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Soberanía Alimentaria

Crisis alimentaria

en la era Obama

   

 

  

Especular con el trigo, el maíz, el café, la soja y otros alimentos se ha convertido en una operación mucho más rentable que hacerlo con cualquier materia de otro sector. La lógica es diabólica pero eficaz: la gente siempre va a necesitar alimentarse para vivir.

 

Goldman Sachs es uno de los responsables de la crisis alimentaria que explotó entre los años 2007 y 2008, por la que más de 150 millones de seres humanos quedaron en la miseria en la miseria. Esa es la conclusión del estudio que la ONU encargó al experto en Derechos Humanos, Oliver De Schutter.

 

Según la investigación, los derivados financieros que tomaron como materia prima los alimentos básicos, junto con la aprobación de una ley en el año 1999 en la que se desreguló el sector, fueron las principales causas de esta crisis alimentaria.

 

Desde aquel momento, especular con trigo, maíz, café o soja -así hasta 24 materias primas- se ha convertido en una operación mucho más rentable que hacerlo con cualquier materia de otro sector. La lógica es diabólica pero eficaz: la gente siempre va a necesitar los alimentos.

 

En menos de una década, la inversión en el sector se multiplicó por 50, según los expertos. Lo que conllevó a un aumento de los precios de los alimentos, y un enriquecimiento de los especuladores. Ya que, a más demanda, mayor precio; y, a mayor precio, más empobrecimiento de la población con menos recursos económicos, que ven cómo tienen que pagar más por un producto por el que antes pagaban menos.

La crisis alimentaria no es más –ni menos– que una de las consecuencias de la gran crisis de valores que se vive en la actualidad. Una crisis que ha puesto sobre la mesa el fracaso de un modelo que permite que unos pocos se enriquezcan a costa de especular con los alimentos básicos.

 

Viene al caso destacar una de las razones por las que el gobierno tunecino de Ben Ali fue derrocado. Entre muchas otras, comenzó con las protestas de la población al ver cómo el precio de los alimentos de primera necesidad era cada día más elevado, por distintas políticas y por la especulación en el sector alimentario.

 

Sin olvidar la mecha que encendió en su propio cuerpo el joven Bouzazi, y que sirvió para prender el polvorín en el que se ha convertido la Primavera árabe. Además del despotismo, la falta de oportunidades y las grandes desigualdades sociales en las que vivía el pueblo tunecino.

 

Esa es una de las consecuencias de los sistemas políticos que no hacen la función de servicio a la población, sino que ponen sus herramientas al servicio propio y en manos de los monopolios que controlan el sistema alimentario.

 

La crisis alimentaria no es más –ni menos– que una de las consecuencias de la gran crisis de valores que se vive en la actualidad. Una crisis que ha puesto sobre la mesa el fracaso de un modelo que permite que unos pocos se enriquezcan a costa de especular con los alimentos básicos.

 

Sólo hay que dirigir la mirada a grandes compañías como Monsanto –entre otras– , especializada en el cultivo de transgénicos, una de las empresas que financiaron la campaña, y pusieron avión privado, al presidente de los Estados Unidos, Barack Obama.

 

¿Podrá el primer presidente negro poner cortapisas a unas compañías que lo han aupado a la Casa Blanca…?

 

Otra de las razones por las que los alimentos se han encarecido tanto en los últimos años son los agrocombustibles. Cultivos que acaparan las mejores tierras para los alimentos destinados al consumo humano. El Banco Mundial ha reconocido que estas prácticas han llegado a incrementar el precio de los alimentos hasta un 40 por ciento, explica Eric Holtz-Jiménez, director de Food First y autor del libro Rebeliones alimentarias.

 

Pero no sólo eso, como en los países del norte no hay espacio para estos cultivos, las compañías del sector apuestan por trasladarlos a los países del sur, donde arrebatan las tierras a los autóctonos, dejando menos espacio para la agricultura y el pastoreo.

 

En 2008, año en el que se agravó la crisis alimentaria, Monsanto anunció que duplicaba sus beneficios gracias a la venta de pesticidas y al incremento del precio de sus semillas.

 

Mientras tanto, el hambre campaba a sus anchas, y esos cultivos transgénicos se exportaban a Europa para alimentar al ganado, que después de pasar por el acelerado proceso de engorde, acababa en la mesa de los ciudadanos de los países ricos.

 

Poco o nada ha cambiado desde el 2008. Lo que no se sabe, es quién pondrá este año el avión al Presidente para revalidar su mandato en la Casa Blanca.

 

 

David García Martín

Centro de Colaboraciones Solidarias, España

20 de abril de 2008

 

 

 

Imagen: Allan McDonald | Rel-UITA

 

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