Un plebiscito en plena campaña
Los dueños del agua |
La "estatización" prevista en la reforma
constitucional que se votará en octubre puso los pelos
de punta a parte del empresariado extranjero y
criollo. Y promete un debate que sacudirá la modorra
de esta campaña electoral: cómo gestionar un recurso
finito tan codiciado como el petróleo.
En varios
países la escasez de agua potable es grave. En Europa,
por ejemplo, de 55 ríos sólo cinco no están
contaminados. En Uruguay, la riqueza hídrica es
envidiable y el agua apta para consumo humano es
despilfarrada para lavar el auto, la vereda o regar el
jardín.
De todos
modos, los particulares usan bastante menos que las
empresas: sólo un 15 por ciento del consumo de agua
tiene un fin doméstico. El resto es utilizado por el
sector agropecuario (78 por ciento) y la industria (7
por ciento), según un estudio presentado por la ONG
Redes Amigos de la Tierra y el programa Uruguay
Sustentable.
Frente a
este panorama un escozor se apoderó de parte del
empresariado al conocer la reforma constitucional
sobre el agua -impulsada por la Comisión Nacional en
Defensa del Agua y la Vida*-, que se votará en octubre
junto con las elecciones. En grandes trazos la reforma
plantea que toda el agua del territorio nacional
"forma parte del dominio público estatal" y que los
servicios de saneamiento y de agua potable "serán
prestados exclusiva y directamente por personas
jurídicas estatales". También propone que todas las
autorizaciones, concesiones o permisos que vulneren
varios principios -como que los servicios deberán
prestarse "anteponiéndose las razones de orden social
a las de orden económico"- serán anulados. Y estas
cancelaciones "no generarán indemnización por lucro
cesante, reembolsándose únicamente las inversiones no
amortizadas".
Esto echa
por tierra concesiones como la de Uragua y Aguas de la
Costa en Maldonado (ambas controladas por capitales
españoles) y otras 20 empresas que prestan estos
servicios en pequeñas localidades del Interior.
El texto a
plebiscitar también plantea que sólo el Parlamento
"por los tres quintos del total de componentes de cada
cámara podrá autorizar el suministro de agua a otro
país", siempre que esté "desabastecido" y sea "por
motivos de solidaridad".**
Los
empresarios sostienen que esta "estatización" afectará
al sector productivo que utiliza ríos, arroyos,
cañadas, manantiales o vetas subterráneas: las
embotelladoras de agua y refrescos, curtiembres,
arroceros, establecimientos turísticos termales y un
sinfín de empresas que no utilizan el agua que
suministra OSE. Es decir, que no pagan todos los meses
por los grandes volúmenes hídricos que utilizan.
El primer
grito en el cielo lo puso el especialista en derecho
administrativo Carlos Delpiazzo -ex ministro de Salud
Pública en el gobierno de Luis Alberto Lacalle y
asesor de varias empresas-, sobre los efectos
negativos, a su juicio, de esta reforma, en especial
por el impedimento para formar sociedades de economía
mixta en la prestación de servicios de agua potable y
saneamiento.
Si los
recursos subterráneos -o manantiales- pasan a manos
del Estado, y tanto el agua potable como el
saneamiento no podrán ser gestionados por privados,
las empresas se verán afectadas, sostuvieron también
los constitucionalistas Ruben Correa Freitas, del
Partido Colorado, y Gonzalo Aguirre, del Partido
Nacional. En cambio, para otro constitucionalista de
renombre, Horacio Cassinelli Muñoz, la reforma no
traerá ningún inconveniente.
El
presidente de la Cámara Mercantil de Productos del
País, Ricardo Seizer, cree que el nuevo escenario
jurídico será negativo "para las industrias que se
abastecen de sus propios pozos de agua" (El
Observador, martes 8). Un informe elaborado por el
asesor jurídico de esta cámara empresarial, Enrique
Lussich, advierte que la enmienda constitucional "es
gravemente perjudicial para el país" porque
"ahuyentará las inversiones".***
Este
informe señala que no poder suministrar agua a otros
países (salvo que el Parlamento así lo apruebe)
lesiona el desarrollo económico "en una actitud que
resulta incomprensible y absurda".
Pero lo
que más preocupa a los empresarios es que al
"estatizar" el agua se afectará el "derecho
inviolable" a la propiedad consagrado
constitucionalmente. Y esto, para la Cámara Mercantil,
afectará a "importantes empresas que comercializan y
exportan agua extraída de manantiales ubicados en
diferentes zonas del país, en especial el departamento
de Lavalleja, cuyos derechos esta reforma dejaría en
total incertidumbre y hasta habilitaría una
expropiación, al mejor estilo de otros regímenes
estatales totalitarios".
