Con
Fernando López, de la CNFR
La
organización es el instrumento para defender y consolidar la
agricultura familiar
Es agricultor en el
departamento de Canelones, al sur del país, en una zona
hortifrutícola. Dice con orgullo que él representa la cuarta
generación de su familia sobre esa tierra. Integra una
pequeña cooperativa (CALELCO) que forma parte de la CNFR, de
la cual es secretario general y, entre otras tareas, está
encargado de las relaciones internacionales. Sirel dialogó
con él durante la reciente consulta de la FAO a las
organizaciones sociales sobre la tenencia y uso de la
tierra, celebrada en Brasilia.
-¿Cómo
es la CNFR?
-Es una organización de segundo grado, fundada en 1915, que
agrupa alrededor de 95 organizaciones de base en todo el
país. Son en su mayoría Sociedades de Fomento Rural, pero
también pequeñas cooperativas. La característica que nos
distingue de las otras gremiales nacionales es que nuestro
perfil, nuestra plataforma, es la defensa de los derechos de
la agricultura familiar. Desde ese punto de vista somos una
organización vinculada a todos los temas que tienen que ver
con la tierra.
-¿Cuántas personas forman parte de estas 95 organizaciones
de base?
-Hay cerca de 15 mil agricultores afiliados a la
organización. En los últimos años se han reactivado unas 25
Sociedades de Fomento y se han creado unas diez nuevas. Esto
está ocurriendo en lugares donde la gente se había ido e
incluso en lo que llamamos el “Uruguay
profundo”.
-¿A qué
se debe ese reverdecer de las Sociedades Fomento?
-Estamos pasando por un periodo fermental, creo que debido a
las amenazas que representa todo este proceso de
extranjerización y concentración, pero también debido a un
trabajo más cercano a las necesidades de la gente, que
percibe que en la
Comisión Nacional de
Fomento Rural
(CNFR)
es posible plantear problemas de la producción familiar y también se
obtienen resultados. Nuestro perfil es de reclamar y
protestar, pero con propuestas.
También influyeron los programas de desarrollo implementados
desde el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca
(MGAP)
que ha apoyado con asistencia técnica, e inclusive con
algunos recursos, para la creación o el resurgimiento de
Sociedades de Fomento, y eso se notó.
Un claro ejemplo de ello es que en el último Encuentro
Regional de la
CNFR
celebrado en abril, y al que asistió el ministro de Agricultura, se
evaluaron los pasados cinco años de gestión, y allí se
planteó generar un Plan Nacional de Extensión de Asistencia
Técnica, gestionado por las organizaciones pero financiado
por fondos públicos. También se enfatizó en la necesidad de
que darle continuidad a los programas que se están
desarrollando y que terminan en septiembre y octubre
próximos, ya que se reconoce que ellos han sido
determinantes para este proceso de crecimiento pero que es
necesario consolidar.
También
vimos que en momentos de crisis, de adversidad, la gente se
une para enfrentarla.
Es lo que ocurrió con la sequía que atravesamos, y allí el
papel que jugaron las pequeñas Sociedades de Fomento en los
programas de entrega de ración y semillas fue capital para
que muchos pudieran paliar esa situación. Aún con muy poco
equipamiento lograron hacer llegar esa ayuda a los parajes
más alejados del país. Eso generó y reafirmó un sentimiento
de unión, y dejó expuesto que
no alcanza
con trabajar mucho, producir bien y quedarse en la portera
de la chacra, sino que hay que integrarse y pelearla junto a
los demás, porque los desafíos del momento son muy distintos de los de hace 40
años.
Ha crecido
la conciencia de que, actualmente, en un país como el
Uruguay, para sobrevivir, para ser sustentable como
agricultores familiares del sector agropecuario hay que
estar organizado.
-¿Qué
relación tienen con la discusión sobre la reforma agraria?
-La
CNFR está muy marcada por la historia de cómo fue el proceso en
nuestro país, ya que en 1945 fue ella la que convocó el
primer Congreso de la Tierra, en el Teatro Florencio
Sánchez, de Paysandú, que dio el puntapié inicial al proceso
que gestó la ley 11.029, denominada Ley de Colonización, una
buena ley que no encontró sin embargo voluntad política para
su implementación.
El tema de la tierra es nuestro principal escenario de lucha.
La agricultura familiar debe estar muy comprometida con el
cuidado y el usufructo de la tierra y de los recursos
naturales.
Hace muchos años venimos trabajando en lo relacionado con
el uso, la tenencia y el manejo de la tierra porque
entendemos que este recurso natural debe cumplir una función
social.
