El desafío mundial del agua

Cuando mañana se celebre el Día Mundial del Agua, más de mil millones de seres humanos seguirán privados del principal factor de desarrollo y 2,6 mil millones no tendrán acceso a una red sanitaria básica. El problema no está en la escasez del recurso, sino en la falta de financiamiento, en la privatización del vital líquido y en la carencia de voluntad política para hacer frente al tema.

 

Agua potable y servicios higiénicos: estas instalaciones tan familiares para los habitantes de los países ricos, están todavía dramáticamente ausentes en el sur del planeta. En América del Sur, en África, en Asia, más de mil millones de seres humanos no tienen acceso a agua limpia y 2,6 mil millones a una red sanitaria básica. Las consecuencias son graves. El agua insalubre es la primera causa de mortalidad en el planeta, antes de la desnutrición. Cada año, 8 millones de personas mueren de enfermedades relacionadas con la presencia de aguas estancadas o contaminadas, como el cólera, la diarrea o la tifoidea. La mitad son niños menores de cinco años.

El IV Foro Mundial sobre el Agua, que reunió entre el 16 y el 22 de marzo a varios miles de participantes en México fue la oportunidad para enfatizar esos hechos. “El agua es el primer factor de desarrollo”, afirma Loic Fauchon, presidente del Consejo Mundial del Agua (CME). “Si no arreglamos este problema permitiremos que recrudezcan enfermedades que diezman a la población y dificultaremos también el acceso a la educación y la participación en el desarrollo económico”.

Naciones Unidas ha fijado una meta, en el marco de los Objetivos de Desarrollo para el Milenio (ODM) que define los esfuerzos que se deben hacer para luchar contra la pobreza. Respecto del agua, la meta es reducir a la mitad, de aquí a 2015, el porcentaje de personas que no tienen acceso al agua ni a la infraestructura sanitaria. Acceder al agua potable significa disponer de 20 litros de agua limpia por persona, obtenible a menos de un kilómetro de distancia. “Los objetivos del milenio corresponden al nivel que tenía Francia en los años 30, con agua por cañerías en las grandes ciudades y pozos en los campos”, resume M. Teniere-Buchot. “En cuanto a la sanitización, corresponde a la Francia de los años 60”. La sanitización básica consiste en una simple evacuación de las aguas servidas mediante alcantarillas y no a su tratamiento antes de dispersarlas en el medio natural. En Francia ello se generalizó sólo a partir de los años 80. El desafío es por lo tanto colosal: los países en vías de desarrollo deben hacer en algunos años lo que a los países ricos tomó dos siglos en construir. Para alcanzar los objetivos del milenio, 260.000 personas suplementarias deberían ser conectadas cada día a la red de agua potable y 370.000 a servicios higiénicos. Además, esos países deben enfrentar una explosión demográfica.

Si bien un tercio de la población meta vive en el medio rural, dos tercios habitan en las barriadas marginales de las megápolis, con crecimiento exponencial y anárquico. Para el año 2030, dos tercios de la población mundial vivirá en las ciudades y, de ellos, 2 mil millones de personas lo harán en esas barriadas marginales. Esta población urbana pobre será la principal víctima de la falta de agua. “No estamos en buena posición para cumplir los objetivos del milenio”, advierte Fauchon. Las disparidades aumentan: mientras China e India tienen buenas perspectivas en materia de agua potable gracias a su crecimiento, la situación en el África se agrava.

No falta agua

Contrariamente a lo que se piensa, la impotencia de los Estados afectados no está vinculada a la falta de recursos de agua. En los países del África Ecuatorial o de América Latina, donde el agua abunda, entre la mitad y el cuarto de la población no tiene acceso a agua potable.

Por el contrario, en algunos países áridos el servicio está asegurado para el 100%, pues las razones de la crisis son antes que nada políticas y financieras. Aunque el agua está disponible gratuitamente en el medio natural, hay que conducirla hacia los consumidores y evacuarla requiere voluntad política y recursos. Loic Fauchon resume el desafío con una frase: “El agua potable vale más que el teléfono portátil. Tenemos que convencernos de que el agua debe venir antes que la implantación de antenas repetidoras, de la construcción de nuevos aeropuertos o de caminos que no se podrán mantener”. Por lo tanto cuestión de voluntad política, pero también de medios financieros.

Según diversas estimaciones, las inversiones indispensables para cumplir los objetivos del milenio se estiman entre 7,5 y 25 mil millones de euros anuales. Pero la parte de la ayuda internacional destinada al agua se estanca, mientras que otros ítem, como, la ayuda de urgencia, se disparan.

“El mundo en sus manos”

Ante la falta de inversiones públicas, las instituciones monetarias internacionales han alentado la privatización de los servicios de agua. Es una política muy cuestionada. “Al tomar el control del agua potable, recurso vital que se hace escaso, ellas (las compañías privadas) tienen al mundo en sus manos”, escriben Roger Lenglet y Jean-Luc Touly, en “El agua de las multinacionales” (Fayard, 2006). “El recurso sigue siendo un bien común y público”, responde Dominique Pin, director de desarrollo sustentable de Suez-medio ambiente. “Los poderes públicos deben definir los objetivos, la empresa privada aporta su expertizaje”. Algunos fracasos notorios, experimentados especialmente por Suez en América del Sur, donde la compañía se vio enfrentada a la protesta de las poblaciones contra el precio del servicio y a crisis políticas y financieras, moderan las ambiciones. “Los resultados logrados por el sector privado a menudo no han estado a la altura de las expectativas”, señala el informe de Naciones Unidas sobre la valorización de los recursos de agua, publicado el 9 de marzo.

Hoy se delinea otra esperanza: que los colectivos locales se apropien del tema del agua y remedien la “crisis de gobernabilidad” diagnosticada por la ONU. Porque aunque se concedan financiamientos para el agua, todavía faltaría que ella llegue a los destinatarios adecuados. “Mientras más se reparta el maná financiero en pequeñas sumas, más difícil se hará la corrupción”. Por último, la integración de las poblaciones locales es una condición indispensable para el éxito.

Gaelle Dupont

La Nación (cl) / Le Monde

21 de marzo de 2006

 

 

 Volver a Portada

 

 

  UITA - Secretaría Regional Latinoamericana - Montevideo - Uruguay

Wilson Ferreira Aldunate 1229 / 201 - Tel. (598 2) 900 7473 -  902 1048 -  Fax 903 0905