El
20 de noviembre de 2010 se conmemoró el centenario de la
Revolución Mexicana que diera término a 35 años del régimen
de Porfirio Díaz (1876-1911). Fue la primera revolución
social del siglo XX en el mundo. 100 años después, las
causas que impulsaron la sublevación y el movimiento
revolucionario no sólo aún continúan en escena, sino que
castigan incluso con mayor rigor a la mayoría de las
familias mexicanas. La principal de entre ellas: el hambre.
Más excluidos,
menos democracia
La
tierra, ¡Sólo la tierra! / El indio se levantó / por
reconquistar la tierra que el hacendado usurpó
/ Zapata,
el jefe suriano/ apóstol de convicción / era la voz de la
tierra/ su voz de liberación.
(“La Tierra Sólo la
Tierra”)
A 100 años de la Revolución, México continúa siendo un
país tan rico como injusto, con una sociedad cada vez más
sumergida en la pobreza, la hambruna y la exclusión.
Cifras actuales revelan que
el
10 por ciento de
la población retiene el 42 por ciento
del ingreso, al tiempo que 60 millones de mexicanos viven
enredados en la pobreza.
Según la Cepal,
de cada 10 niños
mexicanos cuatro son pobres,
y ellos -4 millones- son el 18 por ciento de todos los niños
pobres de América Latina.
En materia de educación la situación no es más alentadora.
En un acto conmemorativo de la Revolución, José Narro
Robles, Rector de la máxima casa de estudios en
México, la UNAM, brindó un dato estremecedor: “En
2010
existen en México 5,8 millones de analfabetas, cifra muy
similar a los 7,8 millones que había antes del inicio del
movimiento armado”.
Hace 100 años el campesinado fue artífice y protagonista
principal de la Revolución. Es evidente que los grupos de
poder no han perdonado aquella “desmesura”, y la aplicación
de un modelo económico y social de espaldas a los campesinos
viene desarrollando un proceso escandaloso de vaciamiento
del campo.
Éxodo que explica por qué
76 por ciento de
los 105 millones de mexicanos malviven en las ciudades.
De
aquellos que todavía permanecen en el medio rural,
ocho de cada
diez apenas sobreviven en la extrema pobreza.
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A pesar del creciente gasto en importación de
alimentos, 14,42 millones de mexicanos se
encontraban en condición de pobreza alimentaria
en 2006, y para 2008 sumaban 19,46 millones.
Datos recientes señalan que 46 por ciento de la
población registra algún grado de inseguridad
alimentaria, de leve a severo.
(Carlos
Fernández-Vega,
La Jornada)
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Hay menos
productores agrícolas y son cada vez más pobres,
como reseña el profesor
Víctor Palacio Muñóz:
“En 1991 casi el 58 por ciento de los pequeños productores
percibía un ingreso diario menor a un salario mínimo
mensual. En 2003 ese porcentaje se incrementó al 77 por
ciento, y es posible que en estos momentos rebase el 80 por
ciento.
Para adquirir la canasta básica se necesitan 2,46 salarios
mínimos mensuales”, consigna Muñóz, ilustrando la
dimensión de la crisis que afecta a las familias rurales.
Más hambre,
menos soberanía
…NAFTA, lindo y querido….
Tierra pa' los campesinos/ es la meta principal / porque
sólo ellos, señores / han de hacerla cosechar / Que se
prefiera a los grupos/ sobre el dueño individual/ que se
reconozca siempre/ el derecho comunal.
(“Corrido de la Canción
de Zapata Vivo”)
México
ha perdido clamorosamente autonomía alimentaria desde el
advenimiento neoliberal y la firma del
Tratado de Libre
Comercio con Estados Unidos y Canadá (NAFTA), que entró en
vigor en 1994.
Si la seguridad alimentaria de las huestes de Pancho
Villa y Emiliano Zapata hubiera dependido como en
la actualidad depende México de la importación de
alimentos para nutrir a su población, con certeza jamás se
hubieran conmemorado los 100 años de la Revolución.
Actualmente,
el campo produce más inmigrantes que alimentos y exporta más
agricultores que productos agrícolas,
sentencia Miguel Ángel Escalona1.
En el último decenio la importación de alimentos no ha
dejado de crecer.
México importaba
en 2004 el 10 por ciento de los alimentos que consumía, en
2006 pasó a un 40 por ciento y hoy se sitúa cerca del 52 por
ciento, y la tendencia sigue en alza.
