El TLC también contra
la economía campesina |
Mucha gente reconoce que en Colombia
la
economía rural es dual: de una parte la economía campesina
y
de otra una economía empresarial bien distinta de la primera.
La
economía campesina es fuente de empleo: el 48 por ciento de los empleos
rurales se originan en ella.
Además es la responsable de cultivos como cebolla larga y cabezona, haba,
tabaco, trigo, papa, fríjol, arveja, hortalizas, cebada, maíz amarillo
tradicional, zanahoria, cacao, banano, café, caña panelera, plátano e incluso
arroz, así como de importante segmento de la producción de carne bovina, leche,
cerdo, aves y otras especies menores, todos ellos claves en la alimentación de
la población colombiana.
Adicionalmente, a través principalmente del café, genera un buen número de
divisas al país
La
participación campesina en el área cosechada es del 51 por ciento y cerca del 30
por ciento de la misma se halla amenazada en virtud del TLC con los Estados
unidos. En virtud de lo cual los ingresos de los hogares campesinos se
verían afectados con disminuciones entre 45 y 31 por ciento
(1).
El
fríjol, típicamente campesino, tiene un cupo de importación, dentro de ese
TLC, de 15.000 toneladas, sobre una producción nacional de algo más de
150.000. Ese fríjol importado ingresará al país con precios menores entre 55 y
63 por ciento, según el valor del dólar en cada caso (2). Significa lo
anterior una competencia casi mortal para la producción frijolera.
El
pollo tendrá que competir con trozos de pollo provenientes de Estados Unidos,
cuyo precio en el mercado gringo es menos de la mitad del normal por cuanto no
los consumen.
En
el mercado interno, el kilo vendría a menos de un dólar (858 pesos la libra a
precios de hoy), la producción campesina suministra casi el 20 por ciento de
la oferta nacional de pollo.
La
porcicultura campesina aporta el 35 por ciento del total nacional y tendrá que
competir inicialmente con 8.000 toneladas de carne sin arancel, sobre una
producción nacional de más de 170.000 toneladas.
Ofende seguir escuchando discursos sobre competitividad, cuando buena parte de
estas diferencias entre nuestra producción y la gringa se deben a los subsidios
de ellos, mientras los nuestros parecen granos de arena en una playa. Estas son
las cuentas, lo demás son cuentos.
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