UN ADITIVO
EN CAMPAÑA
El debate sobre el futuro de los recursos
hídricos ya se está dando en casi todas las naciones
desarrolladas, donde no se duda en tratarla como el
"petróleo del siglo XXI". La discusión en Uruguay
aterrizó en medio de un debate electoral caracterizado
por su vuelo rasante. Por eso promete sacudir la
modorra y obligará a los candidatos a tener que asumir
una postura sin ambigüedades sobre el tema.
El
vicepresidente de la República, Luis Hierro, se puso
en sintonía con el empresariado y aseguró que esta
reforma solidifica "una hostilidad contra la inversión
extranjera y una violación de los contratos" que
tienen Uragua y Aguas de la Costa. "Es la ruptura más
dura que hay en materia de certidumbre jurídica en
este país", afirmó.
El
precandidato colorado Guillermo Stirling tiene una
postura similar: "Es uno de los peores mensajes que el
país puede emitir para los inversores" (Búsqueda de
ayer, jueves). En la misma línea se pronunció el
precandidato blanco Luis Alberto Lacalle, aunque
anunció que no hará campaña ni a favor ni en contra:
"Hay que proteger el recurso y administrarlo con
cuidado, pero lamentablemente el proyecto le quita al
gobierno instrumentos para la utilización del agua de
una manera absolutamente totalitaria".
Del otro
lado del mostrador el candidato de la izquierda,
Tabaré Vázquez, se comprometió con los dirigentes del
PIT-CNT a tomar el plebiscito por el agua como uno de
los ejes de su campaña. El otro precandidato con
chances, el senador blanco Jorge Larrañaga, también
firmó para impulsar esta consulta popular y, a título
personal, prometió su respaldo. Pero el miércoles 9
comenzó a desandar el camino cuando en un desayuno de
trabajo organizado por ADM sostuvo: "Hay que
compaginar el texto de la reforma para evitar
interpretaciones que afecten la inversión extranjera
en el país", y propuso "aportar una ley interpretativa
que se plebiscite en forma conjunta con la reforma".
EL AGUA NO
ES MERCANCÍA
La vicepresidenta del sindicato de OSE e
integrante de la comisión, Adriana Marquisio, dijo a
BRECHA que los temores del empresariado nacional son
"infundados" y adelantó que ya se solicitaron
reuniones con varias cámaras industriales y
agropecuarias.
Para
Marquisio el espíritu de esta reforma es frenar "el
uso indiscriminado de un recurso que es de todos y que
no debe ser tratado como una mercancía". Además,
servirá para ejercer "un verdadero control" sobre la
exportación de agua que fue permitida por este
gobierno gracias a la ley 17.277 de noviembre de 2000,
que modificó la carta orgánica de OSE. Dicho en forma
más clara, se trata de evitar que el agua de los
manantiales uruguayos siga llenando las mesas de
países con severos déficit hídricos y los bolsillos de
algunas multinacionales.
Mientras
diversos organismos internacionales y foros mundiales
alertan sobre el preciado valor del agua potable en
este siglo, "el gobierno da luz verde para que se
venda a otros países sin ningún tipo de control, lo
que puede afectar severamente nuestros manantiales y
vetas subterráneas, aun cuando estén en campos
privados", explicó Marquisio.
Pero el
dato más revelador lo aportó a BRECHA el abogado
Guillermo García Duchini, uno de los redactores del
proyecto de reforma: en Uruguay, durante el gobierno
de Jorge Pacheco, el agua estuvo bajo control estatal
y ningún empresario se quejó. En efecto, el artículo
260 de la ley 13.737 de enero de 1969 establece
claramente que "las aguas que satisfagan, o sean
susceptibles de satisfacer las necesidades de carácter
colectivo, son del dominio público". Algo muy similar
a lo que propone esta reforma.
Esta ley
estuvo vigente diez años, hasta el 1 de marzo de 1979
cuando, en plena dictadura, los militares elaboraron
el Código de Aguas que continúa vigente, con algunas
modificaciones realizadas en 1992.
Este
código, de todas formas, es bastante impreciso sobre
los "dueños" del agua. El artículo 15 establece que
"integran el dominio público o el fiscal, en su caso,
todas las aguas y álveos que no estuvieran
incorporados al patrimonio de los particulares a la
fecha de vigencia de este código". Y el artículo 43
señala que "quien extrajere aguas subterráneas de un
predio de propiedad particular con permiso de su
propietario y con autorización (...) se hará dueño de
las aguas extraídas, salvo que otra cosa se hubiese
pactado con el propietario del predio". Pero no queda
claro de quién es el agua que no se extrae y sigue
fluyendo, en silencio, debajo del predio privado.
Pablo
Alfano
Convenio
Brecha / Rel-UITA
15
de junio de 2004
NOTAS
* Esta
comisión fue creada en 2002 y contó con el apoyo
inicial del EP-FA, el sector de Jorge Larrañaga y
decenas de sindicatos y organizaciones sociales y
ambientalistas.
** El
texto completo de la reforma puede verse en
www.redes.org.uy/agua.html
*** El
informe completo está disponible en
www.camaramercantil.com.uy