En Uruguay, el
pueblo dijo NO a la privatización del agua. Generalmente se entiende por
ello que la distribución del agua potable a la población debe ser un
servicio brindado por el Estado que no puede quedar en manos de
privados. Sin embargo, es posible hablar de privatización por
contaminación. Cuando individuos o empresas contaminan el agua, se
apropian de hecho de un bien común, al imposibilitar que los demás la
podamos usar.
En el marco del Día
Mundial del Agua, que se celebra el próximo 22 de Marzo, la UNESCO
llama la atención respecto a los recursos hídricos como elementos que
cruzan fronteras y nos unen. En ese sentido sostiene:
“En el mundo hay
suficiente agua dulce para satisfacer las necesidades de todos, sin
embargo los recursos hídricos no están equitativamente distribuidos y, a
menudo, no son gestionados de manera adecuada. En algunas zonas, la
disponibilidad de agua dulce de buena calidad se ha reducido
significativamente debido a la contaminación producida por los desechos
generados por los humanos, la industria y la agricultura.”
El concepto que maneja
la UNESCO a escala global es aplicable a nuestro país. La
contaminación a la que están expuestos los recursos hídricos en
distintas partes de nuestro territorio nos unen a todos y cada uno de
los uruguayos.
En ocasión de este día,
RAP-AL Uruguay propone reflexionar a propósito de
la contaminación producida por los agrotóxicos utilizados en la
agricultura.
El agua que día a día
consumimos o utilizamos para cocinar, bañarnos o limpiar, proviene de
cursos de agua a lo largo y ancho del país. El modelo agrícola imperante
provoca, entre otras cosas, que una carga de miles y miles de toneladas
de sustancias tóxicas sea esparcida año a año por todo el territorio.
Una parte, lamentablemente incierta, de esa descarga de venenos llega
finalmente a todos nosotros en el agua consumimos.
Solamente dos ejemplos
Se ha estimado la dosis
letal de glifosato para seres humanos en 624 mg/Kg
1.
Esto significa que 43 gramos de glifosato son suficientes para causar la
muerte de una persona de 70 Kgs.
Los Organofosforados y
carbamatos, como el clorpirifós, el malatión o el carbofurán, tienen
dosis letales menores a 500 mg/kg, lo que implica que de acuerdo a las
formulaciones comerciales, unos 20 ml resulten mortales para un
individuo
2.
Algo más de una cucharada sopera de clorpirifós basta para provocar la
muerte de una persona.
El año pasado entraron
al país más de 5.000 toneladas de principio activo glifosato y 800.500
litros de formulados a base de clorpirifós
3.
La cantidad de glifosato
introducida fue suficiente para causar la muerte de 120 millones de
personas. Con el clorpirifós importado se podría haber provocado la
muerte de 40 millones de personas más.
Estos son solamente dos
ejemplos. Al Uruguay se importan más de 50 insecticidas y más de
60 herbicidas diferentes, algunos de los cuales son mucho más tóxicos
que los ejemplos anteriores. Obviamente, nadie bebe directamente estos
agrotóxicos, pero todos ellos son esparcidos en el medio ambiente en que
vivimos. Y no caben dudas de que en cierto grado, aunque lamentablemente
también incierto, llegan hasta nosotros, por ejemplo, a través de la
canilla.
¿Quién
cuida el agua?
En Uruguay, el
Ministerio de Ganadería Agricultura y pesca resolvió el año pasado
prohibir las fumigaciones aéreas de agrotóxicos a una distancia inferior
a 30 metros de corrientes naturales de agua (ríos, arroyos y cañadas) o
de fuentes superficiales (lagos, lagunas, represas y tajamares)
4.
Anteriormente a la emisión de esta resolución, directamente no existían
restricciones de ningún tipo que protegiesen los cursos de agua de las
fumigaciones aéreas. Por lo tanto es positivo que al menos se
establezcan distancias mínimas a respetar. Pero pequeñas dosis de
sentido común bastarían para calificar las distancias establecidas como
absolutamente insuficientes.
Lamentablemente nadie
está en condiciones de asegurar que nuestros cursos de agua están libres
de contaminación por agrotóxicos. En el documento “Norma interna de
calidad de agua potable” de la Administración de las Obras Sanitarias
del Estado (OSE), fechado en diciembre 2006, se establecen los
niveles máximos permitidos en el agua para consumo humano de una larga
lista de posibles contaminantes (5). En ese documento el clorpirifós ni
siquiera aparece.
Por un
agua de todos, por un agua sana
Nos sumamos al "Bebamos
agua de la canilla" propuesto por la Comisión Nacional en Defensa del
Agua y la Vida. Para que el agua de Uruguay sea realmente de
todos, debe estar libre de residuos de agrotóxicos.