Reciclaje de la basura
doméstica en Acapulco
Un negocio sucio
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En
Acapulco, un centro de turismo mexicano mundialmente
conocido, el de la basura doméstica es un problema
grave. Se trata de más de 700 toneladas por día, de
las cuales una fracción no es recolectada.
La alcaldía se ha planteado una solución radical: va a
instalar cuatro incineradores para quemar la basura,
transformándola en gas para la producción de energía.
Una empresa de tecnología alemana que desarrolló el
proceso y lo patentó invertirá en Acapulco unos 800
millones de dólares, a través de otra firma, de
capitales españoles, estadounidenses y mexicanos.
Pero este proyecto ha levantado un debate público
entre asociaciones ambientalistas por un lado y los
empresarios y la alcaldía por el otro. El debate gira
en torno a que, como se sabe, la incineración de la
basura genera dioxinas y furanos, los tóxicos más
peligrosos creados por el hombre. A su vez, el
concepto moderno de tratamiento de basura doméstica es
el del reciclaje y la fabricación de compost, y no la
incineración.
La asociación ambientalista de Acapulco Guerreros
Verdes se opone a esta iniciativa, al tiempo que los
empresarios alemanes que la promueven afirman que no
existe prueba científica alguna de que las
incineradoras produzcan dioxinas. Aducen que en
Alemania la planta piloto de la que disponen, y que se
dedica a la investigación, funciona con restos de
madera.
Los ambientalistas replican que no se puede extrapolar
a Acapulco el proyecto piloto, pues aquí la materia
prima es la basura doméstica. En Alemania, señalan, no
está autorizada la instalación industrial, sino
solamente la investigación. El principio del
equipamiento es el mismo de los automóviles con
gasógeno de la segunda guerra Mundial, con el agregado
de antorcha de plasma, para la reducción de los
residuos finales. La municipalidad de la ciudad se
aferra al proyecto, y a los 80 millones de dólares de
inversión que puede representar. La población, por su
lado, muestra una apatía al respecto que subleva a los
Guerreros Verdes. Lo peor de todo esto es que el tal
proyecto, que requeriría de miles de páginas de
fundamentación y de un estudio de impacto ambiental,
no existe: se resume a apenas una carta de intenciones
de dos páginas en la que la alcaldía de Acapulco
traspasa la recolección de basura a la empresa privada
VIMAZA.
Se teme que el interés principal de los empresarios
alemanes resida en instalar las cuatro plantas
incineradoras en Acapulco para poder recibir un
crédito de 800 millones de euros de parte de
Europlasma, para la investigación de celdillas de
hidrógeno, el combustible del tercer milenio.
En la localidad española de Ancares, en Lugo, Galicia,
se prohibió recientemente un incinerador muy similar
al que se pretende instalar en la ciudad turística
mexicana. En Chiang Mai, Tailandia, un aparato de las
mismas características presenta problemas, pues genera
550 miligramos de dioxinas al año. Se teme que la
Organización Mundial del Comercio, OMC, que ha lanzado
su campaña "Waste for energy", imponga el uso de los
incineradores, pues hoy día los estados nacionales no
pueden impedir mediante la adopción de leyes
ambientales o sanitarias la libre comercialización de
tecnología.
Finalmente, lo que pretende Vimaza es privatizar la
basura para aprovechar su reciclaje sin costos, y
quemar la materia orgánica, necesaria en la
agricultura, para montar un lucrativo negocio. Los
ciudadanos serán además obligados a pagar las campañas
de educación ambiental, mientras las miles de personas
que viven del reciclaje de la basura se verán privadas
de su fuente de ingresos. ¿Las redes internacionales
podrán ayudar a que se tome conciencia de dramas como
éste de México? Contamos con ustedes.
Sebastião Pinheiro
© Rel-UITA
29 de enero de 2004