La cuna mundial del maíz viene importando aproximadamente el
33 por ciento de la demanda nacional de ese cereal, unas 600
mil toneladas mensuales, y según recientes declaraciones del
secretario general de la Confederación Nacional de
Productores Agrícolas de Maíz de México (CNPAMM),
Carlos Salazar,
“Ante las
necesidades de consumo y el escaso fomento a la producción
nacional se requerirá importar cerca de 14 millones de
toneladas de maíz en un año”2.
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Con más de 10 mil kilómetros de costa, entre
enero y marzo de 2010 México incrementó casi 50
por ciento la importación de pescado fresco o
refrigerado
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Importa también el 75 por ciento del arroz, y según datos de
la Confederación Nacional Campesina (CNC), en los
últimos tres años las importaciones de carne bovina se
elevaron 440 por ciento, las de aves un 280 por ciento y las
de cerdo un 210 por ciento.
México, el
mayor consumidor per cápita de refrescos cola del mundo con
112 litros por persona/año, consume en promedio 97 litros de
leche por persona al año,
apenas el 50 por ciento de la cantidad recomendada por la
FAO. Pero en este punto hay otro problema: no hay leche
autóctona suficiente y el país tiene que importar alrededor
de 190 mil toneladas.
Antes de la irrupción del NAFTA, México exportaba
azúcar. En la actualidad, a las casi 600 mil toneladas de
fructosa que ingresan al país hay que sumarles 250 mil
toneladas de azúcar de caña.
Mas estómagos vacíos, menos Estado
Pobre México, tan cerca de Estados Unidos,
tan lejos del pan
Ya me voy, ya me
lleva el destino / ya no quiero seguir siendo peón /
voy siguiendo
otro nuevo camino / que va abriendo la Revolución /
y si vuelvo, seré un campesino / que no engorde más al
patrón.
(“Nos dejaron
los olotes”)
Una pesquisa sobre la niñez y la adolescencia en el contexto
de la crisis económica realizado por Unicef y el
Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo
Social (CONEVAL) en el segundo semestre de 2009,
disparó datos que ameritarían otro levante revolucionario.
Carlos Fernández-Vega3
informa que según ese estudio “el porcentaje de hogares
mexicanos que experimentaron inseguridad alimentaria severa
se duplicó al pasar del 8 por ciento en 2008 al 17 por
ciento en 2009.
Entre 2008 y 2009 el cambio más dramático se observó en el
porcentaje de hogares que declaró que algún niño había
comido menos de lo que debería, el cual se duplicó al pasar
de 14 a 26 por ciento, esto es un aumento de 86 por ciento
en el período.
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Uno de cada dos bolillos que se venden en México
está hecho con trigo importado, una de cada
cuatro tortillas usa maíz extranjero y tres de
cada cuatro platos de arroz germinaron fuera del
suelo nacional.
(El México Independiente)
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En uno de cada tres hogares se mencionó que estarían
dispuestos a comprar comida más barata o de una menor
calidad para mejorar la situación económica de su hogar, y
en dos de cada tres hogares se reportó haber recurrido a
esta estrategia en 2009”, ilustra Fernández-Vega.
Según el Banco Central de México,
en los primeros
52 meses de gobierno del presidente Felipe Calderón,
cuyo mandato expira en 2012,
el país dilapidó casi 43 mil millones de dólares comprando
alimentos en el exterior,
el doble de lo que gastó su predecesor en la Presidencia
durante un lapso similar.
Sólo en marzo
pasado se gastaron 1.231 millones de dólares en ese concepto
-esto es 1,7 millones por hora-, fundamentalmente en leche,
maíz y trigo importados desde Estados Unidos4.
En contraposición, el Instituto Nacional de Estadística y
Geografía (INEG) de México informa que en ese
mismo mes las menguadas actividades agropecuarias sólo
aportaron el 3,5 por ciento del PBI nacional.
Datos de la Central Campesina Cardenista indican que
México importa hoy el 99 por ciento de la leche en
polvo, 60 por ciento de la carne de res, 80 por ciento del
arroz, 90 por ciento de oleaginosas y 35 por ciento del
sorgo que consume.
Si continúa esta tendencia -aunque es probable que se
incremente-, al final del período del presidente Calderón
México
habrá gastado cerca de 70 mil millones de dólares en
importar alimentos.
Hay preguntas que rugen como cañones:
Con esta enorme
cantidad de dinero aplicada en políticas adecuadas, ¿cuánto
empleo se podría generar? ¿Cuánta gente podría vivir y
producir con dignidad en el campo? ¿Cuántas medianas y
pequeñas empresas alimentarias podrían desarrollarse? ¿Qué
país sería hoy México?