Colombia - TLC
Riquezas a cambio de
espejitos
¡Vaya
manera de conmemorar los 200 años
del
Grito de Independencia!
Sobre el
TLC con la Unión Europea, el ministro de Agricultura dijo
que
“el sector
lácteo si queda expuesto (…) se afectará gravemente”
(Caracol, May.13.10), el gobierno español ofreció unos
dólares –incapaces de salvar a los ganaderos colombianos,
pero capaces de aceitar la entrada en vigencia del Tratado–
y el presidente Uribe anunció un Conpes1 para la
“reconversión” de la ganadería, hechos que confirman la gran
amenaza que se cierne sobre 400 mil pequeños y medianos
ganaderos.
Al mismo
tiempo, alegan que el ataque contra los lácteos no es tan
grave y exageran las supuestas “ganancias” para otros
sectores, todo tendiente a anestesiar a los ganaderos y a
aislarlos de los demás colombianos.
Cuando
dicen que se eliminarán los subsidios europeos “a las
exportaciones” que respaldan a los lácteos, ocultan que
estos son pequeños y que la parte principal de los
subsidios, que se mantendrá, son las llamadas “ayudas
internas”.
El mismo
engaño intentaron cuando el TLC con Estados Unidos. También
confunden al hablar solo de las importaciones de Europa,
para decir que son pocas. Porque Fedegan2 ha explicado que
además llegarán lácteos por los TLC con Estados Unidos,
Mercosur y Chile, todos los cuales, al inicio de lo pactado,
sumarán el 10 por ciento del total de la leche que se
pasteuriza en Colombia, cantidad que hundirá los precios
internos de compra a los lecheros.
El
Conpes lechero, que dicen salvará a los ganaderos de las
importaciones, se analizará una vez se expida. Pero desde ya
puede afirmarse que constituye una burla decir que la
escuálida tesorería colombiana podrá compensar los
subsidios agropecuarios
europeos, que alcanzan los ¡146 mil millones de dólares al
año!
Los
inevitablemente insuficientes dineros que aprueben en ese
Conpes, si es que no se quedan en el papel, podrán tener
como objetivo pagar respaldo político y gremial para el TLC,
pero no proteger, realmente, a la ganadería colombiana. Y es
posible que ese Conpes facilite las importaciones y
fortalezca las transnacionales, por la vía de perseguir a los
comerciantes de leche cruda, que son los únicos compradores
de muchos ganaderos.
En
cuanto al resto del agro, lo principal que “consiguió”
Colombia ya se tenía por el Sistema General del Preferencias
(SGP). Lo que se logró en azúcar y banano –bien escaso, por
cierto–, aun si no se lo apropian los intermediarios
europeos, cosa que puede suceder, no compensa las pérdidas;
y también prueba que en lo que les hace daño a gringos y
europeos no habrá libre comercio.
Como hay
gente capaz de decir cualquier cosa, no falta quien afirme
que a la industria nacional le irá bien, cuando la
Unión Europea es una
superpotencia industrial que les otorga subsidios abiertos a
sus industriales por 48 mil millones de dólares al año y
tiene una productividad del trabajo que supera en 6,5 veces
la de Colombia.
Además,
el mercado interno colombiano, que constituye la principal
riqueza del país, se les entregó gratis a los inversionistas
europeos, quienes, junto con los norteamericanos, se
quedarán con lo fundamental de la economía nacional. ¡Vaya
manera de conmemorar los 200 años del Grito de
Independencia!
Los TLC con Europa y
con Estados Unidos mantendrán las barreras sanitarias a los
productos colombianos.
Y entre el capítulo de propiedad intelectual y el de
libertad de importaciones, se dejará a Colombia en el atraso
científico y tecnológico.
La ONU –no el Polo– acaba
además de denunciar que estos tratados, y en esto también
son iguales, encarecen los precios de los medicamentos y
provocan enfermedad y muerte.
Luego
los cuentos sobre las “ganancias” que los TLC le dejan a
Colombia se parecen a los espejitos con los que los
españoles despojaron de sus riquezas a los aborígenes
americanos.
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