generado por las políticas agrícolas de Estados
Unidos al expandir de manera masiva los cultivos
transgénicos, y lo traspasa riesgo a la población más pobre
del Planeta.
Por ejemplo, mientras en Europa y Estados Unidos aumenta el
temor por los riesgos de las hormonas recombinantes de
crecimiento bovino en la leche (IPS, 2002), Estados Unidos
inició el programa Diary Export Incentive Program (2002 –
2007), cuyo objetivo es expandir mercados y hacer
competitivos a sus productores de leche en el mercado
mundial. Entre junio del 2003 y junio del 2004, el USAID
distribuyó en forma de ayuda alimentaria 22,733 Ton métricas
de leche en polvo, 7,032 Ton métricas de mantequilla y 1,010
Ton métricas de queso. En el 2003, el USAID envió un total
de US$14.8 millones en leche, 15 millones en mantequilla y
1,5 millones en queso. Los países receptores de lácteos de
América Latina y El Caribe fueron Guatemala, Guyana,
Honduras, Nicaragua, Jamaica, St. Lucia, St. Vicent and
Granadines y Trinidad y Tobago.
En América Latina está cobrando mucha relevancia los
Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos. La tendencia
en estos tratados es que los países firmantes tendrán
sujetarse a la política de EE UU en materia de comercio
internacional de transgénicos, tanto semillas como alimentos
y otros productos derivados de organismos genéticamente
modificados. La ayuda alimentaria no es una excepción. En
los tratados firmados con el CAFTA (países
centroamericanos), estarán obligados a aceptar alimentos en
forma de ayuda alimentaria. Es posible que existan cláusulas
similares en los tratados que está negociando en estos
momentos con 3 países andinos.
El Programa Mundial de Alimentos produjo en febrero de este
año unas guías operacionales para alimentos derivados de la
moderna biotecnología.
En su introducción, las guías reconocen que el PMA hace sus
donaciones de alimentos de acuerdo con estándares y
regulaciones internacionales. Adicionalmente, el PMA dona
sólo aquellos alimentos que hayan sido aprobados tanto por
el país de origen como por el país donante como seguros para
el consumo humano.
Las guías añaden que tanto la FAO, la OMS y el PMA no tienen
ninguna prueba científica de que los alimentos transgénicos
produzcan impactos negativos en la salud humana, y por lo
mismo, va a continuar aceptando donaciones de alimentos
transgénicos. Pero si el país donante no desea que el dinero
que ha dada sea usado para comprar alimentos transgénicos,
el PMA cumplirá con este requerimiento.
El PMA dice que los países receptores de donaciones de
alimentos tienen derecho de regular las importaciones y el
movimiento transfronterizo de los OGM, pero de alguna manera
limita los alimentos que se podrían regular a granos no
procesados, como maíz o soya; y añade que el maíz o la soya
molidos no son considerados como organismos vivos
modificados, y por lo mismo, no están cubiertos por el
Protocolo de Cartagena sobre Bioseguridad. Los mismo se
aplicaría a la leche. Señala además que la mayoría de países
que son receptores de ayuda alimentaria están en las
primeras etapas de implementación del mencionado Protocolo,
¿es esta una sugerencia de que por lo tanto no están en
condiciones de regular sus importaciones?
El PMA debe ser informado cuando el cambio de regulación
ocurra, de tal manera que pueda discutir con el país
receptor sobre los posibles impactos en la entrega de
alimentos, generadas por el cambio de sus políticas. Esto
podría actuar como un mecanismo de presión para disuadir a
los países para tomar una decisión que limite la importación
de OGM.
Asegura que todas donaciones son hechas en pleno cumplimento
con las regulaciones del país, aunque esta no ha sido su
práctica en algunos países como el Ecuador, donde la oficial
del PMA presionó para que el país acepte alimentos
transgénicos, desconociendo un artículo de la Constitución
que pone un candado legal a la importación de OGM, aunque se
trate de alimentos donados.
Para cumplir con los requerimientos del Protocolo de
Cartagena, el PMA debe incluir en un futuro cercano el
lenguaje de “puede llegar a tener” organismos vivos
modificados en las cargas de sus donaciones transgénicas.
Aquí hay que señalar que el principal proveedor de alimentos
transgénicos, a través del PMA es Estados Unidos, país que
está proponiendo a los países con los que está entrando en
convenios bilaterales de libre comercio, una interpretación
sobre esta cláusula del Protocolo, en el sentido de que
cargas que tengan menos del 5% de transgénicos, no
requerirán incluir este rótulo.
Conclusiones
Las poblaciones más vulnerables de los países más pobres del
mundo están recibiendo alimentos transgénicos a través de
los programas de ayuda alimentaria.
Ellos pertenecen a los grupos tales como niños, mujeres
embarazadas o lactantes, en algunos casos pacientes HVI+,
con niveles de desnutrición alarmante y un sistema
inmunológico muy delicado, que viven en situaciones de
estrés por la guerra o por haber sobrevivido desastres
naturales.
La ayuda alimentaria en muchos casos es necesaria, pero esta
debe basarse en la solidaridad, para apoyar a quienes
enfrentan situaciones extremas; por lo tanto esta debe
hacerse en un marco de igualdad y respeto.
La ayuda alimentaria no puede constituir un mecanismo para
colocar excedentes agrícolas y mucho peor aún para colocar
productos que otros no quieren. Caso contrario, estaremos
asistiendo a otro caso de racismo ambiental.
La única manera de evitar que las poblaciones más
vulnerables de los países más empobrecidos del mundo sigan
siendo un mercado abierto para los productos indeseables de
la industria biotecnológica, es que los cultivos
transgénicos desaparezcan de la faz de la tierra. Ahí
debemos centrar nuestros esfuerzos.
www.EcoPortal.net
5 de enero de 2005
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