La falta de
acceso al agua genera en casi todas las regiones del planeta diferentes
tipos de confrontaciones. Las guerras del futuro serán cada vez más por
el control del agua. Tesis ampliamente desarrollada durante el
simposio “El agua: fuente de conflictos”, realizado el primer viernes
de marzo en Berna, Suiza.
El mismo fue
convocado por la Coordinación Suiza “El agua como bien público” y
organizado por la Alianza Sur -plataforma que reúne a seis de las más
importantes ONG helvéticas de cooperación con el Sur. Dicho simposio
intentó relanzar la reflexión de la opinión pública nacional a sólo
cuatro días de la apertura en Estambul, Turquía, del 5to Foro
Mundial del Agua titulado “Conciliar las Divisiones por el Agua”.
El
“drama” del agua
“La conflictividad
en el planeta a causa del agua tiende a agravarse con los actuales
cambios climáticos”, subraya Rosemarie Bär, una de las
responsables de la Coordinación y representante de la misma al evento
turco.
Bär
anticipa señales alarmantes. El África subsahariana sufrirá una
disminución del 20 por ciento de su disponibilidad de agua de aquí al
fin del siglo. Y a nivel planetario cerca de 70 importantes ríos están
amenazados de secarse por los cambios climáticos y el exceso de consumo.
Con esta perspectiva, los conflictos violentos en torno a este recurso
vital seguirán aumentando.
1.200 millones de personas en el planeta no cuentan hoy con
agua potable y 4.000 niños menores de 5 años mueren
diariamente a causa de dicha situación. |
En un escenario ya
dramático donde 1.200 millones de personas en el planeta no cuentan hoy
con agua potable y 4.000 niños menores de 5 años mueren diariamente a
causa de dicha situación.
Y donde el modelo
predominante produce víctimas y cifras escalofriantes. La producción de
1 litro de bio-etanol (combustible vehicular) necesita cerca de 5.000
litros de agua. Un tomate de Marruecos que será luego exportado
necesita 13 litros virtuales de agua. Mientras que la producción de un
vaso de jugo de naranja demanda 170 litros de agua, y una camiseta de
algodón necesita 20 mil litros.
Al mismo tiempo,
cada habitante suizo utiliza por día (cocina, higiene etc.) 160 litros
de agua. Cifra que llega a 4.000 litros por día si se calcula el agua
empleada en los alimentos, productos y vestidos importados al país.
Agua,
derecho humano fundamental
“El acceso al agua
es un derecho humano fundamental. De su aplicación dependen
prácticamente todos los otros derechos humanos esenciales”, señala
Bruno Riesen, responsable de campañas de Amnistía Internacional (AI)
en Suiza. Y si bien hoy se tiende a hablar constantemente de la
crisis financiera, de la inestabilidad bancaria, de los graves
problemas climáticos, “muchos olvidan que una parte esencial de los
grandes problemas de futuro está ligada al agua”, enfatiza.
En caso de persistir
la actual tendencia, subraya el representante de AI, las
previsiones son terribles. “Dos tercios de la población mundial, es
decir más de 3,5 millones de personas, no contará con agua potable en
el 2025”.
La lógica
predominante en la actualidad, explica Riesen, implica el
desperdicio del vital líquido; el crecimiento desmedido del consumo de
una parte pequeña de la población planetaria –en detrimento de la
mayoría-; así como una producción agropecuaria que acapara el 70 por
ciento del consumo del agua a nivel planetario.
“Con el agravante
que dicha producción está encaminada, por ejemplo, a los agro
carburantes. Es decir a irrigar plantíos destinados luego a abastecer de
combustible los vehículos de la población del norte”, denuncia.
La
responsabilidad de la ONU
Concepto marco con
el que coincide la abogada portuguesa Catarina de Albuquerque,
experta independiente sobre el agua potable del Consejo de los Derechos
del Hombre de las Naciones Unidas, con sede en Ginebra.
“El acceso al agua es un derecho humano fundamental. De su
aplicación dependen prácticamente todos los otros derechos
humanos esenciales” |
El no respeto a ese
derecho fundamental, “implícitamente reconocido por las Naciones Unidas
cuando reconoce el derecho a mejorar las condiciones de vida”, anticipa
el riesgo de nuevos y mayores conflictos, señala Albuquerque.
Confrontaciones que “buscan controlar las fuentes de agua; o que
conciben a éstas como instrumentos o blancos militares; en tanto que
objetivos terroristas o incluso como medio de presión y chantaje entre
naciones”, explica.
De ahí que la
resolución de los problemas del agua, “está ligada a una verdadera
voluntad política de los diferentes actores y Estados”, enfatiza
Albuquerque. Y de allí también, la responsabilidad y la importancia
del sistema de “las Naciones Unidas, que con su diversidad de Estados
miembros, de propuestas y actores, de preocupaciones en la diversidad,
constituyen un verdadero milagro” y un marco esencial para resolver los
problemas mundiales, entre ellos, el del agua, concluye.
El de
Turquía, un Foro de las transnacionales
“En la propuesta de
su Declaración final del 5to Foro, que deberá ser discutida y aprobada
en Estambul, no encontré referencias explícitas al agua como derecho
humano fundamental”, analiza Albuquerque, quien informa que no
estará presente en el mismo. “Somos bastante escépticos de lo que pueda
resultar de ese Foro controlado por las transnacionales del agua”,
enfatiza por su parte el pastor Alberto Rieger, responsable de la
Organización OEME (Ecumenismo, Misión, Cooperación al
desarrollo), de las iglesias cristianas helvéticas.
En esos foros, “la
sociedad civil internacional no es tenida realmente en cuenta”, y las
reivindicaciones de los movimientos sociales, son subestimadas, enfatiza
Rieger. Por eso, importante redes internacionales que luchan por
el agua como bien público y que participaron en el Foro Social Mundial
de Belém de Pará -fin de enero pasado-, “han definido una estrategia de
presión y enviarán representantes a Estambul para hacer escuchar su
voz”.
Exigimos, tal como
se definió en la Declaración del Agua de Belém, “que cualquier ser
humano tenga acceso y derecho al agua de buena calidad y en cantidad
suficiente para la higiene y la alimentación”, explica el coordinador de
OEME, presente en el simposio de Berna.
Y que la gestión del
agua “permanezca en el ámbito público y comunitario, con participación,
equidad, control social, sin fin de lucro, sin generar violencia a los
territorios, preservando el ciclo del agua”, concluye.
Sergio Ferrari
Tomado de ALAI
13 de marzo de 2009