El pasivo de 700 millones de dólares generado por Aguas
Argentinas, deuda que el grupo francés Suez que
controla la firma intenta transferir al Estado, es
apenas una de las manifestaciones de un proceso de
privatización cuyos resultados no concuerdan en
absoluto con los objetivos explícitos que se propuso
en 1993, en esencia, “la promoción de la
universalización y mejoramiento de los servicios de
agua potable y cloacas”. El fracaso no fue sólo
económico. La gestión de Aguas Argentinas produjo
también graves consecuencias sociales y ecológicas.
Entre los trabajos más exhaustivos sobre los resultados de la
privatización de la ex Obras Sanitarias de la Nación
(OSN) se encuentran los realizados por los
investigadores de Flacso Karina Forcinito y Daniel
Azpiazu. Una de estas investigaciones, publicada en
2004, es Recursos públicos, negocios privados: agua
potable y saneamiento en el Area Metropolitana de
Buenos Aires, trabajo que reseña las principales falencias de
la gestión del grupo Suez.
De acuerdo con los objetivos de la privatización de la
porción de OSN obtenida por Aguas Argentinas,
reseñan los investigadores, la variable definitoria
para ganar la licitación fue “el menor nivel
tarifario base” destinado a financiar tanto la
prestación del servicio como un plan de inversiones
especificado para los primeros 10 años sobre los 30
de concesión. El resultado fue que entre mayo de
1993 hasta enero de 2002, las tarifas residenciales,
gracias a sucesivas renegociaciones, se
incrementaron el 88,2 por ciento frente a precios
minoristas que crecieron el 7,3 por ciento. La tasa
de rentabilidad promedio acumulada fue del 12,9 por
ciento anual respecto a la facturación y del 15,4
por ciento en relación al patrimonio neto.
Las ganancias no se destinaron a inversiones. La firma
controlada por capitales franceses no cumplió con el
plan comprometido. Las inversiones realizadas,
financiadas con endeudamiento externo –parte del
cual habría alimentado también el negocio financiero
interno–, se destinaron principalmente al segmento
más redituable del negocio. Desde 1993 la cobertura
del servicio de agua se expandió alrededor del 4 por
ciento, mientras que el de cloacas decreció el 3 por
ciento. Estos últimos datos fueron obtenidos por
Forcinito y Azpiazu de la información del Indec, lo
que revela las dificultades para acceder a la
información de primera mano. Incluso los dos
informes realizados por la actual gestión del Etoss,
el Ente Tripartito de Obras y Servicios Sanitarios,
sobre el incumplimiento de las inversiones de Aguas
tienen carácter “reservado”.
Desde una perspectiva social, el extraordinario aumento
tarifario se repartió de manera diferencial entre la
población. Para los sectores de menores ingresos,
los que sólo pagan la factura mínima, el ajuste fue
del 177 por ciento, mientras que para el 10 por
ciento con facturación más alta fue del 44 por
ciento, todo un logro en materia de distribución
regresiva. En consecuencia, para el decil de menores
recursos el pago del servicio, cuando lo tienen,
representa el 9 por ciento del ingreso familiar
medio. Para el de mayores ingresos, el 1,3.
Lejos de alcanzar los parámetros preestablecidos, la calidad
de la prestación del servicio desmejoró
notoriamente. Según un trabajo del Etoss, a partir
de 2002 se detectaron cantidades de cianuros,
nitratos, arsénicos y cloro, entre otras sustancias
tóxicas, muy superiores a las recomendadas por la
Organización Mundial de la Salud.
En el Gran Buenos Aires, el aumento en la provisión de agua y
la disminución de las cloacas provocó aumentos en la
altura de las napas freáticas e inundaciones de
aguas servidas.
Claudio Scaletta
Página 12
Publicado el 20 de setiembre de 2005
30
de setiembre de 2005