Quince litros
de agua es lo mínimo que una persona
necesita al
día, según Naciones Unidas.
Cada español consume cerca de 300 litros y, en Estados
Unidos, 400. Mientras tanto, una persona que vive en un país
empobrecido no llega a los diez litros diarios.
El acceso al agua potable es un derecho fundamental de las
personas y un elemento esencial para la vida. Naciones Unidas explica
que hay más de 260 cuencas y lagos transfronterizos en el mundo que se
extienden a través del territorio de 145 países, y cubren la mitad de la
superficie terrestre del planeta. Además, están los grandes depósitos de
agua subterránea.
Así, hay suficiente agua dulce para satisfacer las
necesidades humanas. La población mundial sólo depende de una centésima
parte del 1 por ciento del agua del mundo. El problema está en una
distribución poco equitativa y en la amenaza de la contaminación.
En la actualidad, más de 1.100 millones de personas no tienen
acceso al agua potable y 2.600 millones no disponen de sistemas de
saneamiento adecuados. Además, cada año mueren cerca de dos millones y
medio de personas, la mayoría niños, por enfermedades relacionadas con
las malas condiciones del agua y la mitad de las camas de los hospitales
de todo el mundo están ocupadas por personas que padecen enfermedades
transmitidas por el agua, según Naciones Unidas.
El consumo
del agua se ha multiplicado por seis en los últimos cien
años y las últimas proyecciones revelan que para el año 2025
se necesitará un 20 por ciento más de agua si el consumo
sigue creciendo al mismo ritmo. |
Con medidas tan sencillas como enseñar la importancia de
lavarse las manos, se podrían reducir hasta en un 45 por ciento los
casos de diarrea en el mundo. La OMS ha estimado en 700 millones
de dólares anuales las posibles ganancias de productividad derivadas de
una reducción de la diarrea si, para 2015, se redujera a la mitad la
proporción de personas sin acceso al agua potable y el saneamiento.
En los países del Norte, el panorama es muy distinto.
La hierba de un campo de golf
necesita, para estar en buen estado, el equivalente al agua que consumen
20.000 personas cada día. Para obtener un
litro de gasolina, se necesitan 10 litros de agua y para producir 900
kilos de papel son necesarios casi 300.000 litros.
El consumo del agua se ha multiplicado por seis en los últimos cien años
y las últimas proyecciones revelan que para el año 2025 se necesitará un
20 por ciento más de agua si el consumo sigue creciendo al mismo ritmo.
Al aumento del consumo humano y agrícola hay que añadir la
contaminación de las aguas como causa de su escasez en el futuro. Las
organizaciones ecologistas y Naciones Unidas estiman que durante el
siglo XX se han perdido la mitad de los humedales del mundo, bien por
haber sido desecados para combatir enfermedades o por haber sido
convertidos en suelo urbano o agrícola. Nuestra principal fuente de agua
dulce renovable se ha perdido.
Cerrar el grifo cuando nos lavamos los dientes, cargar bien
la lavadora y el lavavajillas, darse un ducha en vez de bañarse… son
pequeños gestos que todos podemos hacer para no derrochar un bien del
que depende la vida. Además, hay que exigir a nuestros gobiernos leyes
más duras y estrictas con aquellos que contaminan ríos y lagos. Los
ciudadanos debemos demandar que se cumplan los acuerdos internacionales
contra la contaminación de las aguas. Los gobiernos y organismos
internacionales tienen que buscar soluciones globales y de cooperación
sobre los recursos hídricos para que en el agua no se convierta en un
motivo de conflicto en el futuro. Analistas y organizaciones civiles
advierten de que las guerras del futuro ya no se librarán por el
territorio o los recursos energéticos, sino por el agua, fuente de vida.