Ante del embate de los cambios más recientes en la
agricultura, acompañados por el proceso de concentración y
extranjerización de la tierra, estuvimos en contra de la
legislación que dejó abierta la posibilidad para que
sociedades anónimas pudieran adquirir tierras en
Uruguay.
Fuimos la única organización agropecuaria que se opuso a
esto.
Hemos insistido en que hay que regular la tenencia y el uso
de la tierra. Actualmente estamos trabajando en los cambios
que se implementarán a la ley de Colonización.
En el Encuentro Regional de abril pasado, al que asistieron
más de 70 dirigentes de todo el país, se vio que
fundamentalmente
los sectores de pequeños productores
lecheros, el sector ganadero, sobre todo el criador, han
sido los más afectados por la extranjerización y la
concentración de la tierra, y también por la expansión de
los monocultivos forestales y agrícolas.
Si bien
reconocemos el avance de las políticas de compra y
adjudicación de tierras ejecutada por el Instituto Nacional
de Colonización en los últimos cinco años, que representó la distribución de casi 45 mil hectáreas
-esto es, más de lo que se había hecho en los 25 años
anteriores-,
esto resulta insignificante frente al proceso
de expulsión de familias del campo.
No alcanza con lo que Colonización pueda hacer, por lo que en
este momento estamos desarrollando una serie de propuestas
de políticas públicas para llevar adelante un plan potente
de desarrollo rural con foco en la agricultura familiar, y
que tenga, entre otros componentes, una política de acceso a
la tierra dirigida específicamente a la producción familiar
y sobre todo a los jóvenes.
-¿Qué
pasa en este momento con la rentabilidad?
-Es un tema complejo. Por una parte,
desde 2003 se
vive una bonanza en el sector por el incremento de los
precios internacionales del negocio agrícola, pero esto no
alcanzó necesariamente a la agricultura familiar.
Hay algunos sectores que tienen su lugar en el mercado
agroexportador, como son el lácteo, o el frigorífico, pero
en
la gran mayoría de los pequeños sectores de la producción
agrícola, granjera, la bonanza de los precios
internacionales no llegó a los bolsillos.
Es por eso que uno de nuestros principales desafíos es
lograr una mejor distribución de la riqueza y la renta en el
sector productivo.
Esto ha agudizado el proceso de extranjerización y
concentración no sólo de la tierra, sino de todo el sector
agroalimentario uruguayo, lo que concentra aún más la renta
agropecuaria.
Por un
lado la carne del Uruguay llega a los más selectos mercados
y logra altísimos ingresos por esa exportación, y por otro
tenemos familias criadoras en el Norte, en lo que llamamos
“el basalto”, que no pueden vivir con lo que producen.
Entonces, algo raro está pasando, y eso es que no es una
cadena integrada y siempre los que salen perdiendo son los
productores primarios, grandes olvidados de las políticas
para el sector. Considero que es
en esa
debilidad del productor criador donde se genera una buena
parte del negocio del resto de la cadena.
El país debe generar políticas para paliar este desequilibrio
interno, y la organización de los agricultores y productores
es el instrumento adecuado para exigirlas y llevarlas a la
práctica.
En estos tiempos en los cuales los alimentos son
estratégicos, tenemos una oportunidad para consolidar
políticas que nos reafirmen como generadores de alimentos
básicos para nuestro pueblo. Además, debemos tener en cuenta
que
estamos en una región que produce un 40 por
ciento más de las proteínas que necesitaría para alimentar a
toda su población, pero donde aún hay 40 millones de
personas que viven por debajo de la línea de pobreza o con
inseguridad alimentaria.
Este contexto también juega y debemos tenerlo en cuenta.
-¿Cuál
es tu evaluación de esta actividad?
-Ha sido un esfuerzo importante por parte de la
FAO poner sobre el tapete el tema de la tierra, la reforma
agraria y el desarrollo rural. Es un asunto muy sensible,
sobre el cual muchos gobiernos evitan tomar decisiones
importantes.
Con este tipo de actividades los movimientos sociales,
fundamentalmente de
América
Latina, habilitan a incidir sobre nuestros gobiernos para que a la
hora de la toma de decisiones se le dé importancia al tema
de la tierra y de los recursos naturales.
La tierra,
y los recursos que de ella surgen, son bienes públicos, de
la sociedad en su conjunto, y no una mercancía más,
por lo tanto es importante a partir de una instancia como
ésta, construir una agenda de acción común sobre el tema.
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